lunes, 9 de marzo de 2015

millones

La isla de millones de tabaibas…
“... red del cazador… peste funesta… espanto nocturno… flecha que vuela de día… epidemia que devasta… la plaga llegará hasta tu tienda…” (del almo 90).
“... una gran hambre en todo el país...” (Jesucristo: Lc. 4, 24-30).
“... un becerro de tu casa... un cabrito de tus rebaños...si tuviera hambre... comeré... carne de toros” (del salmo 40)
“.. forjarán arados... podaderas...” (del Cántico del profeta Isaías 2, 2-5). .
“... parte tu pan con el hambriento... a los pobres...” (del profeta Isaías 58, 7).
… en el centro de un archipiélago, redonda, y en el corazón del atlántico. Sin ninguna autoestima, sin desarrollo, sin comercio. Éramos un mundo rural, hoy desaparecido, comido por las tabaibas. El paisaje poblado de solo tabaibas por todas partes y lados. Una población enferma de futbolitis, carnavalitis y paro, que come lo que entra todo de fuera, sin que de dentro salga nada, sino animales muertos a incineradoras de fuera.
Y hay responsables, que no responden. Los políticos controlan al campesino. Quedamos sin tradición. Desaparece todo lo rural (comido por las tabaibas). Poco o nada tenemos ya de cosechas propias. Hemos perdido el sector primario. Industria no hay ninguna (no tenemos materia). Productos agrícolas o ganaderos, no tenemos. No hay futuro. Salen. Todo procede de fuera. No se restituyen las tierras robadas por las tabaibas (el cabildo): declaradas y protegidas. Genocidio o muerte por doquier. Hay silencio; no hay debates; no hay manifestaciones. Te quitan la tierra (entregada a las tabaibas y protegidas éstas ya es de ellos). El campesino se refugia, huye. Nuevos campos (los de fútbol, para entretener al personal). El panorama es desalentador. Falta información y no hay estadísticas de suicidios. Somos un pueblo, que simplemente miramos y esperamos al turismo o turistas. En el campo, ya nadie trabaja, se mal vive, se muere. Somos gente que se resiste sin resistencia. Somos gente doblegada, callada. Nuestra única ruta, es una segunda esclavitud, ahora por los nuestros. Nos coloniza el cabildo, que nos avasalla. Ya, sin tradiciones. Somos tan ricos, y a la vez los más pobres. La tragedia se cierne sobre nosotros, sin cultivo, sin ganados, con solo tabaibas… no luchamos contra nadie. Padecemos un virus paralizante. Cierran el cultivo, y se abren a Cáritas…
El Padre Báez.
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¡Bueno!, algo llega; ahí tiene otra respuesta de otra persona del miedo (¡perdón: quise decir “medio ambiente”), algo voy consiguiendo, no cabe duda, tanto esfuerzo, comienza a dar su fruto:
Muchas gracias, Padre Báez.
Les pasaré a todos sus (…).

Gracias a su participación se ha ido consolidando entre los técnicos del Cabildo mucha expectación y ganas de cambio. No será un camino rápido ni fácil, porque es una gran maquinaria que lleva en marcha mucho tiempo y producir un giro en la Administración Pública lleva lo suyo... Pero al final esa «gran maquinaria» está constituida por personas, que con sus ilusiones, su trabajo, su capacidad de análisis y el empeño por avanzar están dejando su granito de arena para una mejor gestión del medio natural.

Especialmente me gustaría agradecerle que (…), y que sus inquietudes hayan podido ser plasmadas. Decirle que entre los técnicos han sido muy inspiradoras sus aportaciones.

Entre todos vamos construyendo futuro.
Seguimos en contacto.

Un cordial saludo:

(…).

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