sábado, 31 de octubre de 2015

guerra (2)



Guerra a las tabaibas (2)...
“... rebaños de ovejas y toros... en toda la tierra...” (salmo 8).
... que ha robado el terreno a los corderos; y de ellos, la carne que no comemos; de las tabaibas tampoco nada. Las penurias son absolutas. Las  circunstancias comienzan a ser dramáticas. Y nos ponen huertos en la ciudad -entre coches- y en los patios de recreos de colegios de niños, al tiempo que el sepro y el miedo persigue a los que los mantienen en su sitio: en el campo. Nos han encarcelado a todos, solo andan con libertad, los políticos. Nuestras casas son ya “villas miserias”. Tenebroso es el panorama. ¿Dónde anida la esperanza?
Esto, ¿cuánto va a durar?  Han echado abajo al sector primario..., el campo está derrotado. Vivimos entre privaciones. Se ven caras con angustias. Hay dificultades en las familias. Muy difícil ganarse la vida en estas circunstancias. Se nos ha privado del campo (entregado totalmente a las tabaibas). Ni agricultura, ni ganadería. Ya, ni se compra, ni se vende. Una vaca no se ve (salvo en romerías). Otra posibilidad no queda, sino la de emigrar. Todo se ha vuelto en romerías con reminiscencias campestres. Trabajo no hay, pero fiestas sobran por todas partes. Nos salva en parte, la llegada de turistas que vienen a curarse de sus enfermedades. Han cambiado los campos y los pueblos. Esto, es la muerte. Las carencias alimentarias comienzan a ser más que penosas (¡lo sabré bien, como cura acompañante de Cáritas en el arciprestazgo de Telde-sur!), que no tanto -todavía- en ambientes rústicos, a donde comienzan a llegar, donde las propiedades -por prohibición y multas- dejan ya de producir. Los mercados de llenan de productos venidos de miles de kilómetros de fuera y de muy lejos. Solo avanza la pobreza. Crece el bosque de tabaibas por todas partes. Gallinas y cochinos, ¿eso qué es?, se preguntan los jóvenes. Nada se sabe ahora de la matanza, morcillas, chicharrones, etc., y que nadie se atreva (¡por la multa que le puede caer encima!). ¿Hacia dónde nos dirigimos?; nadie lo sabe (salvo que no es para bien o mejor). Persiste el mal de las tabaibas, sin remedio o cambio alguno. Ya sin fauna (solo la perruna). El campo no se cultiva; de los barrancos han desaparecido el agua, por culpa de los pinos. El alimentarnos bien, empeora, y esta es nuestra peor guerra...
El Padre Báez.
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246. Después de esta prolongada reflexión, gozosa y dramática a la vez, propongo dos oraciones, una que podamos compartir todos los que creemos en un Dios creador omnipotente, y otra para que los cristianos sepamos asumir los compromisos con la creación que nos plantea el Evangelio de Jesús.
Oración por nuestra tierra
Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza.
Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin dañar a nadie.
Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.
Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.
Oración cristiana con la creación
Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas,
que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas,
y están llenas de tu presencia y de tu ternura.
Alabado seas.
Hijo de Dios, Jesús,
por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno de María,
te hiciste parte de esta tierra,
y miraste este mundo con ojos humanos.
Hoy estás vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado.
Alabado seas.
Espíritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del Padre
y acompañas el gemido de la creación,
tú vives también en nuestros corazones
para impulsarnos al bien.
Alabado seas.
Señor Uno y Trino,
comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte
en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud
por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos
con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen el bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, tercero de mi Pontificado.

Franciscus

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