martes, 23 de febrero de 2016

Picasso

La cabra de Picasso...
clip_image001 ... sí, hasta el malagueño universal, no quiso irse de este mundo sin tener su propia cabra: “La Chiva”, que pasó antes por yeso y acabó en bronce, que fue una forma de inmortalizar a la cabra y así evidenciar -como venimos diciendo desde muy atrás, y en repetidas ocasiones-, el poder de las mismas.
Además, es símbolo de fertilidad para el autor. Curioso no se vea en ella lo real y clásico de toda cabra, sino la “deformación” cubista, propia del estilo no clásico y realista de la misma, pero muy aproximado. Cabe añadir -se podría decir mucho más, pero...- que es cabra -la de Picasso- que supera el tamaño de una normal, y es obra del autor a punto de cumplir sus 70 años; detalles de no mucha importancia, pero que ayuda a la comprensión de esta escultura, que para un servidor, tiene el mérito siguiente: en las diferentes manifestaciones del polifacético artista, no quiso irse de este mundo sin dejar recogida de entre sus muchas obras, la que no podía faltar, y ahí está su cabra, nuestra cabra, con todos sus atributos: pezuñas acampanadas; ubre erótica y provocativa, cornamenta coqueta y alegremente rematada a lo andaluz; lo de la chiva que le da nombre; la de lomo hundido por los años del animal; de abombada panza y estrecho pescuezo; etc., etc.
El Padre Báez, atreviéndose con el análisis o comentario –no muy afortunado- de una obra de arte, por la que pasa un tanto irrespetuoso, por no hilar más fino sobre este animal, que no obstante su estilo, mantiene las formas más elementales. Pues ya pudiera reflexionar el cabildo sobre esto: seguro, que Picasso, no hubiera firmado el mandato de acabar con ellas a tiros, por más que con ello a gente de su tierra se le pagara un sueldo por tal menester.
“... un baifo de tus rebaños...” (salmo 49). / “... las praderas se cubren de rebaños...” (salmo 64). / “... el numeroso rebaño...” (de la carta de la Iglesia de Esmirna sobre el martirio de san Policarpo).
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Ciertamente, me abruma y sorprende, me extraña y..., no sé, no sé:
Disculpe mi atrevimiento por estas palabras que le escribo... Pero he visto y leído ciertas cosas de usted y necesito comunicarle mi agradecimiento...
Por ello, le ruego que acepte mis  felicitaciones... Es un regalo todas sus palabras y le agradeceré eternamente su cordura emocional... Si todos descendemos de un mismo Padre, usted es la prueba al regalarnos sus consejos como buen hermano...
Espero que siga siendo así siempre y no cambie nunca, pues todos perderíamos un gran hombre y un excelente consejero...
Espero que no olvide nunca mis agradecimientos cuando algún día recaiga en dudas, pues son sinceras y respetuosas, movidas por la necesidad de agradecerle todas sus palabras que regala a todos....
Sin otro particular, le saludo con mucho aprecio... Gracias. (Estéfano Viu).

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