sábado, 28 de abril de 2012

Abubiando

Abubiando:

Sucedió –como cada sábado, en el Colegio Padre Collado, de Lomo Magullo, en Telde , donde nos damos cita algunos practicantes de yoga, en el patio de dicho centro y ello, todos-todos los sábados sin faltar uno, ya llueva, haga frío, calor mucho sol, o lo que sea; tampoco ya sean –los sábados- festivos, Sábado Santo, y caiga en él Año Nuevo o la Navidad, sea lo que sea, el yoga no se suspende por nada, y nunca. Tenemos dos horas de sesión en silencio, con ideas para meditar en cada postura (18) media hora de comentario al terminar la sesión y otra media para almorzar. Comenzamos puntuales las 13,00 horas y terminamos a las 16,00 Así fue catorce años en El Lasso, 12 en San Andrés y aquí llevamos ya cuatro años. Son sesiones gratis, y todo lo que hay que traer es: toalla, ropa cómoda, y bocata con agua y fruta, y que durante la sesión, pero siempre-siempre, sin faltar una (sesión), nos acompañan -¡y bien que lo agradecemos- el ruido del viento a veces, que es música que relaja!; pero las más de las veces –repito: siempre- están los trinos de los pajarillos, que son una constante, junto con los ladridos de los perros a lo lejos que se responden y multiplicados; los cantos de los gallos, las palomas, las tórtolas..., es decir ¡menuda sinfonía! Pues, que en la sesión última, tuve que interrumpirla, para sonreír un poco –y la gente rió-, porque a tantas “voces”, se sumó la de una oveja –cosa que solo Brito distinguió, creyendo los otros que eran los validos de una cabra, y lo que realmente –y Montse lo remedó- era el abubido del macho, que como comprenderá el lector, es imposible llevar su sonido al texto.

Y es el caso, que terminada la sesión, volvimos sobre el tema, y no faltó el por qué “macho” y no “cabrón”, o “macho cabrío”. Y preguntado el practicante aparejador, de la capital él, si había oído alguna vez el término o verbo “abubiar”, dijo que no; no lo conocía.

Y pensé, cultura que perdemos.

El Padre Báez.

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