viernes, 28 de enero de 2011

    CHILLIDA, NO; ¡CHILLIDOS!
   
    Chillidos, gritos, voces, alaridos, quejidos, lamentos, lloros, ajijidos..., hasta desganatillarse uno, hasta que quedemos roncos y mudos, hasta que nos oigan y se dejen de majaderías, de hacer daño a nuestro patrimonio, hasta que desistan de romper a Tindaya. Hay que dar muchos chillidos, y chillar todos, para que abandonen la descabezada idea del Chidilla (o su familia) ese.
 
    Que si todo esto es por una cueva del vasco en nuestra canaria Tindaya, que las hagan donde quieran, pero que si de algo estamos aquí sobrados, es precisamente de cuevas, que además de las naturales –infinitamente más bellas y hermosas que las del vascuence ese- que además las tenemos por muchos miles, están también las artificiales que hicieron los guanches: cuevas del Rey, cuevas del caballero, cuevas santuarios, cuevas sepulcrales, cuevas habitacionales, cuevas graneros, cuevas de las harimaguadas, cuevas de los faycanes, cuevas de los guaires, cuevas, cuevas, cuevas... ¡muchas cuevas! No nos sobran ninguna, pero no hace falta una, que rompa con la armonía, y la tradición: cuevas cruciformes, cuevas con brea, cuevas con hoyos, cuevas con estrellas, cuevas con triángulos (pubis), cuevas, cuevas, cuevas..., ¡muchísimas cuevas!, ¿y qué aporta la cueva de Chillida?, ¿acaso es necesaria esa cueva, teniéndolas todas y más?; ¿la cueva de un vasco? R/. ¡No, gracias!
 
    En realidad, más que de una cueva –que lo es- muy desproporcionada, en altura y ancho, y parta nada, es un pretexto, para extraer (“sacar” en canario) la piedra valiosísima  (traquita), que tiene Tindaya en sus entrañas, y que nos hablan de una obra de arte, cuando es una obra de especulación, de robo, de trapicheo, de negocios, de juzgado, de cárcel (¡dentro habría que encerrarlos a todos los que la quieren hacer y darles leche de tabaiba a beber, y que no vean el sol, hasta que... mueran dentro!). Y, como no son creyentes, no van a pedir perdón, pues que sea cueva sepulcral, para: los estafadores, mentirosos, mafiosos, ladrones, etc., que engordaron, rompiendo el pasado.
 
    Y hasta por teología o teodicea, por Dios o Acorán (que es lo mismo), por ecología o eco-teología, por San Francisco de Asís, que vio en la naturaleza –y lo es (desde los filósofos anteriores al cristianismo, y el guanche San Agustín)- la prueba de la existencia de Dios: su obra maravillosa, que debemos respetar, cuidar y no estropear, ni romper; justo como lo que pretenden con esa enorme cueva, sin uso, sin necesidad, sin razón, que quieren hacer en Tindaya.
 
    Que si la montaña hablara, seguro diría: “¡quita p´allá!”, “¡ni me toquen!”, “¡¡quietos ahí!!” Y ya que la montaña no habla, prestémosle la voz, y hablemos por ella; hablemos por los que callan cobardes; gritemos y chillemos, y digamos no y mil veces no a Chillida. En todo caso, hagan esa “obra de arte” en espakistania, ¿es que no tienen montañas allá?; ¿por qué tienen que venir a una isla escasa de montañas, y encima en una montaña sagrada, a romperla? 
 
    No debe prevalecer el negocio-arte de un vasco con unos políticos y empresarios canarios y fuereños, ante el arte de los guanches, expresados en unos podomorfos y otras manifestaciones en la montaña de Tindaya, la misma que poniendo a Chillida de por medio como valedor y disculpa, quieren destrozarla, sin respeto al arte nuestro (por otro falso y fuereño).
 
    Pero, voy a cambiar de literatura, y vamos a ir más despacio y firme (seguiré en esta nueva línea):
 
    Todo esto es un engaño; ¿recurso renovable?; ¡el impacto geológico!; ¿no es un espacio protegido?; ¡tiene interés cultural!; ¿vaciar la montaña?; ¿acaso no saben se trata de un lugar con numerosas chimeneas, con estratos horizontales, llenos de traquita?; hay en la montaña más de 250 pies, en 52 paneles, con varios que han desparecido, sin que se haya hecho investigación alguna al respecto (?); ya en (me va a faltar tiempo, y pido paciencia al lector) 1960, se ve como obra inviable; ya se nos dice entonces, y les dicen la montaña se hundirá si se procede a lo que pretenden; esto, de llevarlo a cabo, es tanto como dinamitar la democracia (es mucho lo que está en juego); estamos hablando de una auténtica profanación profana; de hacerse lo que se pretende, esto tiene una lectura: no se custodia, sino que se estropea nuestro patrimonio; está más que claro, que los Chillidas, están locos por el dinero de la traquita (¡y no son los únicos!).
 
    Los amigos de las Leyes, tienen que consultar la del 4/1989 del 27 de marzo, y verlo claro. Estamos ante un punto de interés geológico. Hay un Inventario, hecho o realizado por el Instituto Geológico Minero de España, donde se declara a la montaña de Tindaya con la categoría de “monumento natural”, y esto lleva aparejado el reconocimiento de los tres supuestos previstos en la Norma (científico, cultural y paisajístico): Sigo con las leyes, para citar –entre otras, para no cansar- la de Espacio (Ley 11/1990 de 13 de Julio, de prevención de impacto ecológico, donde Tindaya quedó definida, como “área de sensibilidad ecológica”. A la vista de los parámetros incluidos en el estudio básico de impacto ecológico, todos los supuestos se encuentran representados en el proyecto monumental de Tindaya.
 
    En Tindaya, hay flora y fauna especial y restos arqueológicos e históricos y paisajísticos, que se deben y tienen que respetar, según la Ley citada. La del 19 de Diciembre, de Espacio Natural de Canarias, confirma el interés múltiple de esta montaña (Tindaya).
 
    El Proyecto Fénix, fue otro Proyecto de Espacios protegidos, que aprobado en marzo del 93 (1993), por el Gobierno y admitido a trámite por el parlamento de Canarias –el mismo año (dice)- declara monumento natural de formaciones geológicas, los yacimientos paleontológicos y demás elementos de la GEA, que reúnen interés especial por la singularidad o importancia de sus valores científicos, culturales y paisajísticos (ya dicho).
 
    1994, el... el redactor del Proyecto, contactó con Chillida, a través del ingeniero José A. Fernández Ordóñez, que conocía las gestiones del escultor desde 1985, en distintos países (Italia, Suiza, Finlandia...) para obtener el permiso de vaciar una montaña, con el no respectivo de dichos países, y se inicia la primera versión por encargo del Gobierno de Canarias. La polémica se inició con la presentación en febrero del 95 del Plan Especial de Protección de la montaña de Tindaya, redactado por el arquitecto José Miguel Alonso Fernández-Aceituno...
 
    Por encargo del cabildo de Fuerteventura -y fue este el primer proyecto- el que planteó la posibilidad de la intervención de Eduardo Chillida, para integrar el espacio afectado por la actividad minera en la montaña, supuestamente por un procedimiento de reconstrucción paisajística. También se debió al redactor del proyecto, la gestión inicial con Chillida, para proponer Tindaya como montaña elegida, para el proyecto. Detrás de todo esto, está  la piedra traquita..., el 14 de marzo del 95, la Empresa Cabo Verde, S.A. firma contrato con la empresa semipública Saturno, por el que se convertían en socios, con relación al proyecto monumental de la montaña de Tindaya. Los proyectos de la “cantera” (ya no es “montaña”). Solicitan al Gobierno en 1977 para extraer la traquita de la montaña. Y, ahí: empieza todo.
 
    La obra, no puede hacerse, si no se cambia antes la Ley de Espacios Naturales de Canarias, porque el aprovechamiento minero, la extracción de la montaña, es incompatible con esta Ley, que cataloga a Tindaya como monumento natural.
 
    Ten(go)emos todo: documentos, leyes, etc., y lo v(oy)amos a denunciar, porque la firma de Paulino con la familia de Chillida, es para extraer la traquita; y conste: tengo –repito- toda la documentación, con pruebas, para denunciar esto, que va contra las propias leyes.
 
    Recuerdo, han desaparecido 21 pies (podomorfos), sin investigación para recuperarlos.
 
    Eso, se va a hundir: la montaña está formada por apilamientos –estratos- horizontales y verticales, con innumerables fisuras, repartidas a distancias regulares.
 
    Todo esto es un tinglado, que se va a caer, y luego, dirán: “¡lo siento!”, pero se habrán mamado, los millones que salen de ahí. 
 
    El Padre Báez, que va a seguir defendiendo el patrimonio arqueológico y otros, de la humanidad en Canarias: lo que nos dejaron los guanches (como ellos lo harían). 

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