lunes, 5 de octubre de 2015

pasó



¿Qué le pasó al Padre Báez con las tabaibas?...
“... tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada... comerás hasta hartarte...” (Dt 8, 7-18).
... por poco se me muere un acampado en Güi-Güí, al beber agua con las manos después de haberlas rozado por las tabaibas..., manchas en la piel y ropa (a terceros multas de hasta un millón de pesetas o 6.000,00 euros), etc., etc., que no vienen a cuento, porque ni siquiera quiero recordar tan tristes historias; que no crean dinero, ni crédito; que solo son para el mal, sin ningún bien.
Que este sistema no funciona por culpa de ellas; se puede y debe elegir otras alternativas. Pero la cosa tiene raíces muy complejas de orden político, por las implicaciones de su defensa. Sin ningún interés natural. Nos han desestabilizado, y nos han traído a la inestabilidad que sufrimos o padecemos. No crean dinero. No operan en la economía. Nos impiden el retorno a lo que siempre fue. ¿Qué empresario las trabaja?, ¿qué capital producen? Se expanden sin demanda alguna por parte de nadie. Tomamos prestado desde lo que no nos es rentable. Nos ha inflado. Impulsan hacia abajo la economía. Sus efectos en la actividad, es cero. Sin objetivo alguno (salvo el oculto y mafioso que conocemos).No dan trabajo a nadie y lo impide en su totalidad. Ningún departamento científico o universitario las investiga. Desvían el mercado. Su expansión sin freno, nos desestabiliza y son un grave peligro. Ante ellas, nos contraemos. Son la causa primera que incide en la crisis. Están y las tienen muy bien reguladas (normativa). Tienen un gran impacto en la política monetaria de los gobernantes (políticos corruptos, que viven de sus multas y sanciones, con procesos y muertos, con ruinas y abusos, atropellos y... ¿para qué seguir?)  Son de impacto maligno. Desconocemos el interés económico que repercute en la clase política que tan fielmente las protegen y amparan en contra de la población, que es su víctima. Nos han desestabilizado financieramente hablando. Deben tener un tipo de interés muy alto para ellos (muy bajo para el pueblo). Con ellas, decrecemos económicamente. Sin posibilidad alguna de producción distinta de algo. En lugar de estabilidad, tenemos desequilibrios. Todo lo puso en marcha un mandato europeo y ello sin repercusión monetaria y financiera. Solo son de interés político (para los políticos). Han conseguido la inestabilidad económica. Son un problema para la sociedad (menos para ellos: la clase política, que se beneficia de su interés)... Y, me preguntaron: ¿que qué me pasó con ellas? R/: ¡Casi nada!...
El Padre Báez.
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196. ¿Qué ocurre con la política? Recordemos el principio de subsidiariedad, que otorga libertad para el desarrollo de las capacidades presentes en todos los niveles, pero al mismo tiempo exige más responsabilidad por el bien común a quien tiene más poder. Es verdad que hoy algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos Estados. Pero no se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual. La lógica que no permite prever una preocupación sincera por el ambiente es la misma que vuelve imprevisible una preocupación por integrar a los más frágiles, porque «en el vigente modelo “exitista” y “privatista” no parece tener sentido invertir para que los lentos, débiles o menos dotados puedan abrirse camino en la vida»[139].
197. Necesitamos una política que piense con visión amplia, y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis. Muchas veces la misma política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas. Si el Estado no cumple su rol en una región, algunos grupos económicos pueden aparecer como benefactores y detentar el poder real, sintiéndose autorizados a no cumplir ciertas normas, hasta dar lugar a diversas formas de criminalidad organizada, trata de personas, narcotráfico y violencia muy difíciles de erradicar. Si la política no es capaz de romper una lógica perversa, y también queda subsumida en discursos empobrecidos, seguiremos sin afrontar los grandes problemas de la humanidad. Una estrategia de cambio real exige repensar la totalidad de los procesos, ya que no basta con incluir consideraciones ecológicas superficiales mientras no se cuestione la lógica subyacente en la cultura actual. Una sana política debería ser capaz de asumir este desafío. (del obispo de Roma, el papa Francisco, de una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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