viernes, 11 de septiembre de 2015

traslación

Traslación tabaibera del Documento Episcopal: “La Iglesia, servidora de los pobres” (mi relectura, en apoyo del mismo)...
“... salgo al campo... desfallecidos de hambre...” (Jr. 14, 17-21).
... hago una reflexión aplicando a nuestro caso (las tabaibas), de la Instrucción Pastoral citada, y así:
Las tabaibas nos han traído a la pobreza y a la exclusión social que padecemos, llevándonos a una enorme desigualdad, y han debilitado gravemente las bases de nuestra sociedad tabaibera (antes canaria), desigualdad que crece a la par que la pobreza con matices nuevos, quitándole el trabajo a los campesinos y yendo contra el derecho al mismo de los mismos.
Esto afecta a la infancia, por igual a la juventud y alcanza a la madurez y ancianidad; éstos últimos los más vulnerables, y son descartados, y tenidos como desechos de la sociedad. La pobreza alcanza por igual a la mujer campesina, que es así doblemente violentadas. Las tabaibas ha llenado de pobres a nuestra sociedad sobretodo de agricultores y ganaderos que no pueden ejercer lo único que saben, su trabajo de siempre, pasando a ser los más pobres entre los pobres, al convertirse en extranjeros en su propia tierra, y todo por la corrupción política, que les ha llevado (a los políticos) a la codicia, a la avaricia y otros vicios o males; corrupción política que aumenta, al tiempo que disminuye la esperanza, y todo ello en un mundo sin Dios, con total indiferencia religiosa, que exige la evangelización de siempre, a los pobres del otro alimento (el espiritual), que han quedado sin trabajo, excluidos, marginados y sin ética descartados. Es urgente la solidaridad y devolver al hombre -por más que pobre- su dignidad. La ocupación total de la tierra por parte de las tabaibas, aumenta la pobreza, frente al enriquecimiento de unos pocos, con un comportamiento irracional y amoral que les es propio. Le han quitado rostro humano a la economía, y ello es amoral; pues, la primacía la tiene el hombre y no las tabaibas (protegidas masiva y totalmente, sin resquicio a un cantero de papas). Si no se pone al hombre en el centro, difícil liberarlo y contemplarlo en su integridad. Son muchas las citas bíblica y otras -que un servidor, como los Obispos-, nos presentan en este Documento, a través de ellas vemos el destino universal (y no solo para unos pocos) de los bienes, que deben llegar a todos sin excepción. Para ello se requiera la solidaridad bien entendida: bien para todos y derecho al trabajo (usurpado por las tabaibas y los intereses de los que las protegen), el asunto está en las manos de los políticos, que solo defienden sus derechos y no los universales, buscan solo el bien particular y no tanto la justicia y la caridad (que la derivan)...
El Padre Báez (mañana continúo con el resto -la mitad que falta- para no agobiar al lector, y por el espacio).
------------------------------
148. Es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, modificando los efectos adversos de los condicionamientos y aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad. Por ejemplo, en algunos lugares, donde las fachadas de los edificios están muy deterioradas, hay personas que cuidan con mucha dignidad el interior de sus viviendas, o se sienten cómodas por la cordialidad y la amistad de la gente. La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable. A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones. La sensación de asfixia producida por la aglomeración en residencias y espacios con alta densidad poblacional se contrarresta si se desarrollan relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidades, si los límites del ambiente se compensan en el interior de cada persona, que se siente contenida por una red de comunión y de pertenencia. De ese modo, cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte en el contexto de una vida digna.
149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio[117]. (del papa Francisco -Obispo de Roma- en su encíclica LAUDATO SI).

No hay comentarios:

Publicar un comentario