sábado, 5 de septiembre de 2015

ricos

Ricos en tabaibas, pobres en papas...
“... Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos se comían el grano...” (Lc. 6, 1-5).
... pobres en todo. Y ello, porque mientras la tierra esté toda ocupada por las tabaibas, no hay hueco para más agricultura, cultivo, siembra, plantío, etc. Nuestra enorme desgracia es carecer de todo y depender de todo lo que nos traigan de fuera.
Mientras no se potencie la agricultura, y a su hermana la ganadería, vamos a seguir no ya pobres, sino paupérrimos (o pobrísimos). La única salida  de la que estamos pasa por esa puerta llamada -con dos hojas- sector primario. Pero, los enanos que nos mal gobiernan -peor no lo pueden hacer (porque la situación les enriquece a ellos, con el negocio de la importación [pero a la masa tabaibera, es que nos machacan, nos destruyen, nos exprimen...])-. Y es que para salir de ésta, solo cuentan con un turismo de enfermos y ancianos, que con todo pagado, no salen del hotel -no como antes, que los turistas salían al campo en guaguas y en coches menores en caravanas, porque había cosas que ver-, y ahora solo nos dejan sus excrementos, que no sirven ni para estiércol, porque la agricultura y ganadería han sido arrancadas de la tierra y ni una ni otra se ve; que estos pobres ciegos -que no ven la única salida en lo que les digo, dejan todo para las tabaibas (la basura toda protegida), sueñan con solo, buscar comida fuera, y ello para nosotros y para los turistas, porque de aquí, no comen nada, porque nada producimos (salvo residual y testimonialmente, que no sale del sector familiar que lo produce, porque carísimo, no hay quien se lo compre, por más que sea calidad suprema, comparada con la basura que nos traen y nos enferman y matan; porque productos de aquí, ya ni tomates ni plátanos, lo único que quedaba como un pequeño resto. No hay agricultura, no es posible la competitividad; y pesca, como no cojas una caña por ver si algo pica y que no te vea la policía, estás apañado, solo pescamos sol, y goles. Disculpen sea reiterativo -no con las tabaibas con las que voy a seguir mientras Dios me mantenga el tino, sino que repito, lo de la única salida laboral-, ante el masivo y el mayor paro, del que saldremos solo y exclusivamente con la labranza y crianza de animales, y no con turismos que alcanza a uno de cada 3 (siendo amplísimamente generosos), pero quedan dos de cada 3, mirando a la luna -por decir algo-. Pues, vamos a tener paro por un tubo, y la cosa va de largo, larguísimo, mientras no hayan vueltas por más que sean lentas y se comience por el exterminio -igualmente- lento y aunque sea gota a gota de las tabaibas. El turismo no relacionado con la agricultura, ¡es el drama!, y no solo ya para ellos, sino ¡para nosotros! Pobres políticos de cabezas chicas, que no ven el posible y previsible crecimiento económico en volver al sector primario, sino en regresar a la ruinosa y destrozadora construcción; pero, ¿van a trabajar todos los parados en hacer casas, de albañiles y peones? ¡Es de tontos de remate -con perdón-, que en ello no ofendo a nadie (o “naide”)! Construcción que se cargaría el paisaje y aumentaría la dependencia de fuera y comiéndose la tierra. Se ha dejado lo que fue nuestra identidad, y nuestra cultura (agri-cultura y ganadería). Ni industria alguna es posible, si nada producimos; nada innovamos, nada emprendemos, no aprendemos de los pocos y mayores que nos van quedando, y la universidades tabaibera, en Babia, porque no dicen ni pío (salvo que vayan al campo de fútbol), pero es que no escuchan ni a los pocos sabios ancianos analfabetos del campo, los muy burros (de ellos). Pero, ¿acaso hay algún consejero de agricultura que haya sido agricultor y ganadero?; ¡esa es la madre del cordero!
El Padre Báez.
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146. En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores. Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura.
III. Ecología de la vida cotidiana
146. Para que pueda hablarse de un auténtico desarrollo, habrá que asegurar que se produzca una mejora integral en la calidad de vida humana, y esto implica analizar el espacio donde transcurre la existencia de las personas. Los escenarios que nos rodean influyen en nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra habitación, en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio, usamos el ambiente para expresar nuestra identidad. Nos esforzamos para adaptarnos al medio y, cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos nos desafía a intentar configurar una identidad integrada y feliz. (de LAUDATO SI, la encíclica del papa Francisco).

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