jueves, 30 de julio de 2015

lucha

Lucha contra las tabaibas...
(Nota: Las citas bíblicas hoy, las pone el papa Francisco en: Laudato si).
...es también, la lucha contra la pobreza; o lo que es lo mismo: lucha por la justicia social y solidaria. A la realidad, hay que evaluarla, para que pueda tener un cambio social. La dignidad de las personas, es sagrada (no las tabaibas, que están aquí, por encima y por delante del hombre). El hombre o ser humano, es la medida de todas las cosas. Nunca se ha de tener al hombre como un instrumento, sino como un medio en todo caso.
En el centro, se ha de poner o colocar a la persona. No solo se puede caminar tras el dinero como es lo que hacen con las multas el miedo, el sepro y el cabildo (los tres son uno). Las tabaibas y esta política recaudatoria generan exclusión social. Se excluye y se olvida a los pobres campesinos, ricos en otros tiempos por el cultivo y la ganadería. Los políticos son los responsables de las faltas de derechos de los hombres del campo. Hay y tenemos que reclamar al Estado, que deje y estimule la participación de la sociedad, y esta participación tenga sus garantías. Pues ya vemos, cómo no se crea empleo, y ello mientras no se abra el campo a la agricultura y a la ganadería -cosa que impiden las tabaibas- no será posible. Mi propuesta es esa, y no creo exista otra. El compromiso lo han de tomar los de arriba; la masa, que haga presión; si no, “el hambre nos come por las paras arriba”. La sociedad (lo social), y lo político han de ir de la mano. Hace falta y hay que programar (no hay, ni tenemos programación alguna al respecto). Hay que abrir las puertas del campo; abrir hacia los horizontes de siempre. Hay que renovar el cultivo, y cambiar el de tabaibas por lo que nos de comida (y de paso trabajo). Hay que transformar o cambiar la pobreza y la situación social que esta genera. Falta evangelio y espiritualidad -dicho sea de paso-. El primero nos invita a estar en medio del mundo; tenemos que hablar y denunciar la pobreza que generan las tabaibas...
El Padre Báez.

Aunque no es la primera vez que lo cito, en esta ocasión, me parece más que oportuno. Se trata, del mayor de los vascos (Pedro Urbistondo, con siete apellidos más):
Hola cura!

Quizá el bien común  pueda existir en nuestra sociedad cuando sus individuos basen su filosofía en como siempre decía usted, “el amor y el servicio”. Mi opinión es que esto facilitaría el abrir huecos entre políticas, abusos y tabaibas. Ayudarse, apoyarse con simpatía en lo posible para salir todos hacia adelante, con el único interés de favorecernos mutuamente. Esto crearía unos vínculos y experiencias que no solo provean bienestar y gozo, sino dotarían de más fuerza y claridad para analizar y sortear la situación tabaibera.

Siento parecer pretencioso.

Abrazo, cura.

Le paso este enlace donde están los cuadros de mi última colección: "Palmera Canaria".
http://www.artelista.com/tags/urbistondo
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Nota Previa: Cansado esta uno de poner citas de salmos y profetas, como hace el papa en esta ocasión, sin más (El Padre Báez).
72. Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: «Al que asentó la tierra sobre las aguas, porque es eterno su amor» (Sal 136,6). Pero también invitan a las demás criaturas a alabarlo: «¡Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes, alabadlo, cielos de los cielos, aguas que estáis sobre los cielos! Alaben ellos el nombre del Señor, porque él lo ordenó y fueron creados» (Sal 148,3-5). Existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos.
73. Los escritos de los profetas invitan a recobrar la fortaleza en los momentos difíciles contemplando al Dios poderoso que creó el universo. El poder infinito de Dios no nos lleva a escapar de su ternura paterna, porque en él se conjugan el cariño y el vigor. De hecho, toda sana espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el amor divino y adorar con confianza al Señor por su infinito poder. En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo, y esos dos modos divinos de actuar están íntima e inseparablemente conectados: «¡Ay, mi Señor! Tú eres quien hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso brazo. Nada es extraordinario para ti […] Y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios» ( Jr 32,17.21). «El Señor es un Dios eterno, creador de la tierra hasta sus bordes, no se cansa ni fatiga. Es imposible escrutar su inteligencia. Al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas le acrecienta la energía» (Is 40,28b-29).(de Laudato si: encíclica de Francisco).

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