jueves, 22 de octubre de 2015

P.M.



Las letras “P. M.”, en los últimos comentarios tabaiberos, ¿a quién o qué corresponden?...
“... un pastor... su rebaño... de ovejas... vacas... huertos... jóvenes... viejos...” (Jr. 31, 10-14).
... R/. A Paco Martel (a Don Francisco Martel, Pbro.). Aprovecho, para darle las gracias. Porque Paco, el amigo y hermano (en el sacerdocio), ha sido un fiel seguidor, apoyo y estímulo. Muchas veces me ha citado en sus comentarios en el periódico La Provincia, y en otros medios, como son la Radio (distintas emisoras), y en otras tantas televisiones. Paco, me ha dado pie para hacer comentarios a  frases suyas citando expresamente las tabaibas, con un buen sentido del humor y con fina crítica al cabildo y apoyo incondicional a un servidor.
No me han faltado sus sabios consejos. Me ha aportado detalles, y ha contribuido -sin saberlo él, y hasta sin querer- en mis comentarios sobre las tabaibas; detalles, que he tenido en cuenta. Agradezco mucho su aportación. Mucho le agradezco la lectura de mis comentarios y lo que sobre ellos me ha ido fielmente diciendo fraternalmente, y al que siempre le hice caso. Mucha ha sido su paciencia con un servidor al leerme. Sus consejos, me han sido muy útiles. Ha contribuido -sin pedírselo- con mis escritos, y es de agradecer, cosa que hago hoy públicamente, por su apoyo incondicional. Sus palabas me han alentado en mi lucha contra las tabaibas, y cual padre espiritual, me ha seguido con cariño y amistad. Al margen de las citas que he salpicado y a veces sin citarlo, están sus frecuentes llamadas telefónicas, para felicitarme y comentar a viva voz sobre la temática tabaibera, de la que se ha convertido en un fiel seguidor y defensor de mi tesis, que ha hecho suya (cosa muy de agradecer). Por supuesto, que cuanto digo de Paco Martel (Don Francisco Martel [y también muchos otros sacerdotes]), pudiera decirlo de tantos otros amigos y seguidores, que me ayudan con sus comentarios, y algunos de ellos he puesto como complemento de mis comentarios (no todos porque sería labor imposible, pero conste que son muchos los que a diario me ponen sus correos de apoyo y estímulo. No recuerdo ni uno solo en contra (y ya pasan de 600 con esta temática tabaibera). Y volviendo a Paco, y personalizando en él el agradecimiento a todos los demás, lo hago extensible a cuantos han tenido la delicadeza y atención de prestarme la ayuda de sus apoyos o estímulos: admiradores, seguidores, críticos, analistas, políticos, gente sencilla, universitarios, licenciados, etc., etc. Pido disculpas a los que no he citado, pero son tantos, que no caben en un comentario breve como el que pretendo cada vez más, para que por su extensión alguien no deje de leerlos (los hay que lo hacen semanalmente [leen siete comentarios juntos], quienes días alternos o cada tres días, y por supuesto la inmensa mayoría a diario, y me los reproducen en sus contactos haciendo que se multipliquen hasta casi el infinito, según me consta, dando la vuelta al mundo. Rezo por todos ellos, y nuevamente, a todos: ¡gracias, muchas gracias a tantos “Pacos Marteles”, con diferentes siglas!
El Padre Báez.
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230. El ejemplo de santa Teresa de Lisieux nos invita a la práctica del pequeño camino del amor, a no perder la oportunidad de una palabra amable, de una sonrisa, de cualquier pequeño gesto que siembre paz y amistad. Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. Mientras tanto, el mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas.
231. El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a «las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas»[156]. Por eso, la Iglesia propuso al mundo el ideal de una «civilización del amor»[157]. El amor social es la clave de un auténtico desarrollo: «Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico, cultural–, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción»[158]. En este marco, junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica.  (del obispo de Roma, el papa Francisco, en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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