12 horas
entre tabaibas…
… no voy a
repetir, lo que ha dicho Javier, pero sí que diré lo que él no dijo (más
abajo):
“Buenas noches mis queridos amigos, llegando
vengo de la zona de Amurga, donde estuvimos más de 12 horas caminando por las
montañas. Dejamos los coches en la playa de Las Burras y de ahí fuimos en taxi a
Fataga, un grupo de 7 personas.
En Fataga comenzamos a las 9 de la mañana el
ascenso a pie hasta el yacimiento de "Las Cazoletas" en lo alto de Amurga, y de
ahí partimos montaña abajo hasta el lugar donde habíamos dejado los coches; con
visita a goros, eras, torretas, cuevas, enterramientos, etc.; con un buen
tramo final ya de noche y sin apenas luz, pero miren, valió la pena porque
conocimos un poco más nuestra isla, de la mejor manera que se puede, que es
patearla, ahora no siento ni los dedos de los pies, pero lo volvería hacer una y
otra vez... más de 25 kilómetros de nuestra tierra... no les cuento todos los
detalles para que ahora sean ustedes quienes suban y lo vean por sí
mismo...”
Imaginen ustedes mis
amigos, el agobio de pasar 12 horas y caminar los 25 kilómetros rodeados de la
pegajosa tabaiba, cuidando no rozarnos por ellas, cuando otra cosa no había por
todas partes, en ese enorme paraje de tierras altas, donde las cuevas y casas de
los guanches, con el mausoleo del
Guanarteme, la puerta de entrada guanche al enorme espacio de Amurga, por donde
los mil goros de pastores desaparecidos, el risco de las mujeres (por donde se
despeñaban con sus hijos antes de dejarse robar por los castellanos), cuevas,
muralla aborigen (con puerta de entrada) de muchos kilómetros, con segunda gran
muralla de otros tantos tantísimos kilómetros, los pinos colgados de los riscos
(y no en tierras llanas), el paso del cochino, tierras todas en otros años
dedicados al pastoreo y distintas siembras, por donde torretas, túmulos, cistas,
y para qué seguir por un patrimonio tan rico cultural, etnográfico,
arqueológico, natural, por donde ni una sola información en cartel alguno, la
fuente de agua tras un cardón, en la base de un risco, desde donde las mejores
vistas por donde la visión se pierde entre barrancos, perfiles, cielos azules
únicos, con el lejano mar, toda una película, a pesar de los dedos destrozados,
y la marcha forzada, en la que solo 20 minutos para el almuerzo, sin más
descanso en un ritmo forzado y constante para que no nos pillara la noche -¡y
nos pilló!- pero con la mochila cargada de tanto inexpresable, por
intransferible: unión, fraternidad, alegría, humor, confianza, respeto… pero la
única nota desagradable, fastidiosa, inaguantable, que tan larga como extensa
zona, otra cosa no contuviera sino la masiva, total y excluyente tabaiba, todo
un peligro constantemente a evitar dada la dañina leche de la misma, de la que
bien cuidábamos nuestros ojos, y ni el rozarse con ellas, realmente acto
imposible ante la masiva y atosigante tabaiba, que ocupa lo que hasta hace medio
siglo, era todo trigo, cebada, archita, cebada, etc., y pastores, muchos
ganados… ahora solo y todo de tabaibas.
El Padre
Báez.
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Notas:
- La expedición la iniciamos 9 personas; dos abandonaron
después de las Cazoletas.
- en el periplo, nos cruzaron dos parejas que siguieron
su propia ruta; con de una de ellas fue vergonzoso lo ocurrido, por eso lo
silenciamos, pero fue muy lamentable.
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