domingo, 9 de enero de 2011

(121): MOTOS POR YACIMIENTOS

        A veces, se encuentra uno, con la huella de las gomas o ruedas de motos y de bicis que se salen de las carreteras convencionales, y van de por libre, como si “todo el campo, fuera orégano”. Y no señor, no está bien, porque estos amigos de la libertad y de las dos ruedas, a veces –repito- son un daño y un peligro, para –además de otros daños- los yacimientos, y en general a la arqueología.
       Pues, ya va siendo hora, se ponga freno y control y en lugar de perseguir tanto al inocente e inofensivo agricultor o ganadero –los pocos que quedan- se vigile, controle y sancione a estos amigos de abrir caminos y pasar por todas partes, sin reparar en el daño que causan.
       Nada digamos, cuando a las motos, se les suman las mismas de cuatro ruedas, sean o no coches –que también-, tal vez emulando los rallys por los desiertos. No me cabe la menor duda –también uno es motero o motorista- el placer de pilotar, los paisajes, la aventura, etc., no compensa se destroce el campo, la ecología, la tierra, el paisaje, etc.
       Me consta, del grave daño que ocasionan a lugares arqueológicos, y puesto que quienes tienen el deber de dar la voz de alarma, no lo hacen, lo hace un servidor, haciéndoles caer en la cuenta, que dejan destrozados, restos y huellas arqueológicas de unos dos mil años.
       Hay, pues, que preservar de los dichos, nuestro rico patrimonio, diseminado por toda la geografía insular. Protejamos de estos amigos del deporte motorizado, los yacimientos, nuestras raíces y señas de identidad cultural y otras. Que se aplique también la Ley, en estos casos.
       Un servidor, ha visto irrecuperables y destrozados lugares de interés, sin que nadie haya dicho ni pío. Con lo fácil y económico que sería vallar estos sitios, y así defenderlos de estos depredadores de la naturaleza. Seguro, que con las planchas de hierro (corten) colocadas en el Maipés, o en La Guancha, habría para vallar todos los demás yacimientos.
       No se debe permitir, que las gomas o ruedas de más motos, pisen y rompan, ese rico legado, que por más que esté abandonado, por parte de quienes deben cuidarlo, no está bien, so pretexto de deporte o afición, a la que acuden con equipos muy caros de: monos, calzado, cascos, y otros complementos, propio de “niños de papás”, se les permitan todo, incluso la desaparición de nuestro patrimonio, que es de todos, nuestro y del mundo.
       En el fondo, la situación demuestra el interés que por parte de la cultura, y de la política, merecen nuestros yacimientos arqueológicos, que una pista de placer, puede atravesar, sin más un poblado, una necrópolis (cementerio) o cualquier otra manifestación guanche.
       El padre Báez, que pone, una vez más el dedo en la huella que dejan las motos y similares, en los yacimientos, al no estar debidamente vallados.

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