domingo, 6 de septiembre de 2015

Obispos

A los tabaiberos: ¡escuchemos a los Obispos!...
“... y... se le abrieron los oídos...” (Mt.7, 31-37).
... la CV Asamblea Plenaria de la Conferencia de los Obispos Españoles, aprobó una Instrucción Pastoral, que lleva por nombre: “Iglesia, servidora de los pobres”, y ello ocurrió el día 24 de abril de este año 1915, en la ciudad de Ávila, a donde fueron los Obispos de peregrinos para cerrar dicho encuentro episcopal, dado que se está celebrando el V centenario del nacimiento de la santa del lugar: santa Teresa de Jesús, la reformadora del Carmelo. Pero, vayamos al Documento, de la dicha Asamblea Plenaria, que ofrece a los creyentes y a los que quieran escuchar la voz de los pastores u Obispos, que nos muestran la gran preocupación de la Iglesia frente al dolor de tantísimas personas, como los que están causando esta dichosa crisis que nos azota a todos, en este empobrecido país (españa).
Como ya veremos -en días sucesivos- los Obispos analizan en este escrito los motivos o razones que nos han traído a la situación actual que padecemos, dando origen a esta así llamada crisis, que lo es también, más allá de lo económico, pues afecta o llega a lo social y a lo moral; y quieren (los Obispos) iluminar toda esta cuestión, basándose en la propia Doctrina Social de la Iglesia, la situación que nos atenaza y oprime, y nos ofertan propuestas emanadas desde la fe, animando al compromiso de todos y a no perder la esperanza, queriendo alcanzar la dimensión social de la vida de los más desfavorecidos, con nuestro acompañamiento y reflexión. Hermoso y valiente documento de los Obispos, el cual desgranaremos poco a poco, frente al silencio de los medios, por donde ha pasado desapercibido; que tantas buenas intenciones, no queden en saco roto, ni se arrinconen en biblioteca alguna olvidadas tantas sugerencias, estudio, denuncia, etc. Por hoy lo dejo aquí, y en días sucesivos comentaremos desde El Tabaibal, lo que nos viene de tan alta como importante estancia, que aunque no es nada nuevo para estos comentarios tabaiberos, viene como anillo al dedo este documento de los Obispos a refrendar lo que desde hace dos años venimos (vengo) diciendo de otra forma o manera.
El Padre Báez.
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Y, del papa Francisco, Obispo de Roma, de su encíclica LAUDATO SI:
148. Es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los límites del ambiente, modificando los efectos adversos de los condicionamientos y aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad. Por ejemplo, en algunos lugares, donde las fachadas de los edificios están muy deterioradas, hay personas que cuidan con mucha dignidad el interior de sus viviendas, o se sienten cómodas por la cordialidad y la amistad de la gente. La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable. A veces es encomiable la ecología humana que pueden desarrollar los pobres en medio de tantas limitaciones. La sensación de asfixia producida por la aglomeración en residencias y espacios con alta densidad poblacional se contrarresta si se desarrollan relaciones humanas cercanas y cálidas, si se crean comunidades, si los límites del ambiente se compensan en el interior de cada persona, que se siente contenida por una red de comunión y de pertenencia. De ese modo, cualquier lugar deja de ser un infierno y se convierte en el contexto de una vida digna.
149. También es cierto que la carencia extrema que se vive en algunos ambientes que no poseen armonía, amplitud y posibilidades de integración facilita la aparición de comportamientos inhumanos y la manipulación de las personas por parte de organizaciones criminales. Para los habitantes de barrios muy precarios, el paso cotidiano del hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia. Sin embargo, quiero insistir en que el amor puede más. Muchas personas en estas condiciones son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo. Esta experiencia de salvación comunitaria es lo que suele provocar reacciones creativas para mejorar un edificio o un barrio[117].

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