miércoles, 14 de octubre de 2015

yogures



¿Comemos yogures de tabaiba? (P.M.)...
“... cuando comáis o bebáis...” (1Cor 10, 24.31).
... “a palabras necias, oídos sordos”. A ver si oyen éstas: Decía Tácito: “Ubi solitudinem facium, pacem appellant” (“Hacen un desierto y lo llaman paz”). Sigamos, pues: Difícil con la austeridad  crecer y crear puestos de trabajo. ¿Posible confiar en la política, que ni es sólida ni nos mantienen?, ¿cómo recuperarnos? Vivimos las consecuencias del euro: nos ha vuelto insolidarios, nos ha embarcado en la miseria, desapareció la prosperidad, ha hecho fuerte solo a Alemania..., ¿qué ha logrado en positivo tanto en la cultura como en la economía? ¡Solo pobreza!
Somos el resultado de los errores europeos, que ciegos e ilusos nos han metido en esta locura en la que deliramos. Solo hemos perdido la paz, la prosperidad y hemos sucumbido en la calamidad en la que nos movemos, pues no respetaron ni nuestra economía, y tampoco nuestra cultura (o tradición). Y así: ni unión, ni autoridad, ni nada en común. Hemos venido a depresiones profundas, con el mayor paro, con deudas, perdemos generaciones, no hay recuperación, el desempleo aumenta (el 75 % [o más] de jóvenes en paro), sin confianza alguna en las instituciones, surgen extremismos políticos, surgen resentimientos, se desmoronan los acuerdos, mayor austeridad que crece, pronósticos pesimistas (realismo puro), crisis de crédito, crisis bancarias, imposible ruptura, irresponsabilidad, ni competencia ni exportaciones, no nos sostenemos, construir tantas viviendas nos arruinaron y no sirven de nada (vacías), la construcción es una muy mala economía, no competimos con nadie ni con nada, tenemos recursos pero no les importan, somos vulnerables, ¡ya consiguiéramos el nivel de antes de la crisis!, solo cabe la emigración de no cambiar y esto parece imposible, nada invertimos, vamos de recesión en recesión, desequilibrados, nada producimos, caemos, no competimos, empleos hundidos, salarios bajísimos, sin ajustes, economía estancada, rescatan bancos, sin auge posible, no entra capital, tenemos refugiados (sin comentario), nadie demanda algo, sin ajustes, dependencia total, sin economía doméstica, desequilibrio interno ante la macroeconomía extranjera, estancamiento prolongado, sin recuperación posible, sin cambio de enfoque, anulación de la democracia, nos dictan desde fuera, tenemos fantoches en política local (cuales marionetas), la soberanía está fuera (¡y nos gobiernan desde ella!), y esto se mantiene y prolonga..., ¿hasta cuándo? Pues, comeremos yogures de tabaibas, sin dudarlo. ¡Mira por donde!
El Padre Báez.
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214. A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización de la población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente. Dado que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones dotadas de poder para sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos controlarnos y educarnos unos a otros.
215. En este contexto, «no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano»[150]. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del mercado. (del obispo de Roma -“el dulce Cristo en la tierra”- [que dijera santa Catalina de Siena], el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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