domingo, 30 de enero de 2011

(142): OBRAS SOBRE ARQUEOLOGÍA

     Así lo entiendo en mi poco entender, que cuando se tiene conocimiento que en una obra han aparecido restos arqueológicos, de inmediato hay que reaccionar, y así avisar lo primero a la policía municipal o del lugar, e informarle que hay restos de los guanches en tal o cual obra. Estos, presumiblemente, darán cuenta a alguien del Ajunta y miento encargado de estos asuntos arqueológicos, ya que debe existir ese departamento, al frente del cual debe haber un responsable o jefe, que debe personarse en el lugar citado para ver in sito y comprobar la veracidad de lo denunciado. Imagino que este jefe avisará al cabildo y desde el Gobierno llegará la orden de  parar la obra.
    Si no lo hacemos así, nuestro patrimonio llega a desaparecer, comido por el cemento. Razón por la cual alguien de urbanismo debe también mediar, con el concejal del ramo o séase de infraestructuras. Todo ello debe llevar a un encuentro o reunión entre los empresarios y los del Ajunta y miento. Para entonces, ya debe estar el informe del arqueólogo (desconfiándose siempre del que presenta la empresa, por ser parte interesada y por saberse cómo actúan). Es decir, esté de por medio un arqueólogo serio (¡cosa harto difícil, pero no imposible [se puede pedir ayuda al exterior, y que venga de fuera; los de aquí, mandarán colocar planchas de hierro, y que siga la obra]).
    ¡Amigos, cuántas plazas y aparcamientos, se han dicho de ellos que en sus subsuelos no hay restos arqueológicos, cuando aún son visibles, públicos, sabidos, notorios y descarados. Y esto dicho por el Ajunta y miento, haciendo honor a su definición etimológica.
    Por eso, desconfiando del Ajunta y miento, hay que ir a otras fuentes más seguras, y exigir que se revisen bien los escombros que los camiones sacaron de la obra en el vertedero (pongo por ejemplo); y así arqueólogos serios –aquí no los hay- para que encuentren los restos arqueológicos que hay o estaban en el lugar. Poca consideración merecen lo que dicen personas corrompidas, que ante el vil dinero, se cargan la cultura. Cualquier obra que se vaya a hacer, previamente, debe ser excavada arqueológicamente (al menos, para que los arqueólogos hagan algo, pues de lo contrario estarán en paro y frustrados).
    El Padre Báez, que historiador, está dispuesto a echar una mano en la verificación de los restos arqueológicos.

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