miércoles, 10 de agosto de 2011

Viene el Pastor.


Pastor es, el que conduce al rebaño, costumbre muy arraigada entre los guanches, y hasta nuestros días, entre nosotros; venido del mundo arameo, también. Pastores fueron los patriarcas. El pastor, es también entre los hombres, un jefe y un amigo. Corresponde a hombres fuertes (en nuestra cultura anterior, eran Guanartemes), capaces de defender su rebaño de los animales salvajes; pero delicado con sus ovejas, que las conoce, y las lleva en brazos. La autoridad del pastor, no se discute, por su entrega y amor. Entre Cristo y sus delegados, sucede otro tanto: a los que Dios confía el servicio de reunir y de cuidar de las ovejas, los hace pastores.

Aunque, el jefe y padre del rebaño, es Dios. Fue Él el que guió a su pueblo como ovejas, como a un rebaño por el desierto; como pastor: apacienta, recoge, conduce, las reúne... El Señor, confía su rebaño a sus servidores, por la mano de Moisés, de Josué, de David..., Jesús. No faltaron pastores infieles a su misión, sin ocuparse del rebaño, dejando se les extraviaran y dispersaran, pero se anuncia un solo rebaño, y un solo pastor, que las unirá.

Llega Jesús, como el que  cumple como -así anunciado- el buen pastor, que fiel a la tradición, es el pastor misericordioso, y en su persona realiza la esperanza del verdadero pastor esperado, y Él es quien delega a ciertos hombres una función pastoral en su Iglesia (al papa, Obispos y sacerdotes).

Pedro, recibe después de la resurrección, la misión de  apacentar a la Iglesia entera (la palabra “católica”, quiere decir eso: Iglesia entera o universal, única y verdadera). A otros pastores, se les encarga velar por las Iglesias: son los “ancianos” y los “episcopois” (sacerdotes y Obispos). Y, a ejemplo del Señor, han de buscar a las ovejas perdidas o extraviadas -¡en ello estamos-!; también han de vigilar contra “lobos” devoradores que no tendrán consideraciones con el rebaño, son falsos doctores, que arrastran a la herejía... (y no hace falta citarlos).

El solo nombre de “pastor” nos hace pensar en las cualidades de los pastores y la forma de proceder de Dios, cuyos rasgos más claros, son: apacentar a la Iglesia de Dios, y ello con corazón (misericordia), y de forma libre y desinteresada, haciéndose modelo del rebaño, a modo y semejanza de Jesús.

¡Cuánta la pena de Miguelito Jiménez, pastor del Caideros de Gáldar, cuando su familia, por sus muchos años, le vendieron 80 de las 100 ovejas, dejándolo solo con 20..., ¡como lloraba al verlas ir en el camión que se las llevaba!, pero alegre me dijo -lo vi en el entierro de otro pastor-, y me dijo lleno de alegría: “¡las tengo a todas preñadas, y pronto tendré 40, y el próximo año tendré ya 80...!” Así, es el pastor: da la vida, por sus ovejas, y no hay quien se las quite (amenazó diciendo, si le quitaban las 20, se encerraba en una habitación, no hablaba, no comía, y se cambiaba de barrio en 15 días exactamente [tradición y memoria colectiva], como hacían los guanches al hacerse emparedar, para morir]).

Pues, que viene el Santo Padre, el Papa, el Pastor de la Iglesia de Jesús, a cuidar del rebaño y a alimentarlo (“no solo de pan vive el hombre...”), y el Padre Báez, continúa, con lo que pretende ser una casi catequesis, en torno a su figura, tan denostada por los enemigos de la Iglesia, llenos de odio al que solo reparte amor, pues es vicario de quien es el Amor: Dios.

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