La isla de millones de
tabaibas…
“... red
del cazador… peste funesta… espanto nocturno… flecha que vuela de día… epidemia
que devasta… la plaga llegará hasta tu tienda…” (del almo
90).
“... una
gran hambre en todo el país...” (Jesucristo: Lc. 4,
24-30).
“... un
becerro de tu casa... un cabrito de tus rebaños...si tuviera hambre... comeré...
carne de toros” (del salmo 40)
“..
forjarán arados... podaderas...” (del Cántico del profeta Isaías 2, 2-5).
.
“... parte
tu pan con el hambriento... a los pobres...” (del profeta Isaías 58,
7).
… en el centro de un
archipiélago, redonda, y en el corazón del atlántico. Sin ninguna autoestima,
sin desarrollo, sin comercio. Éramos un mundo rural, hoy desaparecido, comido
por las tabaibas. El paisaje poblado de solo tabaibas por todas partes y lados.
Una población enferma de futbolitis, carnavalitis y paro, que come lo que entra
todo de fuera, sin que de dentro salga nada, sino animales muertos a
incineradoras de fuera.
Y hay responsables, que no responden. Los políticos
controlan al campesino. Quedamos sin tradición. Desaparece todo lo rural (comido
por las tabaibas). Poco o nada tenemos ya de cosechas propias. Hemos perdido el
sector primario. Industria no hay ninguna (no tenemos materia). Productos
agrícolas o ganaderos, no tenemos. No hay futuro. Salen. Todo procede de fuera.
No se restituyen las tierras robadas por las tabaibas (el cabildo): declaradas y
protegidas. Genocidio o muerte por doquier. Hay silencio; no hay debates; no hay
manifestaciones. Te quitan la tierra (entregada a las tabaibas y protegidas
éstas ya es de ellos). El campesino se refugia, huye. Nuevos campos (los de
fútbol, para entretener al personal). El panorama es desalentador. Falta
información y no hay estadísticas de suicidios. Somos un pueblo, que simplemente
miramos y esperamos al turismo o turistas. En el campo, ya nadie trabaja, se mal
vive, se muere. Somos gente que se resiste sin resistencia. Somos gente
doblegada, callada. Nuestra única ruta, es una segunda esclavitud, ahora por los
nuestros. Nos coloniza el cabildo, que nos avasalla. Ya, sin tradiciones. Somos
tan ricos, y a la vez los más pobres. La tragedia se cierne sobre nosotros, sin
cultivo, sin ganados, con solo tabaibas… no luchamos contra nadie. Padecemos un
virus paralizante. Cierran el cultivo, y se abren a Cáritas…
El Padre
Báez.
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¡Bueno!, algo llega; ahí
tiene otra respuesta de otra persona del miedo (¡perdón: quise decir “medio
ambiente”), algo voy consiguiendo, no cabe duda, tanto esfuerzo, comienza a dar
su fruto:
Muchas gracias, Padre Báez.
Les pasaré a todos sus
(…).
Gracias a su participación se
ha ido consolidando entre los técnicos del Cabildo mucha expectación y ganas de
cambio. No será un camino rápido ni fácil, porque es una gran maquinaria que
lleva en marcha mucho tiempo y producir un giro en la Administración Pública
lleva lo suyo... Pero al final esa «gran maquinaria» está constituida por
personas, que con sus ilusiones, su trabajo, su capacidad de análisis y el
empeño por avanzar están dejando su granito de arena para una mejor gestión del
medio natural.
Especialmente me gustaría
agradecerle que (…), y que sus inquietudes hayan podido ser plasmadas. Decirle
que entre los técnicos han sido muy inspiradoras sus
aportaciones.
Entre todos vamos
construyendo futuro.
Seguimos en
contacto.
Un cordial
saludo:
(…).
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