miércoles, 8 de febrero de 2012

¡Ya me extrañaba a mí!

Y es, que todo, tiene una explicación, o razón de ser; pasa, que ciego uno, no la veía, pero se hizo la luz. Después de mucho pensar -porque es que me extrañaba mucho-, esa proliferación de carreras: carreras por todas partes, por la capital, por los campos, por los pueblos, atravesando la isla, por las otras islas, subiendo edificios, con personas de capacidad reducida, con bicis y a pie (alternando), y en ello: niños, jóvenes, militares, políticos, alcaldes, presidentes, concejales, consejeros, amas de casa, atletas, aficionados, mayores, ancianos, extranjeros, etc. y esa gran movida, debía tener una explicación, y: ¡eureka! (¡la encontré!).

Que por el simple hecho de correr, no me lo creía; por el turismo y ver el paisaje -cosa imposible, porque se pasa frente al monumento o lo que sea, sin mirarlo, sino al suelo, por donde se pisa y corre; menos lo del premio, porque no creo sea gran cosa, salvo la numeración, y entrar el número 1 o en el puesto 3.284, que al fin y al cabo, todos van a salir en la lista. Entonces, eliminado razones, y después de mucho pensar –repito, encontré la razón de tantas carreras, durante todo el año, por todas partes, y para todos los gustos.

Está claro, que nadie se lanza a correr, sin más, como cuando uno se levanta de la cama, y después de hacer algunos estiramientos, y haber tomado aire en la ventana, haciendo respiraciones profundas; que tampoco sale uno a la calle, a correr, sin más, con las chanclas o zapatillas de estar en casa, y menos con el chándal, pantalón corto o pantalón para andar entre civilizados. No sé si me van comprendiendo, porque ésta, ésta es la pista, que nos lleva a la meta (no la de después de equis kilómetros, sino a la razón de tanto correr, y ello, sin tón ni són).

Pues, vamos ya al grano, que la cosa no es tan difícil salvo que la ceguera (mental), nos impida ver que dos y dos son cuatro. Y que una masa informe, alocada, se eche al campo, por carreteras o calles, avenidas o pistas, o a subir escaleras, de forma desaforada, es algo bien distinto a ir al trote pausado, una carrera suave, una marcha atlética, o mejor -o que un servidor hace a diario- un paseo de media horita, después de almorzar. Y lo malo de todo esto, es: que todos bailan al son que les marcan, de forma irracional, sin saber por qué, y entrando en el juego de unos listos, que se aprovechan de la situación, y hasta la protagonizan y publicitan, por la conveniencia de ellos (que no corren, sino que nos empujan a correr (¡a un servidor, no!).

Que para correr, como ya se habrá imaginado -por las pistas (no las de correr), dadas, es fácil deducir, que hace falta todo un equipo, propio de quien entra en competición, y acepta las reglas del juego, pues para ello, como es sabido hay que: inscribirse, te dan el número, y te exigen unas condiciones complementarias, sin las cuales, la meta no es para ti o usted, que ha de sujetarse a las normas, según la dirección y organizadores. Por supuesto, que voy a ser breve, y no voy sino a reseñar lo mínimo, y ello, para que descubran el secreto (o la madre del cordero).

Si usted quiera correr, en esos maratones o/y similares, tiene como mínimo que, disponer del siguiente equipo:
+ gafas deportivas, por si las moscas, el polvo, el sol, etc.                117.00 €
+ zapatillas de pisada neutra (asics gel nuimbus).                        108,00 €
+ GPS, almacenamiento de datos, lectura de frecuencias card.     307.00 €
+ camiseta transpirable e indispensable                                        42.00 €
+ pulsómetro, para datos de velocidad, distancia...             205.00 €
+ etc., etc. se pone por encima de los 800.00 €, y ello, sin contar una serie de complementos como son: los guantes, los calcetines, las cintas, gorras, pantalón de corredor, zamarra, sudaderas, etc., etc.

Pues chiquito negocio, que se hace quien yo me sé, animando a correr a todo el mundo, que como babiecas, caen en la trampa, y van a vestirse o pertrecharse para la ocasión, y aún prescindiendo de algo de lo señalado, la broma, no le sale a nadie por menos de los 500,00 €, justo lo que algunos no ganan al mes, para comer y vivir. ¡Pues se lo gastan en correr (de esa forma engañan al hambre)! Y los que se forran y se ponen las botas, no hay que citarlos, porque sería hacerles publicidad gratis, y no, por ahí no paso, pero que no hace falta, porque cada uno sabe, dónde compra todo eso y más.

¡Vamos, negocio redondo!, por unos listos, que hacen correr a  muchos tontos, y a costa de sus sudores, ellos venden lo que no hace falta, sino desde las normas ridículas, pues para correr, nunca hizo falta nada de eso, sino que tener la necesidad de hacerlo, y sin esa parafernalia. Encima nos engañan que corriendo hacemos turismo (¡si y van sacando fotos!,¿no te digo?, ¡y se paran para contemplar el paisaje!). Es un auténtico engaño. Y en ello, ya no solo los establecimientos del ramo o tiendas especializadas, en áreas comerciales, y fuera, sino que: agencias, organizadores, inscripciones...

El Padre Báez.

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