domingo, 12 de julio de 2015

caña

Caña (caridad) tabaibera...
“... pastor y cultivador de higos... junto al rebaño...” (del libro del profeta Amós 7, 12-15).
“... nuestra tierra dará su fruto...” (del salmo 84).
“... árboles frutales... y animales...” (del salmo 148).
“... te juro por el Señor... que no tengo ni pan...” (del primer libro de los Reyes 16, 29-17, 16).
... la que da de comer, en lugar de dar la caña. En este caso, no se trata de mandar a nadie a la mar (o a la costa a pescar), sino sustituir la caña, por la soga (para que amarre una cabra, oveja o/y vaca -y digo amarrar, porque si suelta, el miedo ambiente y el seprona, si te ven con el animal suelto, te recetan-), y quien dice la soga, mejor que cojan la azada, que está la tierra, esperando los sudores de quienes la rieguen con su trabajo, el de tanto parado acercándose a todas las Cáritas
y otras ong parecidas que dan de comer gratis, en lugar de sacarle la comida, el pan a la tierra, aunque para ello, ándese también con sumo cuidado, porque si la tierra que labra es -sin usted saberlo, porque solo ve tierra-, y ha sido declarada tierra de paisaje, tierra de extrema y gran protección -o como si no lo fuera-, tierra natural, o de otras muchas y variadas clasificaciones, sin especificar que es de cultivo, mejor cave su tumba -en esa misma tierra-, sea declarada como sea, porque la multa que le va a caer encima, ¡es de muerte, o de crimen de lesa gravedad, pues no lo paga con tres perras (céntimos), sino con miles de euros (millones de pesetas). En todo caso, que los que administran -por no decir: los que nos gobiernan-, que procuren los tabaiberos (antes llamados y conocidos por canarios), que de volver a la tierra de la que sacar su sustento, como así siempre fue desde que el mundo es mundo y en él está el hombre (también los animales) desde su creación –se crea o no en ello- y así lo dijera Francisco de Asís, en su: “canto a las criaturas: “... la hermana madre tierra, que nos sustenta y cría...”, y que otro Francisco (el Papa), en su encíclica “Laudato si”, de mil maneras nos dice algo parecido. Pues, que es el caso, que el número de los que acuden o van a centros de la caridad o de Cáritas u otros similares, va a más, y cada vez es menos lo que hay para repartir, y mientras la tierra -protegida- almacenando comida de sobra y dando hierbas en cantidades tales que no es comprensible se dé de comer a los animales de ella –a todos y a los pocos que van quedando- piensos venidos o traídos de fuera, sin dejar los animales prueben lo que la tierra de aquí les oferta, y que las autoridades lo prohíben. Es decir, no dejan alimentar a personas, ni a animales de lo que tan generosa como abundantemente nos da la tierra, que lo que más nos quitan es la posibilidad de trabajar en ella, terminándose así el paro o crisis, que ellos -los políticos- mantienen, porque les renta más lo que entra de fuera, que lo que sale de dentro.
El Padre Báez.
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36. El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener. En el caso de la pérdida o el daño grave de algunas especies, estamos hablando de valores que exceden todo cálculo. Por eso, podemos ser testigos mudos de gravísimas inequidades cuando se pretende obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental.
37. Algunos países han avanzado en la preservación eficaz de ciertos lugares y zonas –en la tierra y en los océanos– donde se prohíbe toda intervención humana que pueda modificar su fisonomía o alterar su constitución original. En el cuidado de la biodiversidad, los especialistas insisten en la necesidad de poner especial atención a las zonas más ricas en variedad de especies, en especies endémicas, poco frecuentes o con menor grado de protección efectiva. Hay lugares que requieren un cuidado particular por su enorme importancia para el ecosistema mundial, o que constituyen importantes reservas de agua y así aseguran otras formas de vida. (de la encíclica de Francisco: Laudato si).

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