martes, 10 de abril de 2012

Si pisáramos tierra...

... estamos sobrados de cemento y asfalto. A un servidor, le angustia bastante (¡y hasta me quita el sueño), ver la que se nos echa encima, y que los políticos miran hacia otro lado y los medios nos distraen, con ataques a la Iglesia y lecciones de moral a los Obispos, y al Papa, para no coger el toro por los cuernos: el hambre y el paro; o el paro y el hambre. Y la tierra deseosa de darnos la comida, tan pronto se la urge un poco.

Que recuerda uno, y de forma continuada, aquellas producciones de la tierra, tanto en agricultura y ganadería, que llenaban estómagos y despensas, y tanto que había de sobra y por ello, hasta exportábamos. Ahora, si no importamos, nos morimos de hambre teniendo el tesoro de una tierra que desde antiguo fue llamada las mejores del mundo.

Están –además- esperando a que mueran los únicos agricultores y ganaderos que quedan, para que se lleven a la tierra (a sus tumbas), la sabiduría de muchos siglos, y nunca mejor dicho su cultura (agricultura), sin ser capaces de retener ese caudal de saber de siglos y siglos, que nos haría suficientes para sobrevivir, vivir y dar para que otros vivan.

Es un asunto que me privatiza la vida, y pienso cuántos saldrían del paro de inmediato, si la política se volviera hacia el sector primario, que como indica sus términos, debiera ser el sector primero, o primero este sector y luego todo lo demás. Es decir priorizar o jerarquizar lo que se ha de hacer, y no dejar que lo hagan otros lejos y fuera de aquí, mientras que aquí, permanecemos con los brazos cruzados.

Creo, que los tabaiberos (antiguos canarios), viven adormecidos, drogados por un carnaval de 365 días todos los años, drogados con fútbol, y lectores de crónicas contra la Iglesia, la única voz clara y de verdad, que tratan de silenciar y a la que insultan por ello. Pero esto, no puede seguir por mucho así. Se arañará la tierra, a ver que nos da, o nos comeremos unos a otros (canibalismo, por venir y llegar). Y si no: ¡tiempo al tiempo!

La gente está criando perros, y los políticos muy ocupados en plantar plantas estériles en lugar de plantas que nos den comida (¡es de idiotas refinados!). Se nos fugan los cerebros, y nos quedamos con los más tontos. Encima nos quitan la trascendencia y el mirar hacia el Cielo. Ya no hay carreteras para coches y camiones, sino para motos y bicicletas (¡están en Babia!). Nadie entra al curro de la tierra, cual si le tuvieran todos asco, y fuera de una consideración de baja estadía social, cual casta de apestoso o desclasados y excluidos...

Ya nadie puede ahorrar, porque se vive de ello (de los ahorrros), y desaparecen los mismos. Está tan ciega la clase política, que como a ellos no les falta las mejores y grandes y abundantes mesas con todo, no ven las vacas flacas, muy flacas –como el perro que vimos ayer los amigos de la arqueología de por libre, canijo, mostrando con pena sus costillas en un deambular incierto, y sin saberse buscar la vida, por ser perro capitalino, ¡que pena, se nos habían acabado las provisiones, y me rompió el alma!-. Vi en el perro, el retrato de mi pueblo.

Y lo malo es, que no quieren retomar el camino que siguen otros, los más ricos, los que no tienen paro ni hambre: los que cultivan y tienen ganadería. Sin querer seguir esos pasos, los únicos que caben dar (o morir de hambre). A Cáritas, forzosamente, se le acaban las comidas, a este ritmo. No quieren dar el paso (pascua) a la salvación (la tierra de promisión).

La tierra grita: “¡hay mucho que hacer; mucha maleza que quitar; desprotejan toda esa basura; ocúpensen de mí...!”

El padre Báez.

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