lunes, 16 de febrero de 2015

12 horas entre tabaibas

12 horas entre tabaibas…

… no voy a repetir, lo que ha dicho Javier, pero sí que diré lo que él no dijo (más abajo):

“Buenas noches mis queridos amigos, llegando vengo de la zona de Amurga, donde estuvimos más de 12 horas caminando por las montañas. Dejamos los coches en la playa de Las Burras y de ahí fuimos en taxi a Fataga, un grupo de 7 personas.
En Fataga comenzamos a las 9 de la mañana el ascenso a pie hasta el yacimiento de "Las Cazoletas" en lo alto de Amurga, y de ahí partimos montaña abajo hasta el lugar donde habíamos dejado los coches; con visita a goros, eras, torretas, cuevas, enterramientos, etc.; con un buen tramo final ya de noche y sin apenas luz, pero miren, valió la pena porque conocimos un poco más nuestra isla, de la mejor manera que se puede, que es patearla, ahora no siento ni los dedos de los pies, pero lo volvería hacer una y otra vez... más de 25 kilómetros de nuestra tierra... no les cuento todos los detalles para que ahora sean ustedes quienes suban y lo vean por sí mismo...”

Imaginen ustedes mis amigos, el agobio de pasar 12 horas y caminar los 25 kilómetros rodeados de la pegajosa tabaiba, cuidando no rozarnos por ellas, cuando otra cosa no había por todas partes, en ese enorme paraje de tierras altas, donde las cuevas y casas de los guanches, con el  mausoleo del Guanarteme, la puerta de entrada guanche al enorme espacio de Amurga, por donde los mil goros de pastores desaparecidos, el risco de las mujeres (por donde se despeñaban con sus hijos antes de dejarse robar por los castellanos), cuevas, muralla aborigen (con puerta de entrada) de muchos kilómetros, con segunda gran muralla de otros tantos tantísimos kilómetros, los pinos colgados de los riscos (y no en tierras llanas), el paso del cochino, tierras todas en otros años dedicados al pastoreo y distintas siembras, por donde torretas, túmulos, cistas, y para qué seguir por un patrimonio tan rico cultural, etnográfico, arqueológico, natural, por donde ni una sola información en cartel alguno, la fuente de agua tras un cardón, en la base de un risco, desde donde las mejores vistas por donde la visión se pierde entre barrancos, perfiles, cielos azules únicos, con el lejano mar, toda una película, a pesar de los dedos destrozados, y la marcha forzada, en la que solo 20 minutos para el almuerzo, sin más descanso en un ritmo forzado y constante para que no nos pillara la noche -¡y nos pilló!- pero con la mochila cargada de tanto inexpresable, por intransferible: unión, fraternidad, alegría, humor, confianza, respeto… pero la única nota desagradable, fastidiosa, inaguantable, que tan larga como extensa zona, otra cosa no contuviera sino la masiva, total y excluyente tabaiba, todo un peligro constantemente a evitar dada la dañina leche de la misma, de la que bien cuidábamos nuestros ojos, y ni el rozarse con ellas, realmente acto imposible ante la masiva y atosigante tabaiba, que ocupa lo que hasta hace medio siglo, era todo trigo, cebada, archita, cebada, etc., y pastores, muchos ganados… ahora solo y todo de tabaibas.
El Padre Báez.
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Notas:
- La expedición la iniciamos 9 personas; dos abandonaron después de las Cazoletas.
- en el periplo, nos cruzaron dos parejas que siguieron su propia ruta; con de una de ellas fue vergonzoso lo ocurrido, por eso lo silenciamos, pero fue muy lamentable.

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