martes, 14 de julio de 2015

salir

Salida del Tabaibal...
“... me estoy hundiendo en un cieno profundo...” (del salmo 68).
“... la tierra abrasada... la tierra extenuada...” (del salmo 67).
“... nuestra tierra dará su fruto...” (del salmo 84).
“... la tierra ha dado su fruto...” (del salmo 66).
“... pobre... en esa tierra tuya...” (del libro del Deuteronomio 15, 7-8).
... y volando sobre las nubes, y debajo el mar, en un blanco entre celestes y azules, grises y reflejos de luz solar, y aunque no se vea nada y ello -porque además de ir junto a una ventanilla-, te tocó sobre el ala, y a medida que te alejas del Tabaibal (antes Canarias) te va entrando -sin darte cuenta- una paz y sosiego, porque cada vez más, van quedando atrás, y lejos, las tabaibas.
Y quieras que no, te veas libre de su acoso, de su omnipresencia agobiadora. Y viajar es -aunque no lo haga uno por o de placer- una terapia psicológica y hasta física, al verse uno libre de aquello que te atosiga, te oprime, te hace daño. Y atrás quedan cual maldición lo que europa nos protege, y el miedo ambiente guarda y cuida. Y viaja uno -por una semana- a Madrid; exactamente al Escorial, donde la Escuela de la Caridad, donde aprenderemos o nos enseñarán a dar de comer a los que las tabaibas han robado los terrenos y han parado a todo campesino que allí cultivaba algo. Sí, caridad (Cáritas) a, y para los que las tabaibas han parado. Parados que nada pueden cultivar, porque, está prohibido y protegida la tierra y solo consiguen -más allá del paro y del desempleo- que salvaje y sin orden, la maleza -o basura- crezca, y ello de tal forma y manera, que por culpa del miedo ambiente, que se dicen defensores del mismo (el medio), lo que consiguen es acabar con la flora endémica, flora autóctona, flora al fin nuestra, que desaparece por la voracidad de plantas asesinas, mortíferas, envenenadoras. Y así lo que es llamado protección, es justo todo lo contrario o al revés: no protegen, sino que eliminan y desaparecen plantas, que como en el caso de las tabaibas, son únicas en el mundo, y desaparecen por siempre, para siempre in eternum. Endemismos y plantas endémicas, son “devoradas” por las tabaibas, sin que esta tenga un enemigo o depredador, que las frenen o destruyan, que a ellas las extingan y desaparezcan. Y así, si los incendios controlados acaban con la fauna, las tabaibas -por su parte- acaban con toda flora, que no sea ella misma. Y, volviendo a los pájaros, ¿serán los aviones, los únicos que crucen nuestros cielos y espacios? Por lo pronto -y como es obvio- entre las nubes y por encima del mar, no hay tabaibas. Y, llegados a tierra, la vista descansa, porque a la redonda no se ve ni una sola tabaiba. Pues, ¡qué alivio! Sin tabaibas, todo esto, ¡parece mentira! La maldición queda atrás. El mal, es protegido. Y ya es mala suerte, nos haya tocado la envenenadora planta de la tabaiba, y que seamos los únicos en tenerla, es como una maldición. Pues si ya que la tenemos -¡y tenemos tantas!- fueran de algún provecho o beneficio, pues como que sí, pero siendo estéril, o dando una leche amarga, ¿dónde y qué universidad o laboratorio alguno, le saque alguna utilidad?; pues ¿no iba a darle Dios,  alguna potencialidad o energía (o fuerza), que es lo mismo, para nuestro bien, y a falta de que alguien descubra lo que esconde? Y entonces, ¿la desprotegerían para poder sacarle la leche (u ordeñarlas)? En este caso -que fuera algo útil y bueno, en lugar de erradicarlas -y ahora sí- súper protegidas, digamos para qué sirven, y en lugar de su declarado número uno de sus enemigos, me volvería en su paladín y defensor, en su protección y colonización de la isla e islas. Y es que desde la distancia -y en este caso- desde la altura, como que la cosa se ve mejor, pues a veces el árbol te impide ver el bosque.
El Padre Báez.
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40. Los océanos no sólo contienen la mayor parte del agua del planeta, sino también la mayor parte de la vasta variedad de seres vivientes, muchos de ellos todavía desconocidos para nosotros y amenazados por diversas causas. Por otra parte, la vida en los ríos, lagos, mares y océanos, que alimenta a gran parte de la población mundial, se ve afectada por el descontrol en la extracción de los recursos pesqueros, que provoca disminuciones drásticas de algunas especies. Todavía siguen desarrollándose formas selectivas de pesca que desperdician gran parte de las especies recogidas. Están especialmente amenazados organismos marinos que no tenemos en cuenta, como ciertas formas de plancton que constituyen un componente muy importante en la cadena alimentaria marina, y de las cuales dependen, en definitiva, especies que utilizamos para alimentarnos.
41. Adentrándonos en los mares tropicales y subtropicales, encontramos las barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc. Muchas de las barreras de coral del mundo hoy ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: «¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?»[25]. Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar como resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el aumento de la temperatura de los océanos. Todo esto nos ayuda a darnos cuenta de que cualquier acción sobre la naturaleza puede tener consecuencias que no advertimos a simple vista, y que ciertas formas de explotación de recursos se hacen a costa de una degradación que finalmente llega hasta el fondo de los océanos. (de la encíclica de Francisco: Laudato si).

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