Desgracia tabaibera…
“… soy un pobre
desamparado…una banda de insolentes atenta contra mi vida…” (del salmo
85).
“... un becerro de tu casa...
un cabrito de tus rebaños...” (del salmo 49).
“... asestan el arco, para
abatir a pobres y humildes, para asesinar... tiempo de hambre... mendigando el
pan...” (del salmo 36).
“... se han corrompido
cometiendo execraciones, no hay quien obre bien... todos se extravían... no hay
uno que obre bien... devoran a mi pueblo...” (del salmo
52).
“... grita a plena voz, sin cesar, alza la voz
como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos...” (del profeta
Isaías 58, 1-2a)..
… que anda un auténtico ejército de arrancadores de
hierbas de parterres, rotondas, orillas de las carreteras, etc., vestidos con el
correspondiente uniforme vede y amarillo fluorescente, compuesto por mujeres y
hombres, que extirpando de dichos lugares toda hierba, sea mala o buena, menos
las tabaibas que se hayan nacido y muestre sus primeras hojas en débil tallo, y
que se transformará en arbusto, digo que esas toneladas de hierbas frescas,
recién cortadas o arrancadas, ¿no podían ser llevadas a los pastores y/o
cabreros, que echadas a sus ganados serían las delicias de los mismos, para que
ahorren en pienso, y que las hierbas suplan?
¡Pues no señor! Esas hierbas en
camiones y camiones, ¡al vertedero!; y los barcos trayendo comida en piensos y
pajas secas, para nuestra escasas y cada vez menos cabras. Lo que sí está claro,
es la ninguna estima que estos del cabildo tiene por las cabras, pues a las
mejores las matan a tiros, y a las otras, ¡ni la hierba segada por un ejército
de segadores que a diario arrancan hierbas, y las tiran en lugar de darlas a los
corrales, que harían las delicias -repito- de los rumiantes, a la par que los
pastores ahorrarían en toneladas de piensos (que igualan el sabor del queso),
que son los que empobrecen a unos (los pastores), y enriquecen a otros (los del
cabildo), que premian y preservan, reservan y protegen a un arbusto, que por
endémico debiera estar en una reserva, pero no reservar todas las islas, para
que junto con los pinos, sean las únicas plantas verdes que vivan. Por de
pronto, aunque al siguiente día vuelvan a empezar a crecer o salir, se dedican
bobaliconamente, al oficio de arrancar hierbas por donde hemos dicho y más.
Hierbas, que no alimentan a ningún animal. Vamos, ¡de premio! Será que como
piensan comercializar la leche de tabaiba, la de las cabras, no les interesa
(ovejas y vacas tampoco). Y de paso: si esas cuadrillas por las orillas de las
carreteras, haciendo el paripé sin ningún bien, estuvieran en cercados plantando
papas o coles, otro gallo nos cantaría, pero toda vez que el cabildo prohíbe y
castiga toda acción agrícola, ganadera y otras, pues nada de nada, y en ello
chorreras de dineros corruptos, que corren… ¿no los perseguirá algún juez algún
día? ¿Dineros por y para no hacer nada en orillas de las carreteras, sin que
ningún bien revierta en la sociedad, porque llegado el verano, esas hierbas se
secan, y si arrancaran tabaibas, como que bien pagados?; pero, ¿arrancar
hierbas? ¿Dónde está la justicia?, ¿ciega?... ¡en arrancar hierba, gastan el
dinero de las multas a los campesinos y otros!... hierbas que al tercer día
vuelven a salir (¡un trabajo para nada, y en ello cuadrillas en pie [sin
doblarse, con móviles en mano, en corros entre ellos...])... ¡un desastre
político más!... no se enteran...
El Padre Báez.
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Pues, en
ello estamos:
“… sí, César Manríquez era un artista y ud un historiador y
cronista; pero, me parece Padre, que en último término el objetivo que nos une
es el mismo: evitar que los políticos, especuladores y otros "bichos" y hierbas
malignas acaben de manera irreversible con el patrimonio cultural, natural y
campesino. Como cristianos tenemos, creo yo, un deber inter-generacional por el
que el mismo Creador nos pedirá cuentas: dejar a la siguiente generación el
hábitat si no mejor, al menos como lo
encontramos...
Un fraternal
abrazo”.
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