martes, 2 de agosto de 2011

Aquel anciano


Sí el abuelo aquel, que ni miraba al nieto, sino al horizonte, con la vista perdida entre el cielo, y sin ser preguntado afirmó, sin que el nieto le preguntara, habiendo un sol que rajaba las piedras: “¡mañana, llueve!”, así, parcamente, sin más. Y pensando el descendiente: “¡este viejo, ya chochea!” Y al día siguiente: llovió.

Esto es sabiduría, sabiduría y cultura, que se pierde: ¿cómo supo el anciano o abuelo, iba a llover al día siguiente?, ¿qué señales vio que le hizo decir, tal aseveración? Esto, es lo que perdemos. Y perdemos la fe, porque –y este es otro-, le dice también a su nieto: “¡reza, hijo, para que llueva, porque el sol, sale todos los días!”  ¿Rezar, dijo?

Sí, se tendrá que volver al campo, y lo que se tarde en ello, será lo que se tarde en salir del hambre, las tragedias, suicidios, paro, delincuencia, etc., etc., pero cuando vuelvan o vengan al campo, ¿quedará algún sabio, que enseñe ordeñar, no ya a leer o echar las cabañuelas?

Se está tardando y retrasando mucho el volver a cuando -gracias a Dios- aquí no había turismo, y todo el mundo era agrícola y ganadero, y todo el mundo tenía trabajo, comida y felicidad. Y se iba a Misa, de madrugada (se salía de la Iglesia, antes de salir el sol, y la Misa  era en latín y de espalda al pueblo; ahora, el que anda de espalda a la Misa, es la noche y sus ocios, y cuando no el carnaval, que aquí, dura medio año (¡bueno: el año entero!).

Y no, no crea nadie, me he puesto nostálgico, y ando trasnochado -que eso lo hacen los que duermen de día y malviven de noche- es que: o recuperamos la fe y el campo, o estamos doblemente perdidos. Y a ambos o ambas, las han liquidado, desde el mundo de la política, que en lugar de respetar tradiciones y religión, se han encargado solo en desaparecer a una y a la otra (trabajo e Iglesia católica).

Y mientras, nuevos credos, campean, sobre las ruinas del viejo, haciendo retroceder al populacho, a la Edad Media Baja (recomiendo se repase algún libro de texto sobre la Historia, ¡y verán lo que es bueno!). Sabido es, que un pueblo, sin trabajo, y sin fe, es muy fácilmente manejable, para los intereses políticos, a los que más de un tonto creyéndose intelectual, les hace la cama, con la descalificación, y llorando porque el agua de riego está muy cara.

Y uno, que recuerda su adolescencia y salud, sabe de cuantas cosechas de secano, que con la sola serenada de la noche, se cogía un paperío; y estaban las otras, las de invierno, que por mor de la estación lluviosa,  ya las regaban las nubes, y hasta no faltaban, los que al año, cogían aunque pisándose, hasta tres cosechas; ahora, cogemos turistas. Y la tierra, el único fruto que nos da, son los incendios, pues, todo asilvestrado, todo seco, caminos y cercados desaparecidos por la maleza, y ¡multa al canto, si ud toca algo -todo protegido-!

Y vote, vote ud; no los bote, sino vote, para que este estado de cosa siga igual, pues, ¿hubo uno solo -a excepción de Don Antonio Ortega, Alcalde de San Mateo-, que dijera, hay que volver a la agricultura y a la ganadería?
¿Comeremos de la basura y mierda, que nos dejan los turistas, enfermos y borrachos que nos mal visitan?, ¿trabajaremos todos en hacerles las camas, y limpiarles los retretes?, ¿es esa a la dignidad que no eleva y sube el Gobierno y los Alcaldes, y de paso el Cabildo?

¡Ah, babiecas -así se llamaba un caballo famoso (¿saben de quién?)!, porque esa es otra:  la cultura del campo, desaparece, pero la otra, ¿por dónde asoma? Tópicos, y ataques, descalificaciones e insultos, ¡Dios, qué pobreza mental, cultural, social, cultural, espiritual, fraternal, etc., etc.! Envueltos en una idiotización e ideologización comecocos, llevando a la memez, y estupidez mayúscula, por parte de unos y otros; y como alguien alce un poco la voz, y cabeza: ¡¡palos de muerte!!

¡Qué pueblo éste, que tiene como a enemigo, no a quien lo esclaviza, sino al que intenta abrirle los ojos! De pena ud, de pena. El Padre Báez, que le ofrece esta reflexión, ante el panorama que nos asola: Cuando se vuelva al campo, no habrá quién nos enseñe nada de la cultura, usos y costumbres del pasado, porque habrán desaparecido la generación puente, y será nuestra desgracia, todavía mayor o peor, pues “el que no sabe, es como el que no ve”, que dice el refrán (y mientras, enseñan a jardineros a gente en paro).

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