martes, 1 de marzo de 2011

(170): ¿POR QUÉ LA ARQUEOLOGÍA?

 
    Un servidor, lleva atado a la arqueología, desde los pocos años; pues mi padre, ya me hablaba de los guanches, como si los hubiera conocido personalmente –por tradición oral-. Y es el caso, que desde niño, me apasionó el tema, inculcado por el que nació junto a la necrópolis de Arteara, perteneciendo a la familia de los Veras (Báez Vera).
 
    Ya a los 13 años –hace ya 50 años- indagaba entre las tumbas de los guanches, como tratando de acercarme más a ellos, al estar junto a sus huesos, y así fue como fui descubriendo sus secretos.
 
    Ha sido medio siglo, de seguir la huella de aquellos antepasados nuestros; he descubierto, verdaderas joyas de la arquitectura de los guanches; y creo, nunca –mientras viva- voy a dejar lo que a tan temprana edad me inculcaron; y tanto, que forma parte de mí la arqueología y sus yacimientos.
 
    Ya el culmen fue licenciarme en Historia (Universidad de Comillas [Madrid]); fruto de todo esto, han sido los varios libros que sobre los guanches he escrito, empresa en la que continúo, como un deber moral y una obligación cultural.
 
    Me siento muy feliz, al poder haber visitado y conocer, prácticamente todo lo que los guanches nos dejaron; la curiosidad me ha llevado a lugares inimaginables, para rastrear la huella de nuestra identidad.
 
    Creo, que indagar en nuestra propia cultural, es lo más apasionante que pueda haber, y da muchísimas satisfacciones. Y, aunque parezca mentira, a veces sueño, que descubro momias, y demás (¡se sueña lo que se piensa y vive!).
 
    Te vas metiendo en el tema, estudias, investigas, etc., y se te hace una pasión, se convierte en una droga, en una adicción. Mi caminar por la isla, es un mirar al suelo, tratando de encontrar –y así es- algo de los guanches. 
 
    Todo lo anterior, me ha llevado a una lucha constante por conservar nuestro patrimonio, y sobretodo mantenerlo como nos lo dejaron los guaches (de ahí mi guerra contra las planchas de hierro que algunos “arqueólogos”, han metido en los yacimientos).
 
    El Padre Báez, que sin pedantería alguna, hoy ha querido darles unas pinceladas biográficas (disculpen, la aparente falta de modestia; simplemente, para que –por favor- me comprendan).
 
 

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