jueves, 5 de febrero de 2015

matan

Las Tabaibas nos matan…
 “... estamos... acosados... nos derriban... en toda ocasión y por todas partes... nos están entregando a la muerte...” (de la segunda carta de san Pablo a los Corintios 4, 7-5, 8).
“... comerás del fruto de tu trabajo... renuevos de olivo...” (del salmo 127).
“... metieron el arado y alargaron los surcos... hierba... que se seca y nadie la siega... que no llena la mano del segador ni la brazada del que agavilla...” (del salmo 128).
… sucedió, en unos de aquellos campamentos de verano, que durante 36 años organicé y celebraron cientos de jóvenes en Gui-Güí, que en uno de los paseos o marchas -durante el mes de agosto y todo el mes- subimos a Los Hogarzales, dejando atrás, previamente Peñón Bermejo, ambos Gui-Güís, La Finca de Miguel, La Media Luna, y subiendo,
subiendo, lo hacíamos con la confianza en quien nos había informado: arriba, en lo alto en el andén último y antes de acceder a las más de cuarenta minas de obsidiana de los guanches -nuestro objetivo-, teníamos una fuente de fresca agua, tuvimos tantísimas tabaibas que sortear, que para librarnos de su maligna, como pegajosa y envenenadora leche, y sin poder remediarlo, al apartarlas del camino teníamos que tocarlas -¡he ahí la desgracia de más de uno, de los entre centenar de jóvenes de cada acamada o campamento!-, que llegados a lo alto, sí que encontramos la fuente, y justo donde se nos había dicho, pues dimos con ella, pero solo goteaba cada equis lentos y largos segundos una gota, que ansiosos y muertos de sed, doscientas manos luchaban por hacerse con las distintas y distantes gotas sin dejarlas llegar al suelo, sino que de la palma de la mano afortunada, se llevaba rápido a los labios, lengua o boca. Y, he ahí la desgracia escondida, pues, impregnadas las manos de la leche invisible de las malditas tabaibas, junto con la gota de agua se colaba ese rastro de leche que fue fuego, que en lugar de apagar la sed la aumentaba y ello de forma ígnea, pues fuego más que otra cosa parecía había entrado en los así bebedores sedientos, y fue tal la cosa, que en pleno medio día, y al calor del mes más caluroso, y sin sombra que atenuara la fatiga, y sin cantimplora alguna con agua -las habíamos dejado en el campamento, para subir más ligeros y con la confianza de encontrar agua arriba, y después de pertrecharnos en las últimas fuentes- la sed nos mataba y más aquel fuego que nos atenazaba en la garganta y tal fue la cosa, que el director del campamento, y tal vez por su cargo, el que más gotas de agua tomara, fue el que peor lo pasó y tanto, que viéndose morir, me pidió la extremaunción, y al carecer de los óleos, le perdoné todos sus pecados, para que muriera en paz… bajar y encontrarnos, ya por la tarde, y dar con la roca mojada por el agua, y agua que corría junto a una higuera, aquello fue la salvación, gozo y alegría, y nunca en la vida, -creo- se tomara tanta agua en una toma, pasando a varios litros por cabeza, pues deshidratados, sedientos, y con el fuego de la leche de tabaibas, resucitamos o alargamos la vida, que continuó. Pero, por poco, las tabaibas si no nos mata a todos.

El Padre Báez.
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Familiaridad, amistad, fidelidad, confianza…
Padre Báez, buen día y un saludo. ¿Ha visto a… (N) últimamente? si lo ve dígale que ... Por lo demás… todos los días leo su sacudida a las tabaibas… a ver cuándo tomamos un café juntos y me ayuda a quitar pecados de omisión… que siga sembrando pero no tabaibas… un fuerte abrazo… Cualquier idea suya será bien recibida…
Que siga siendo bueno pero con amarillo del cielo…

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