viernes, 13 de abril de 2012

No quieren...

... cambiar. Se han convertido al turismo, dando la espalda totalmente al sector primario (al campo), y han caído en el absurdo mayúsculo, y no dan el brazo a torcer. Se alarga hasta lo impensable el carnaval, hasta no poder más. Y se alejan cada vez más de la agricultura y de la ganadería - las únicas que nos sacarían de la gravísima crisis-. Algo tan sencillo, como regresar o volver a nuestros orígenes y al más cercano pasado.

¡Pobre gente o clase política!, a la que le falta un poco de luz, Para regresar a donde nunca se debió haber dejado de seguir y estar. Se dejaron vencer por la tentación de un mundo de fantasía y mentiras como es el del turismo. Y ya es hora de un cambio radical, y no dan ni un paso, no les pasa por la mente el campo (como no sen los de deporte).

No se trata de comercializar nada, de vender nada, ni de exportar algo; se trata de sobrevivir, sin más (que no es poco). Y eso, que tenemos una tradición tan larga como siglos de Historia. Y no se motivan a seguir esas huellas, que poco a poco se van borrando (ya casi los caminos están todos perdidos). Se nos acaba la libertad, y somos esclavos de un vil sistema, que nos mata a hambre, teniendo tesoros en las manos, si ellos quisieran.

Sufre el campo las consecuencias de esa enfermedad, que padecen los políticos llamada corrupción (causa última y única, por la que mantienen las puertas cerradas al campo, y abiertas a la miseria). Ahora resulta, que ni campo, ni turismo, ni nada ¡y tan tranquilos! Y lo peor de todo: no surge la rebeldía. Nos han quitado la comida, y la mesa (la tierra).

Estamos ante un gran impacto social, ante una convulsión; no hay otra salida, sino la indicada, pero la ignoran. Lo tienen todo protegido, nada se puede tocar. Te prohíben todo. Cada vez, se va menos al supermercado. Nadamos en la pobreza. Eso de irse a la cama con el sol, ¡ni se conoce! Abundan las drogas. No se escucha al pasado.

Somos muchísimos, y no producimos nada; todo nos lo traen de fuera. No se trabaja la tierra, y es la más generosa del mundo. Podemos tener hasta tres cosechas al año, caso único en el mundo, y ¡nada! Nos traen mangos de Cuba, y nos engañan diciéndonos son de Tasarte...

El Padre Báez.

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