sábado, 17 de octubre de 2015

café



“Un día iré a tomar un café con leche contigo, pero que no sea con leche de tabaiba” (P. M.)...
“... a este que no hace ningún trabajo...” (Rm.  4, 1-8).
... eso me dijo el hermano sacerdote y amigo. Por supuesto, que no le echaré al café leche de tabaiba, ¡ni loco! Eso, sería fuego. Nos mataría. Y lo que hay que hacer, es impulsar el comercio, para que haya inversión. La globalización económica nos ha perjudicado grande y gravemente, pues ha aumentado la pobreza. ¿En qué nos ha beneficiado (si es que nos ha beneficiado)? En nada. Habrá beneficiado a los bancos, pero a nosotros, nos ha hundido, parado, aniquilado.
La crisis va a crecer y va a ser devastadora. Ya estamos, bien golpeados (con el fútbol como droga, no nos enteramos [o no se enteran]). Nada producimos. Esa es nuestra fragilidad mayor. Y nuestra triste Historia. Sin recursos. Y nuestra recuperación, no es débil; sencillamente, no hay recuperación. Las consecuencias de todo esto, está todavía por ver, pero se las intuye. Y los políticos, no intentan hacer algo. Solo austeridad y más austeridad (sin voto de pobreza, pero la vivimos a la fuerza). Encima, nos pueden recurrir. No se combate la crisis. Sobre esto no se debate; sí sobre el fútbol. Tampoco sobre alguna industria posible, pero sin materia prima, sería como soñar con imposibles. Nuestra Historia, está interrumpida, parada, quieta. Nada cambia, todo sigue igual y hacia peor. Los políticos, no responden. ¿Qué futuro nos aguarda? El pueblo -drogado con el fútbol- no reacciona. Nada exportamos. Nada cambia. Las instituciones, están en Babia. No hay camino de salida. No nos abrimos al exterior. Así no hay economía posible. ¡Y mira que acumulamos reservas!, pero de nada nos sirven. Sector privado no existe. Necesitamos fondos externos. Los nuestros por explorar, reservados, ignorados. Desaparecen los salarios (reducidos a unos pocos [los enchufados de y en la política-administración-uniformados, etc.]). Sin ahorro, imposible invertir. Equilibrio externo, desequilibrio interno. Otros exportan, nosotros importamos. Otros producen, nosotros demandamos. Sin producción, el consumo se reduce. Aquí, solo se invirtió en viviendas (y sabemos bien el resultado). Las familias consumen cada vez menos. Los bancos, culpables. Jugaron con necios y desinformados. Deudas sin cuento... “¡Un café con leche!” -¿Con leche de tabaiba?
El Padre Báez.
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218. Recordemos el modelo de san Francisco de Asís, para proponer una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona. Esto implica también reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiar desde adentro. Los Obispos australianos supieron expresar la conversión en términos de reconciliación con la creación: «Para realizar esta reconciliación debemos examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad de actuar. Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del corazón»[153].
219. Sin embargo, no basta que cada uno sea mejor para resolver una situación tan compleja como la que afronta el mundo actual. Los individuos aislados pueden perder su capacidad y su libertad para superar la lógica de la razón instrumental y terminan a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social y ambiental. A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales: «Las exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión de fuerzas y una unidad de realización»[154]. La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria. (del obispo de Roma, el papa Francisco, de una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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