domingo, 15 de abril de 2012

Cara rosada.

Sucedió en un velatorio, que llegó ella, y venía del campo, de la cumbre: algo rellenita (no pasa hambre), y aquellos colores, parecía venía del frío..., la contemplé en silencio, y vi que en su cara rosada, no habían cremas, potingues, contornos de ojos y otros pringues.

Ella, es portadora de nuestra esencia: aromas y olores del campo, de donde las hierbas dan olor a gloria. Sus ropas impregnadas de tantos sanos concentrados y curativas cosmética natural cien por cien. Solo sol y sin mancha que ocultar. A su lado habían otras damas, con caras flácidas, ¡qué pena!, acartonadas. La mía –la del campo- rebosaba redondez y expresión.

La de la cumbre, estaba sin tratamiento, solo el agua fresca y sin cloro de las alturas. Su única fórmula, el mismo jabón que para la ropa., y sin otro activo, porque a ella le funcionan también las esencias de higueras, manzaneras, nogales..., que no necesita antienvejecimiento, ni su epidermis necesita activo alguno. Los tiene todos.

Le sobraban cremas, y nada tenía inyectado, ni plástico. Su fórmula, es muy sencilla (aire, sol, comida, flora, fauna, etc.) y sin arrugas, allí estaba. Y parecía una reina guanche, sana, viva (¡en el velatorio de un muerto!). Y no, no crean tenía más de cuarenta años (¡o no los parecía!). Parecía bien hidratada. A sus pómulos, labios, nariz... le sobraban cremas.

Sus rasgos, eran suaves. Se ve se alimenta de: leche, fruta, verduras...; nada tiene que reactivar, ni renovar. Sin arrugas. De suave textura (solo la besé, en el saludo normal, sin más) , y noté la firmeza y flexibilidad de su piel, sin tratamientos (¡que te dejan la cara manchada y grasienta en otras!).

Ella, seguro, las vitaminas las envía por otras vías a su estómago, y no por la piel como hacen las demás (¡pobrecillas, por alejarse de la naturaleza y del campo!). Tenía –tiene- una tez espléndida, sensible. ¿Antioxidante?, ¿para qué?, ¿por qué?; ¡eso sí que le haría daño! Sol, agua, aire, le dan el mejor aspecto soñado, radiante, luminosa...


Me acordé de aquella copla tan nuestra de otro tiempo que cantada decía y dice así:

“Cuando vienes del campo,
vienes airosa, vienes airosa,
vienes coloradita, vienes coloradita,
como una rosa, como una rosa niña,
como una rosa...”

El Padre Báez.

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