sábado, 24 de octubre de 2015

coño



“¡Bendito coño canario (o tabaibero)!”...
“... tenía una higuera plantada en su viña...” (Jesucristo, en el evangelio de san Lucas 13, 1-9). / “... la tierra nos proporciona alimento y vida...” (de los sermones de san Pedro Crisólogo, obispo).
... que dijera el obispo Don Antonio Pildain y Zapiain, y ello porque los penitentes al confesarse decían haber dicho coño, cual si pecado fuera, y en ello nos catequizaban, y de ahí la frase del pastor de la Diócesis entonces. Pues, en la españa de allá, de donde él venía, allí se blasfemaba en lugar del dicho coño, que aquí lo sustituía, y por eso su famosa frase, dado que aquello sí era pecado y esto, ¡ni mucho menos!
Que, si hoy les cuento esto, es porque un Domingo atrás, un feligrés me confiesa que: se pegó un gajazo, y se le escapó el me cago en D... y que desde entonces no había podido dormir, no se le quitaba del pensamiento y vino a por la absolución. Y esto, me recordó aquella anécdota ocurrida en Tejeda, y me la contaba el protagonista en El Lasso, hace más de 30 años, que siendo niño, él y su hermano tuvieron que ausentarse de la casa por mor del ganado en trashumancia, y que el recado de su madre o recomendación fue, que no se acostaran a dormir, sin antes rezar el rosario; y así lo hacían, solo que entre tantas aves Marías y otros tantos Padres nuestros, el pequeño, cansado del trajín del día se dormía (se iba quedando dormido) y su hermano mayor lo despertaba con: “¡que reces me cago en D...!”, y me vino a la mente ahora más fresco lo que en Cazadores, un sábado antes de la Misa, me contó Antoñito (un anciano del lugar): que un señor, no dejaba de cagarse en D..., a lo que su esposa le recriminó sobre tal comportamiento, y este fue el razonamiento de aquel “blasfemo”, mira -le dijo- si me cago diez veces en Dios, y dos en el diablo, prefiero lo primero, porque me acuerdo de Él, otras tantas veces; mientras que del otro mejor ni nombrarlo, porque si lo llamas, se hace presente, y te amarga la vida. Así que, hoy, les dejo, estas anécdotas de un ayer lleno de amor a Dios, dentro de una sana ingenuidad y no faltos de sabiduría. Pues a un gran devoto y practicante fiel, su único pecado que reiteradamente confiesa, con frecuencia, es solo también lo mismo, el sabido me cago en D... cada vez que algo le sale mal, o tiene un infortunio; y le tengo dicho y redicho, que en su opción por Dios y en su fidelidad y comportamiento con todos los mandamientos, nombrando así a Dios, si le ofende, es sin querer, y no habiendo intencionalidad en ello, no hay pecado, y por más que le perdono para su tranquilidad y provecho de otros pecados veniales. Pues, mis amigos, dicho queda, y espero no haber escandalizado a nadie. Sin más, son cosas que pasan y a uno le toca recogerlas, y si tiene algún mensaje positivo: ¡que les aproveche (o al menos sonrían, por lo de a mal tiempo, buena cara)!
El Padre Báez.
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234. San Juan de la Cruz enseñaba que todo lo bueno que hay en las cosas y experiencias del mundo «está en Dios eminentemente en infinita manera, o, por mejor decir, cada una de estas grandezas que se dicen es Dios»[161]. No es porque las cosas limitadas del mundo sean realmente divinas, sino porque el místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los seres, y así «siente ser todas las cosas Dios»[162]. Si le admira la grandeza de una montaña, no puede separar eso de Dios, y percibe que esa admiración interior que él vive debe depositarse en el Señor: «Las montañas tienen alturas, son abundantes, anchas, y hermosas, o graciosas, floridas y olorosas. Estas montañas es mi Amado para mí. Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y en el suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. Estos valles es mi Amado para mí»[163].
235. Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural. A través del culto somos invitados a abrazar el mundo en un nivel distinto. El agua, el aceite, el fuego y los colores son asumidos con toda su fuerza simbólica y se incorporan en la alabanza. La mano que bendice es instrumento del amor de Dios y reflejo de la cercanía de Jesucristo que vino a acompañarnos en el camino de la vida. El agua que se derrama sobre el cuerpo del niño que se bautiza es signo de vida nueva. No escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios. Esto se puede percibir particularmente en la espiritualidad cristiana oriental: «La belleza, que en Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar la divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por doquier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces y en los perfumes»[164]. Para la experiencia cristiana, todas las criaturas del universo material encuentran su verdadero sentido en el Verbo encarnado, porque el Hijo de Dios ha incorporado en su persona parte del universo material, donde ha introducido un germen de transformación definitiva: «el Cristianismo no rechaza la materia, la corporeidad; al contrario, la valoriza plenamente en el acto litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su naturaleza íntima de templo del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho también él cuerpo para la salvación del mundo»[165]. (del obispo de Roma, el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).
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Lo de la lluvia y sus destrozos, tiene una simple y llana explicación: Con el abandono de la agricultura se ha dejado de canalizar aguas a los barrancos, con acequias, zanjas, canales, tajos, surcos, machos, tornas, represas, etc., pues todo lo contado está obstruido, y el agua campa a su aire. Si se volviera a la agricultura, al mar no se iba ni una gota de agua, pues sería canalizada, y conducida a estanques, aljibes, presas, o al barranco (sin destrozos, ni llevándose la tierra, y por los barrancos corrían aguas cristalinas y limpias), etc. Pero, sin agricultura, ésta es, otra de las consecuencias, más allá del paro y del hambre. Por otra parte, lo del amigo, pues como bien dice el refrán, no ha mal que por bien no venga. Lea, lea..., ¡por favor!:
HOLA PADRE BÁEZ. ESTOY INUNDADO E INCOMUNICADO. PERO AL MISMO TIEMPO ESTOY MUY CONTENTO PORQUE, AL MENOS POR AHORA, NO VENDRÁ  POR AQUÍ A SEGUIRNOS OPRIMIENDO, EL SEPRONA,  NI NINGUNO DE LOS ESBIRROS CALBILDICIOS (EL MIEDO AMBIENTE), Y MUCHO MENOS EL AJUNTAyMIENTO, AUNQUE SOLO SEA PARA AYUDAR EN EL ARREGLO DE LA PISTA O CARRETERA.CON ESTO QUIERO DECIR QUE PREFIERO -POR MUY MALAS QUE SEAN LAS INCLEMENCIAS DEL TIEMPO- ANTES QUE A LOS PERSONAJES MENCIONADOS.
CORDIAL SALUDO. (Don Fco. S.).

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