viernes, 23 de octubre de 2015

regalos



Regalos tabaiberos...
“... la izquierda llevan infamias..., la derecha llena de sobornos...” (del salmo 25).
... los que hace el cabildo del Gran Tabaibal, que tiene según me cuentan en Tafira Baja, por donde el antiguo seminario diocesano, un vivero o algo afín, donde regalan plantas, y he aquí que el papá con su hijo, muchachote el chico, van a por el regalo cabildicio, y ante la oferta gratis del ente, el sensato padre, no duda en elegir entre los árboles frutales y ya no sé si pidió un castañero y un nogal -o lo que fuera, en número y en variedad-, que al solicitar más de la cuenta le dijeron que los pedirían y que volviera, y bla, bla, bla...,
que no viene a cuento, que lo que les quiero de verdad contar, es lo que viene ahora, que también el muchachote, -¡angelito mío!-, también en la carta de oferta tan variada, va y se decide por un pino y un viñátigo (un servidor, les jura por lo más sagrado, que mí, no conocer lo que es un viñátigo), pues al grano. Esto, merece una reflexión o consideración: con la que está cayendo y aunque nada cayera, es el caso, que un hombre, hecho y derecho, elija árboles frutales, que dan comida, como que es lo más normal y cuerdo, pero que el descendiente, ya maleado por la formación escolar recibida, haga defensa y discuta con su progenitor, sobre las ventajas y el por qué ecológico de su extraño  y raro modo de proceder o actuar, no creo el padre le dijera, pero hijo: ¿no ves el pino desgracia la tierra donde lo plantes?, y en cuanto al almácigo, ¿eso qué coño es?, ¿qué fruta da, si es que da alguna fruta? Pues, yo como de los que planto, mientras que tú, si tuvieras que vivir de lo que te den tus dos arbolitos del diablo, ¿qué comerías?, ¿acaso pinocha? Pues, mis amigos, éstas tenemos. Un cabildo verde, que regala árboles para forestar, pero no de comida, sino de miseria y más hambre, y en lugar de enseñar a una pobre y desnortada juventud perdida, que los árboles que no dan fruto, como dice Jesús en el Evangelio, hay que arrancarlos, y plantar un frutal en su puesto, ¡pues como que no señor!, aquí, regalamos basura, para que esta juventud perdida, sigan perdiendo esta isla más que perdida, porque si con las tabaibas teníamos poco, ahora te regalan viñátigos y pinos, ¡pinos y viñátigos les daba yo a ellos, para que coman -exclusivamente- de sus frutos.
El Padre Báez.
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232. No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento abandonado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. Así una comunidad se libera de la indiferencia consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad común, de una historia que se conserva y se transmite. De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los más pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar una casa común que Dios nos ha prestado. Estas acciones comunitarias, cuando expresan un amor que se entrega, pueden convertirse en intensas experiencias espirituales.
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo
233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre[159]. El ideal no es sólo pasar de lo exterior a lo interior para descubrir la acción de Dios en el alma, sino también llegar a encontrarlo en todas las cosas, como enseñaba san Buenaventura: «La contemplación es tanto más eminente cuanto más siente en sí el hombre el efecto de la divina gracia o también cuanto mejor sabe encontrar a Dios en las criaturas exteriores»[160]. (del obispo de Roma, el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).
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Amistad y fraternidad, fraternidad y amistad obligan; razón por la que como respuesta al comentario de ayer (Las letras “P. M.”, en los últimos comentarios tabaiberos, ¿a quién o qué corresponden?...), su autor, me pone el siguiente correo, que les paso. Dice cosas mejores que un servidor; lean, lean... (como pueden ver sigue dándome titulares e ideas):
FERNANDO, gracias por tu serenidad y por los piropos. Oye, si el agua caída barriera con tantas tabaibas, daría gritos de aleluya por ver la tierra limpia. Y así  ver nacer rábanos, jaramagos, nísperos, manzaneros, etc. Hay que seguir soñando con un cabildo más lleno de sabiduría sobre cómo hacer que nuestros campos sean productivos; de lo contrario, lo nuestro se va a pique... Saludos y paz con el agua bendita que está cayendo.
Paco Martel.

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