viernes, 27 de abril de 2012

Mercalaspalmas y los supermercados:

Marcalaspalmas y los supermercados:

Me cuentan, me dicen me informan, me describen la situación y, ¡es alarmante!

Que el mercalaspalmas está a tope a rebosar de productos, pero casi nadie comprando y comprando lo mínimo, y buscando lo más barato, y menos.

La gente, no tiene dinero y no compran sino lo indispensable y poco. Y, si es un viernes, todo aquello, queda sin vender, se mantiene y guarda, pero se echa a perder, y por más que lo rebajan, ¡no hay forma de que se compre o venda más!

Que luego el lunes llega nueva mercancía, y no le dan entrada, no cabe; está todo lleno, pero no sale. Es más lo que entra que lo que se vende; se baja y rebaja, pero no hay manera de que salga tanto como hay. Se pierden cosechas, los intermediarios compran con precios de miseria y de ruina, siempre con pérdidas para el productor.

La gente no tiene dinero, y comienza a haber recortes en la mesa; las neveras y las despensas se vacían, y no hay modo de llenar eso, porque todo esta carísimo, a pesar de las ofertas; no se tiene dinero. Se vive con la paga de los pensionistas, y eso, no da para mucho, si es que hay que partir y repartir. Y con tan poco dinero, no se puede comprar sino lo mínimo. Ya no hay lujo, ni se tira la comida; ahora, se aprovecha todo y todo está limpio (vacío). La gente ya no sale con los carros llenos, ¡ni mucho menos!; se compra el mínimo y ya hay hambre; hay robos, hay suicidios, y tantos que la población se esta resintiendo: son tantos que alarman (los suicidios). Más que los accidentes de coches y obras, y la muerte natural (hay un acuerdo para no dar noticia de los suicidios, no sea se estimule con ello y se lleven a otros por el mismo camino o puente); la gente se mata, se marchan de este mundo de hambre y de sufrimiento. Todo sube, todo-todo; y los que no tienen entradas, lloran, pasan hambre, caen en la depresión, y en la desesperación. Cáritas no da abasto; no hay para tantos.

El mercalaspalmas lleno hasta los topes de comida, de hortalizas, de frutas, pero..., no venden sino casi nada; están en los puestos, mirando y se les saltan los ojos esperando ver a alguien que les compren algo, pero ¡nada de nada! Unas migajas. Y en los supermercados, lo mismo o peor; igual, porque tampoco van sino a ver qué pueden robar. En estos, ya los hay, que entran con chaquetones gruesos de invierno; y no es por el frío, sino que los llevan, para meter en los bolsillos internos, lo que trincan; si los tenderos o dependientes, o los que están en los mostradores, los miran fijos y los siguen, el producto que cogió –con disimulo- y lo  miran, lo remiran, lo leen –como el que se informa del producto- pero al verse observado, lo dejan donde estaba, sigue el periplo por entre los stans, y al seguirlo el personal  -porque tienen que cuidar no les roben- cogen la puerta y no se llevan absolutamente nada, porque entran sin dinero y solo a robar, para poder comer. Es la situación. Y esto, esto se está poniendo: crudo, duro, oscuro, sin futuro..., porque la gente no tiene un duro (ahora euros).

El Padre Báez.

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