viernes, 18 de septiembre de 2015

seguimos

Mientras, seguimos con las tabaibas...
“... personas tocadas de la cabeza, sin el sentido de la verdad...” (Tim. 6, 2c-12)./ “... en la ciudad... crimen e injusticia... calamidades... crueldad y el engaño... “ (salmo 54)./ “... los desgraciados... generaciones sin fin...” (Tob. 13, 10-13. 13. 16b-17a)./ “... en tus fronteras, te sacia con flor de harina...” (salmo 147).
...  y ello, sin tener en cuenta sus consecuencias, o lo que de ellas se siguen. Y a nosotros, de la crisis económica que padecemos, ¿quién nos rescata? ¿Para cuándo una o la recuperación? Seguimos sin producir, por tanto el desempleo o paro, no cesa o ceja de subir. El malestar, es creciente; si bien controlado y teledirigido astutamente con el opio del fútbol y otras drogas. Continúa el desconcierto.
Tan profunda es la crisis, que no se le ve salida posible. La crisis nos hunde, como a Grecia (y a otros países). Nos han recesionados, nos han depresionados. Nos quieren hacer ver y creer la crisis va de retirada, y es todo lo contrario: avanza. No hay economía satisfactoria, y la recuperación brilla por su ausencia. Nada emerge, ni prospera. Todo está parado. Nos han devastado; el paro, para la entrada de dinero. No resistimos. La política no mejora, no acierta, no sabe, no quiere. Solo hay salida mirando al exterior. Nada acumulamos. La prosperidad solo está en la felicitación estúpida de Navidad y año nuevo. No nos levantamos por (nosotros) sí mismos. Sin materia alguna, nada exportamos; todo lo importamos. Crecen las periferias de las grandes poblaciones y capital, hacinados, parados, drogados. No nos sostenemos. Sin voto de pobreza, nos toca vivirla; se impone la austeridad. La cosa es grave, y no salimos del estado de riesgo permanente y creciente. Todo y todos han caído. Solo rescatan a los bancos. Seguimos en recesión y en depresión (y no solo psicológica). La situación es de desolación. Gobierno y cabildo con los ajuntas y mientos, no intervienen; las ven venir, sin más, y las dejan pasar. Sin lugar al pesimismo, sino desde el análisis económico realista, esto es un puro desastre. Esto, empeora. Los políticos, no responden. Sobre esto no se discute (sí, y mucho de solo fútbol [también los políticos]). No, no vamos a poder volver a años atrás, en todos los niveles; es una falacia, una utopía. Y es que, la crisis, es más grande que lo que sabemos y pensamos; hay que estar ciego, para no verlo, y sin embargo, es perceptible: con el paro no hay sueldo; el precio de todo no deja de subir; crece la deuda; etc., y todo esto, ¿cuándo va a acabar este desastre? No tenemos transacción alguna, y nula gestión. Solo califican. Viven de fantasías. Y, lo peor todavía no ha llegado. Andamos en taparrabos. Todos hipotecados. Todo fue pedir y pedir, y así estamos debiendo hasta los dientes; bailan las propiedades. Ahora, sin depósitos (ellos y nosotros). Sin mercado, no hay finanzas. Gobiernan los bancos. He ahí el horror (y error). Y a la sombra, gobernados por necios. ¿Dónde la regulación? Estamos en franca quiebra; nos venden. Nada se reduce. ¿Quién nos salva de ésta? Con préstamos, no se arregla nada, hay que devolverlos, y sin producir algo...
El Padre Báez
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162. La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo posmoderno corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con las crisis de los lazos familiares y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por eso, «además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional»[125].

CAPÍTULO QUINTO
ALGUNAS LÍNEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN
163. He intentado analizar la situación actual de la humanidad, tanto en las grietas que se observan en el planeta que habitamos, como en las causas más profundamente humanas de la degradación ambiental. Si bien esa contemplación de la realidad en sí misma ya nos indica la necesidad de un cambio de rumbo y nos sugiere algunas acciones, intentemos ahora delinear grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo. (el Obispo de Roma, el papa Francisco en LAUDATO SI; una de sus encíclicas).

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