miércoles, 10 de febrero de 2016

topa

La cabra topona...
... ¡una desgracia como cualquier otra! Tener una cabra que topa (o topara), era un accidente que se podía evitar con no acercarte a ella; otra forma era la de defensa con un castigo al animal, cosa que nunca se debió hacer, sino defenderse limpiamente, poniendo distancia de por medio.
Que bastaba con verla empinarse, elevarse o levantarse sobre las dos patas traseras, para tomar impulso y la caída con fuerza sobre el distraído amo o curioso, podía ser no solo de mal gusto, sino de un gran disgusto. Alguna, hubo que quitarla por ello, porque que entre ellas se topara, como juego o por rechazo, como que normal, pero que descargara contra un ser humano -fuera o no su amo y dueño- toda su energía, era demasiado y no precisamente una caricia, que a veces se podía evitar -aún con desconfianza, y nunca dándole la espalda para verla venir-, con un manoseo por parte del pescuezo y el entrecuerno, que no siempre evitaba la sorpresa, y tratándose de niños pequeños por entre ellas, o simples mujeres, no era cosa de correr riesgos de romper huesos o dejar carnes molidas, que al fin y al cabo fieras son o eran si enfado o no te tenían y que solo si espantada o con miedo asustada se huía y retiraba de su víctima, que siempre desde lo inesperado, sorpresa entre cuernos, todo, menos agradable. Problemas en el pesebre, en el ordeñe, limpieza de cama, en el tránsito sin más. Una cabra que topa, mala cosa. Las habían que se arrancaban y con tal furia, que hasta balando para darle mayor ímpetu; mejor no tenerla.
El Padre Báez, que ni siquiera por lo que antecede descalifica o justifica a una cabra se la mate; en el caso citado, cabía ser prudente, no descuidarse, y ¡hasta bueno era, para que con ellas, o con alguna, algo más que un respeto se tuviera!, que excepción siempre hubo, y hasta una oveja negra.
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“... no hacen caso...” (Is58, 1-12). / “... inicuos perseguidores...” (salmo 118). / “... ¿Hasta cuándo, culpables? Discursean profiriendo insolencias, se jactan... trituran, oprimen, asesinan,  degüellan, necios, ignorantes...” (salmo 93).
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Los ecologistas, los defensores de los animales, los animalistas, los de los “derechos” de los animales, los contrarios al maltrato animal, los amigos de los animales, los pastores, los independentistas, los libres sin partidos, el pueblo en general, todo el mundo en masa, niños, jóvenes, adultos, ancianos, profesionales de los medios no comprados, informadores libres, Gran Canaria toda, tienen una cita con un servidor en el Valle de Agaete el viernes, en su Asociación, a las 20,30 para tratar el tema de las cabras que mata el cabildo. Acude, por favor, las cabras merecen nos movilicemos en su favor: entraron en la isla con los cannarii, acompañaron a los guanches, han estado siempre en el Macizo del Noroeste, ¿por qué las matan y a las que no, las dejan heridas en maltrato sufriendo? Es imprescindible tu asistencia y apoyo; también escucharemos tu voz. No me faltes, no me falles. La Historia, te lo agradecerá, y tu propia conciencia te dejará en paz. Hay que ganar esta guerra declarada por el cabildo contra las cabras libres (quiere poner en su lugar sabinas, cedros y pinos, donde no va a pegar ¡ni uno!). Saben: les espero (mejor si van a acompañados, y no olvide avisar a quien no lo sabe: viernes al Valle de Agaete). El Padre Báez.

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