viernes, 14 de enero de 2011

(126): ARQUEÓLOGOS Y LA MEMORIA HISTÓRICA

 
    Hace 75 años, cuando la guerra del 36, en lo que antes era españa (ahora espakistania), de un bando y del otro, hubieron por igual masacrados, y ello sin razón crímenes fraternos. Represaliados son llamados algunos. Fosas comunes. Y la autorización de inhumarlos. Y en ello, unos pobres arqueólogos venidos a menos, en un trabajo para el cual no fueron preparados en universidad alguna, toda vez, que se les enseñó a tratar a muertos de la prehistoria, no de la memoria histórica.
 
    Malo le parece a un servidor, que una profesión tan cualificada, venga a menos, y se  preste al juego de abrir  heridas ya cicatrizadas, y se dejen manipular para insultar y hablar de dictaduras, de asesinatos, de golpistas, de masacrados, de tirados a fosas o tumbas furtivas, de barbarie, de... ¡con la que nos está cayendo, y así echando balones fuera!
 
    Ya me gustaría, que los esqueletos que manipulan los arqueólogos, fueran los de los guanches, y dejen a forenses y a otros este menester de venganzas y odios, y dejen descansar donde quiera que estén los enterrados (que en esto no hay diferencia por el lugar). Pues, no creo sea el puesto de unos huesos del 36 al 39 y de más acá un museo arqueológico o similar. Que hay un puesto para cada cosa, y cada cosa ha de estar en su sitio. Por supuesto, no niego el derecho que tiene todo muerto, a estar en el cementerio de su pueblo o lugar donde lo dejaron.
 
    Que por otra parte, muy otra ha de ser la tarea del cabildo con sus arqueólogos -si es que los tiene-; que no hagan dejación de su oficio, y se cambien a algo que no les es propio, y aquí vale lo de “zapatero a tu zapato”.
 
    Y cuando andan con el ADN de los fusilados o no, más me gustaría saber qué pasó con aquellos anteriores en el tiempo, cuyos restos andan dispersos, cuando no en sendos almacenes en Maspalomas (todo un cementerio en naves, por poner un solo ejemplo), por no citar, los miles de depositados en otros tantos lugares (me contó un pastor, al que se le perdió una cabra, que cuando fue a buscarla la encontró sobre el esqueleto de un guanche, que sigue en la hendidura de ese risco, donde la cabra se estaliscó).
 
    Es aquí (ahí, donde el esqueleto del guanche bajo las pezuñas de la cabra), donde me gustaría ver y saber se mueven los arqueólogos, y no haciendo lo que no le corresponde, por no adecuarse a su profesión. La arqueología, es una ciencia del pasado; no para o de una guerra, que algunos se empeñan en no olvidar. 
 
    El Padre Báez, que reza por estos muertos, pero le interesa más los muertos guanches.

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