martes, 3 de abril de 2012

Funerarios de Telde


O que operan en Telde. Sucede, que viene uno de San Andrés (de Arucas), donde los funcionarios de las funerarias, entraban al templo con el cadáver, lo colocaban en su sitio, y apartándose un poco o yendo a la parte de atrás de la Iglesia, seguían –como parte de su cometido- las Exequias, celebración de la Palabra o Eucaristía. Hasta aquí todo normal, y hasta estaban a punto para recoger de nuevo el féretro, y demás utensilios (corona, soportes, y ordenar la colocación de los cargadores), pero...

... en llegando a mi Telde del alma –y llevo ya cuatro años (tengo elementos de juicio, para comentar lo que sigue)- que: los funerarios, te entran el cadáver en el templo, te dejan el muerto (en el 90 % torcido, ni centrado [no en paralelo con los bancos]), y se te largan a la calle –salvo excepciones que las hay y muy loables, que se sientan todos, menos un par de ellos- que te dejan ahí el muerto, y se largan a la calle, como si nada de eso fuera con ellos, por lo que cobran -¡y bien y mucho!- dejando a la feligresía y doloridos, acompañantes y amigos, cuales apestados de los que huyen.

Y se da el caso, que en lugar de velar al muerto, se te van a velar el coche fúnebre, como si alguien se lo fueran a robar (¡). Pero, que se te plantan delante de la puerta del templo, pero fuera, en cháchara amigable, los compañeros de la cosa esa funeraria, que en lugar de estar discretamente dentro del tempo –aunque no sean creyentes- pero para al menos justificar lo que cobran (y por lo del refrán: “a donde fueres haz lo que vieres”). Que sobrados de protocolo, y a veces ridículo, y absurdo, de desfilar con la corona delante del muerto y dar explicaciones cómo cargar la caja del muerto, cuales si los cargadores fueran subnormales profundos.

Y digo, que se salen o marchan del templo, y cuando el muerto –calculan está a punto de acabar la ceremonia y va a salir- puestos de espaldas al altar, desde la calle – allá afuera, solos ellos- miran de vez en cuando al interior, como acechando por dónde va la liturgia, para como guirres en busca del cadáver, entrar, con descaro –como cuando se marcharon afuera- por entre los bancos llenos de gentes, que observan el desfile funerario.

Pero, se da la circunstancia, que cogidos de sorpresa, por haberse celebrado las exequias en el tanatorio, y solo la Eucaristía-Funeral, ya sin agua y sin más, permanecen fuera, esperando lo que no hay, y mientras dentro, esperando todo el mundo entren, cuando ya el cura –en mi caso- daba orden de cargar al muerto y llevarlo al coche, donde fuera esperan los de la funeraria.

¡Cuánto más bonito sería, que permanecieran en el templo, y no incitaran a algunos a emularlos, y salir con ellos; porque hasta descaro y feo es, que el templo a rebosar, y ellos largándose a la calle, a esperar; cuando debieran permanecer con todos, si es que aman su profesión, y tanto hacen por el difunto, que unan también sus oraciones, por aquellos que muriendo les dan vida a ellos; pues de nadie morirse, se tendrían que ir al paro.

No conozco las honras fúnebres de otros credos, pero me imagino que en el  mundo islámico, como unos funerarios dejaran el muerto en la mezquita, y se lanzaran a la calle como perros, seguro que a pedradas los mataban, y no lo repetirían porque acompañarían al muerto.

De modo que se supone los funerarios –no están obligados a asistir a las exequias, celebración de la Palabra, ni Eucaristía de cuerpo presente- son cristianos-católicos, ¿y huyen de los ritos cristianos a los que asisten todos, menos ellos? ¡Extraño!, no?

Pues se da el caso de uno que me lo sé muy bien, porque es ........, que siendo católico, jamás lo vi en Misa, pero ni en Navidad, ni Semana Santa, ni Domingo alguno, ni entre semana, ni nunca: solo entra en la Iglesia a dejar el muerto, y entra al final a recogerlo. Eso sí, muy educado y compungido; pero de ahí no pasa, salvo el ritual de cargar y retirar los soportes de donde estuvo la caja; sin embargo, después lo ves ......... no sé qué, ni cuánto, a las órdenes cuales sectarias de un grupo fuera de la Iglesia con cosas para-católicas. ¡Todo un caso (¡patológico!)!

Algo muy raro, y enrarecido, todo esto que pasa en Telde.
Cuando muera, por favor –será mi última voluntad-, que me entierren funerarios que asistan a mis honras fúnebres, con la Misa incluida; si no, ¡que ni me toquen, no sea mi alma limpia, la ensucien (¡es un decir!). Pero sí, que sean creyentes y vayan, entren y se queden en el templo; si no, que cambien por los que lo hacen –que repito: los hay-.

El padre Báez, que con motivo de la Muerte de nuestro Señor Jesucristo, reflexiona sobre otras muertes.

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