jueves, 15 de octubre de 2015

con o sin



¿Con las tabaibas o sin ellas? (P.M.)...
“... lo alimentará con pan...”  (Eclesiástico 15, 1-6)./ “... metieron el arado y alargaron los surcos... llena la mano del segador...” (Salmo 12)./ “... la tierra da cosechas...” (Zacarías  8, 1-17)./ “... comerán y se saciarán...”  (de los tratados de nuestro canario san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan).
... con ellas: Esto, es insostenible. Hay alternativas concebibles. Tenemos que salir de europa; hay que romper con ella. No nos va una financiación externa. No nos debemos ceñir a ningún programa forzado. Nos controlan. El dueño de todo es el caos. Solo tenemos policías, que cobrarán menos. Se avecinan revueltas y saqueos (y no quiero ser profeta de malos [augurios] agüeros). Difícil mantener el orden. La economía no va a prosperar de seguir así la cosa. No vamos a crecer.
Los gobiernos nos la lían cada vez más. No faltará el populismo (ya lo tenemos) irresponsable. No es posible permanecer juntos. Hay que abandonar (a europa). Hay que salir y pasar por una mayor desestabilización, pero después todo resurgirá. Nos gobiernan leyes, no personas. La nueva moneda será el tabaibo. O se restaurará la peseta. Crece la inestabilidad. De esta crisis, pasaremos a otra mayor. Sin activos, nos derrumbamos. Sin producción doméstica. Lo nuestro con europa, no es natural. ¡Somos tan distintos! Nada tenemos en común, ni lengua, ni Historia, ni..., ¡nada! No hay que tener miedo a una secesión. Ni ajuste, ni equilibrio. No nos sostenemos, sin empleo. No tenemos competitividad alguna. Cada vez más nuestra dependencia es mayor. Nuestra economía pasa por graves dificultades. Encima, no tenemos aportes intelectuales, sino comentaristas del fútbol. Ya, sin bancos de apoyo (ni propios). Los distintos gobiernos, sin garantía ninguno de ellos. ¿Cómo levantarnos por nuestros propios medios? Bancos insolventes. Sin capital (que no existe). Vamos a mayor crisis. Grandes tensiones. La economía, más que débil, inexistente. El desempleo en mayores tasas. Ya sin moral en nada.  Si creciéramos, funcionaríamos, pero...  Tenemos sobreendeudamiento. Y protegen a los bancos. Imposible así la recuperación económica. Nos tenemos que reestructurar, si queremos salir de ésta. Soberanos, son los otros. Nosotros, ni semisoberanos, ¡ni nada! No nos sostenemos. ¿Quién nos regula  y supervisa? ¿Qué ofertamos?, ¿tenemos alguna demanda? ¿Esperar un rescate? No improvisamos. Somos muy diferentes...
El Padre Báez.
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III. Conversión ecológica
216. La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad. Quiero proponer a los cristianos algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe, porque lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. No se trata de hablar tanto de ideas, sino sobre todo de las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo. Porque no será posible comprometerse en cosas grandes sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin «unos móviles interiores que impulsan, motivan, alientan y dan sentido a la acción personal y comunitaria»[151]. Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea.
217. Si «los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos interiores»[152], la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.
(del obispo de Roma, el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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