domingo, 18 de diciembre de 2011

POPURRÍ 87:


Sobre mi tesis (87):
El Padre Piñas, Procurador, llevó a Roma junto con otros documentos de las primeras Congregaciones, una síntesis de las mismas. No añade nada nuevo, pero copiamos un párrafo para conocer los términos en que fueron presentados al General las peticiones de los P. P. peruanos: “Que de los mestiços no se ordenen, sino pocos, que compensen, etc.” (12).
Quiso Acosta acometer como primera obra de su provincialato (la primera congregación provincial) cuestiones directamente misionales, la recepción en la Compañía de los criollos (es de creer que se refería también a los mestizos, y de hecho así se trató en la reunión), el modo de fructificar entre los naturales en todos sus aspectos, y cómo se podrían conformar con la manera de ser de la Compañía (13).

¡Quítenle a la historia, la acción social de la Iglesia...
... y se habrán cargado la verdadera Historia! No en vano, ésta (la Iglesia), fue la artífice del progreso de los pueblos, a través de su ingente labor, a favor de la cultura, la sociedad, la economía, etc., y así lo vemos reflejado en todas las obras de Historias que se hayan publicado, respetando la verdad histórica y los hechos, y no como los que se dedican a identificar el árbol genealógico de algunas familias de abolengo, arrimándose así a protectores de sus falsas publicaciones. Y todo ello desde el ridículo y la anécdota, que no hacen historias, sino chismes de la historia. Que la Historia, se aleja como mucho de familias aristocráticas y limitándola a la acción política y económica -serían en todo caso, capítulos de una posible verdadera historia-, pero no Historia.
Poco o nada aporta a la Historia, una lista de nombres de poderosos en otros tiempos. Si la labor de un investigador es rastrear los apellidos  de los que frenaban y chocaban con la Iglesia al echarles en cara el freno y los abusos que cometían, parando todo desarrollo y avance económico, salvo mantener sus vidas muelles y cómodas, poca acción investigadora hay en ello (ya que siempre han hecho los mismos, lo mismo).
Llamar “deprimente” al gran desarrollo y motor de la economía, como fue la agricultura, es como para no seguir leyendo esa falsa historia. Mayor todavía el error garrafal, de no trasladarse al tiempo historiado, sino verlo y analizarlo con ojos del presente.
¿Dónde la novedad, si ni siquiera salen los nombres de los Obispos y sus luchas por la concienciación del progreso y avance social, cultural, económico, moral, etc., y en todos los órdenes, a favor del pueblo llano y sencillo, pobre y humilde?
Me sobran en la historia familias adineradas y aburguesadas, y me falta el pueblo, que siempre guiado por la Iglesia, fue el verdadero factor y autor de revolución y dinamismo histórico, afín con los tiempos y todos los lugares.
¡Pobre historia que solo se fija en la aristocracia, nobles y burgueses!
Todavía viven hombres y mujeres con más-menos años, que saben del comportamiento, vida y obra de sus abuelos, con lo que nos ponemos fácilmente -y de forma oral- en los dos últimos siglos de nuestra verdadera Historia, aún por escribir. Que no son los dos pies de la historia los Bethencourt y los Manrique de Lara y sus genealogías, que si de eso se tratara, nadie como la Iglesia con sus Libros de Bautismos y otros, donde están tantos y tantos, además de los dos citados y poco más. Que la Historia, la hace el pueblo llano y sencillo, guiados por la Iglesia que los anima a progresar y a avanzar social, cultural, económico,  y en otros órdenes como queda dicho y repetido.
Además, poco vale cuando quien presenta la falsa historia, falto ya de memoria por sus muchos años y achaques, solo reivindica ayuda para sí, y solo nos dice que eso (la falsa historia) es “pura ciencia”, pues preferiría fuera “pura Historia”.
Falsea que se diga, nadie haya hablado sobre los últimos siglos de nuestro devenir, cuando la bibliografía está repleta de títulos, por todas partes, sobre el tema mil veces tratado, y en muchos casos: pueblo por pueblo. No se puede reducir la Historia a lo que en esas escasas 40 páginas, para cada uno de los 17 co-autores, lo dejan en esas fracciones, olvidando la mayor (la labor de la Iglesia [y no vista por quien sin prejuicio, pudiera contar la verdadera Historia]). Incluso, cayeron en el error de potenciar el pleito insular al dejar 13 autores (de la ULPGC) contra 4 (de la ULL), con lo cual la cosa ya no es, ni está equilibrada, al no darse en la misma proporción la información y datos (o falta autores de allí, o sobran de aquí).
Menos mal, que lo único bueno de esta falsa historia, es que queda abierta nuevas líneas de investigación, en las que caben sí ahora (o después), se tomen nota de lo obviado en ésta (la labor principal y primordial de la Iglesia en la Historia, siempre en su labor humanitaria y de ayuda a salir de la pobreza de las clases bajas, luchando contra los de la alta, para igualar y haya justicia)...

Dicen que...
... las verduras y las frutas frescas, son mejores cuanto más frescas son, y claro, los hay que cogen rábanos por las hojas, y no se enteran y en lugar de tener cosechas propias, en todas las islas -¡que sobra tierra para ello!-, las traen de continentes y latitudes muy lejanas, con meses y meses de cogidas, y toda vez que las meten en frigoríficos y neveras, nos la pegan y dicen: “¡están frescas!”. Por supuesto, salidas del congelador, ¿no van a estar “frescas”?

Y todavía siguen con la majadería de...
... las ayudas para instalar y modernizar la agricultura, cuando la única ayuda, es quitar trabas, y dejar se cultive como siempre se hizo, teniendo como complemento la ganadería, y una y otra sin más normas, leyes, prohibiciones, etc. La ayuda que el campo espera, es que no obstaculicen lo que hay que hacer: vallar un cercado, levantar una pared, segar las retamas (para cama de los animales, y de paso podarla y darle vida), dejar suelte los animales y coman lo que quieran (que es así como se preserva y multiplica la flora), etc. Pero, solo dan dinero a los más listos, y ahí queda todo: en dinero, cuando lo que hace falta es una azada, y currar (¡sin ayuda!). Las ayudas han sido, son y serán nuestra mayor desgracia y freno.

Más de lo mismo...
... que los interesados, que si información, que si los trámites, que si para acceder a las ayudas, que si solicitudes, que si profesionales, que si los plazos, que si documentación, que si la cumplimentación, que si los trámites, que si la administración, que si... ¡Muchos qués! Cuando lo que deben hacer, es ir por los campos, y allí donde vean a un desgraciado campesino, que no se entera nada de esto, les digan: “¡somos del Gobierno, y le venimos a ayudar, dándole esto y lo otro!”, sin ningún qué de por medio: y mientas no sea así, todo eso es ¡leche cacharro!

Y hablando del campo, curioso que...
... tantos jugadores tabaiberos circulen fuera del tabaibal, por espakistania, es decir de nuestra cantera, ayudando a los grandes; mientras aquí, nuestros campos se llenan de espakistaníes y de más afuera, despreciando lo que tenemos y comprando carroña y gente quemada, que vienen a vivir del cuento y a hundirnos. ¿Dónde están -ciegos- los que no ven tenemos los mejores jugadores del mundo, y traen a segundones y terciarios desechados de fuera?

¡Bien lo saben los aldeanos, que cuentan...
... en Vigaroe, se hacía queso con la leche de un macho! Debe ser un caso como el de ese macho-cabra, o cabra-macho de La Gomera, que como se puede ver por la cita, no debe ser el primer caso, sino de otro similar o parecido. Es decir, la naturaleza, a veces nos muestra estos fenómenos, que se dan también en los humanos...

¿Y qué pasará, cuando...
... el campo se vacíe? Toda vez que los ancianos se mueren, y los niños no nacen, ¿qué agricultura y ganadería habrá en los años por venir? El campo vacío, sin nada que de comida -todo lleno de retamas, pinos y tabaibas-, ¿qué comeremos, salvo que envenenado no venga de fuera? Y algo que en donde se produce, cuesta unos pocos céntimos, y al que lo come -ya medio podrido, y sin nutrientes sanos- le cuesten varios euros, ¿quién podrá comprar eso que lo mata?

Notas:
(12).- M. P. II. Doc. 23.

(13).- L- LOPETEGUI, o. c., págs. 155-158.

No hay comentarios:

Publicar un comentario