viernes, 10 de febrero de 2012

Malo, malo...

Malo, malo...

... cuando un pueblo, calla y traga. Me refiero al régimen ancestral, sin cambio, sino en las apariencias, desde hace ya más de 80 años (¡por poner una fecha!).

Todo sigue igual salvo el nombre, pero que esto, no significa nada. Nadie sabe cuándo va a acabar la crisis, por más que nos pongan fechas, pero la cosa va a más, y crece sin parar (no hace falta diga a qué me refiero).

Tenemos a muchos jóvenes, faltos de libertad, y sobrados -algunos- de libertinaje; ellos, representan un revolución a la que no se la ve asomar por ningún lado, cual si felices vivieran en la actualidad.

Por ningún lado asoma, ni se ve venir la solución. Muchos universitarios, pero como si allí les quitaran las fuerzas, el dinamismo, y su solo enemigo fuera la Iglesia, por no estar en sus ondas. Así manipulados.

Nadie protesta por nada, habiendo tanto por qué hacerlas. Se acuerda uno de aquella juventud, en un medio más hostil, y cómo las hacíamos, aunque fueran clandestinas. Y las pintadas, ya nada denuncian.

Periódicos y televisión, emisoras de radio y medios informáticos, están en manos de tiranos. El eco contra Franco, después de tanto, sigue en la voz muda de tantos y todos, como si el pasado nos solucionara el futuro.

No se usan las redes sociales; que han cambiado el norte de África, viniendo de ahí, de ese continente, la gran lección. Aquí, los dictadores –con apariencias democráticas- tienen larga vida; no mueren.

¿Dónde están hoy los rebeldes?, ¿qué discurso oyen en las universidades nuestros estudiantes?, ¿acaso hay alguna sublevación estudiantil (que son los que deben coger el timón, y no los de siempre y de vuelta del retiro)?

¿Aquí quién lucha?, ¿dónde un solo líder de la resistencia a tanto desmadre? Aquí, todos están rendidos (solo ven carnaval que celebrar). Nadie debate la solución a la crisis (prohibido hablar del sector primario).

Todos miran hacia adelante, sin querer mirar a lo que no es pasado, sino eterno: agricultura y ganadería, para sobrevivir y vivir. Todos en milicias diferentes, pero sin guerra alguna. Nada se reivindica.

El reto está, en volver a que el tabaibal, vuelva a ser Canarias. El tabaibal, anda cuales avestruces, con las cabezas enterradas bajo tierra, pero sin cultivar la tierra, la que nos sacaría del hambre, del paro, de la crisis...

Al tabaibal (antes canarias), le falta su primavera (no me refiero a la meteorológica). Lo pero de todo es el conformismo en el que vivimos, y ello sin inquietud alguna; pasividad total, indiferencia, apatía...

Nos hacen correr a todos, y nos entretienen con ello; no conformes acuden al fútbol, para despertar las pasiones más bajas (que pueden llegar a matar); nos lo aderezan además, con el pleito insular por una foto allí de aquí...

Hay una batalla que ganar: cambiar perro por cabras; y se empeñan en potenciar los perros en desmérito de las cabras. Los perro como si fueran animales que den leche. Te prohíben cabras, no perros...

Los perros, están dañando nuestro frágil y valiosísimo ecosistema. ¡Qué distintas las cabras!, ¡cómo lo favorecen! Estamos quedando prisioneros, en unas islas que nada producen, y nos traen la comida de fuera...

Tendríamos comida suficiente para nosotros, si nos dejaran volver a la tierr y cultivarla, sin trabas, sin prohibiciones, sin vigilancia, sin multas... la gente del campo viven y tienen miedo, miedo que los paralizan...

¿Cuánto tiempo, vamos a aguantar así?, ¿hasta dónde podemos llegar?, ¿qué rumbo vamos a tomar?, ¿se ve alguna salida a este drama?, tenemos una población en grave riesgo de alimentación; la gente está tocada...

... tanto mental, como física. No se sabe hacia dónde tirar (y solo se nos habla del turismo-turismo-turismo...). la gente no sabe qué hacer. La información, nos mienten y entretienen. Hay desorientación...

El problema, es la comida. Las despensas se quedan sin provisiones. No se sabe qué dirección tomar. No hay seguridad alguna; se pierde la confianza. Se busca salidas y no el volver a viejos esquemas (¡con nuevas miradas!).

Hay fincas, que han desparecido; nadie reivindica la vuelta en funcionamiento de las mismas; cada vez, tenemos menos agricultores, la ganadería casi está desaparecida también, y la alternativa es: turismo...

Los pordioseros crecen como berros...
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El Padre Báez.

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