jueves, 18 de agosto de 2011

SARA


Está Sara, la esposa de Abraham; pero también está la otra Sara, la gitana, la criada de las santas mujeres, y según un documento del siglo II, “fue testigo de la resurrección de Jesús”. En el sur de Francia, tiene su templo y es festejada grandemente por los gitanos por ser de su misma raza; ésta, según parece procedía de Egipto...

Y aunque no venga a cuento, en El Lasso, al parecerme cuando en los ochenta el Obispo me encargó de la parroquia por crear en el Barrio, al creerme o sentirme como entre gitanos (¡con perdón), me encomendé a la santa gitana, y pasando el tiempo la puse como titular, y patrona del lugar, siendo al presente la única parroquia en el mundo, con esta advocación o titular e imagen.

Y a decir verdad, les encantan la patrona a los feligreses de dicha parroquia, y aunque su fiesta es el 25 de mayo, la celebran con el Cristo de la Misericordia, el 14 de Septiembre; la tienen como una reina gitana, llena de faldas superpuestas, mantones, flecos, colorines, con ropas adecuadas al uso y costumbre, y llena de baratijas -también oro- entre sus muchos collares y otras joyas y fantasías (pendientes, aros, trabas, broches, etc.).

Y si estoy hoy hablando de santa Sara, es porque, que uno sepa, la única imagen de santa Sara, la única parroquia de santa Sara, la santa de mi devoción primera, y que para que el Barrio de El Lasso, la conociera bien, vinieron -hice venir- desde Francia a dos sacerdotes, para que nos hablaran en novena a la santa, sobre su vida, obra y milagros. Pero...

...heme aquí, en mi habitación, y en el silencio ante el ordenador, y dispuesto a escribir sobre otros temas, oigo que alguien, en la calle, llama y grita cariñosamente, varias veces a alguien con este nombre, que a un servidor tanto le dice -y tanto que fui ex profeso a las Santas Marías de la Mar a Francia, para documentarme y conocer in situ el santuario de la santa y traer algo del original- que extrañado miro por la ventana, a ver quién lleva tan sugestivo como hermoso nombre, y...

... asombrado quédeme, cuando la vecina, con criada incluida, saca a pasear a un gordísimo perro, que obeso, no puede subir de la calzada a la acera, mientras que una coqueta y más dinámica y delgada perrita, corretea, como una loca, meando entre las palmeras de la avenida, y observo, que la tal “sara”, es el nombre de la perra...

Pues, ¿qué quieren que les diga? Recuerdo a Toby, a León, a África, a Florido, Capitán, Tigre, etc., pero nombre de personas a perros, en mi niñez y juventud... ¡no, ninguno!; que ahora, los perros se llamen como los cristianos..., ¿pondrán nombre de perros a los cristianos? Sencillamente, me dio pena. Si su madre -la de la perra-, se llamara o se hubiera llamado Sara, ¿se llamaría “sara” su perrita? Me parece que los santos merecen un respeto, e incluso, los que llevan esos nombres, pues que me llame Roberto, y oiga que llaman a un perro con ese nombre, como que no. Algo grave debe estar pasando, cuando pasan estas cosas.

Que los animales tienen nombre, bastaría recordar los de Florida, Pintada, Maravilla, Mariposa, Canela, etc., los de las vacas de mi padre, pero no Carmela, Josefa,  Dolores... Que es bonito, cada cosa esté en su sitio, y llamemos por nombres apropiados a lo que se llame, y no ese mezclarlo e igualarlo todo.

Por otra pienso, si el subconsciente les traiciona, y al no tener hijos -es el caso- proyecta sobre la perra, el cariño y nombre de la hija que no tiene y acaba creyendo, el animal es cual persona, a la se la llama hasta con nombre propio de mujer. No sé. En todo caso, creo que no, no es lo más propio, ni adecuado, Pero -y nunca mejor dicho- ¿quién le pone el cascabel al gato (aquí y ahora, al perro)?

El Padre Báez, que se sintió herido, al oír llamar Sara a una perra (creo, tener razones).

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