sábado, 19 de septiembre de 2015

nos dan

Nos dan tabaibas, ¿qué más queremos?...
“... salió el sembrador a sembrar su semilla... cayó en tierra... y, al crecer dio fruto al ciento por uno...” (Cristo: Lc. 8, 4-15)./ “... un becerro de tu casa... un baifo de tu rebaño...” (sal. 49).
... ¿y quién nos saca de esta tormenta? ¿Qué dicen los políticos? Tal ha sido la caída, que andamos en bancarrota. Económicamente, estamos muertos. La banca, nos retuerce el cuello. Quedamos sin reservas. ¿Quiénes y cuántos depositan? Vivimos y andamos en el caos, sin control. Todo y solo problemas es lo que tenemos. ¿Acaso no estamos nacionalizados? Por todas partes el “se alquila”. ¿Quién vende, si no hay quien compre? Andamos congelados (¡y no de frío, precisamente!).
Todo son especulaciones. Nada vendemos. Todo lo compramos. El dinero se acaba. La crisis crece. Ninguna actividad. Los gobiernos, no son de fiar. Somos deudores. La administración está endeudada. ¿Quién nos rescata? El banco ya no te presta. Sube la preocupación. Nadie invierte. ¿No se llama a esto “colapso”? Gobiernos y bancos hermanados. Crece la deuda. Las empresas se hunden. Permanente contracción (y no precisamente de vientre). Comprimidos. ¿Dónde y cuáles los activos? ¿Quién compra una vivienda? Andamos subidos sobre la ruina. Los bancos, no ayudan. Aumentan los suicidios (¡pregunten a las funerarias!). Muertes. Inflexión. Padecemos una política global. Nada se estabiliza, menos se recupera o restaura algo. Crece la economía global, decrece la local. No nos descongelamos (no del frío), y andamos sin financiación y sin liquidez. No se recauda. Carecemos de programas. ¿Cómo se va a depositar? Todo parado, no hay acción. No se restablece lo secundario (que debe ser lo primario). Sin activos. Los que gobiernan, no nos sacan de ésta, no nos salvan de la que está cayendo; seguimos cayendo. ¿Y qué política diseñan (la conocemos de sobra)? Tenemos políticos incompetentes. No saben de recuperación. ¡Y tenemos recursos!, ¡vamos si los tenemos!, pero..., ¡dependemos! Tenemos gobiernos (en sus múltiples ramas) sin credibilidad (mienten), y sin prestigio (corruptos). Son ciegos (los gobernantes), o al menos miopes (por no llamarlos ignorantes o paletos). A veces (los gobernantes), por su generosidad parecen hermanitas de los pobres desamparados, y ello a pesar de los desahucios. No hay paz, sino crispación y desconfianza. El dinero (la moneda) se contrae. Para los bancos, se multiplica (la moneda). Padecemos déficits (que no es -precisamente- una enfermedad. Nunca en la Historia, antes se registró nada igual, ¡ni parecido! ¿Qué incentivos tenemos? Suben los impuestos. Esto, está que explosiona. Nos desplomamos. Subsidiaron el paro, y todo fue ayudas, sin más. ¿No se veía venir el desplome? Se gasta y no se ingresa, ¿qué cabe esperar? Estamos en una franca recesión. Parece que no quieren acabar con la crisis, ¡o no saben cómo sacarnos de ella (¡con lo fácil que es!)!...
El Padre Báez.
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I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional
164. Desde mediados del siglo pasado, y superando muchas dificultades, se ha ido afirmando la tendencia a concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos. Un mundo interdependiente no significa únicamente entender que las consecuencias perjudiciales de los estilos de vida, producción y consumo afectan a todos, sino principalmente procurar que las soluciones se propongan desde una perspectiva global y no sólo en defensa de los intereses de algunos países. La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común. Pero la misma inteligencia que se utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas eficientes de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades ambientales y sociales. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.
165. Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabilidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética. En las últimas décadas, las cuestiones ambientales han generado un gran debate público que ha hecho crecer en la sociedad civil espacios de mucho compromiso y de entrega generosa. La política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales. En este sentido se puede decir que, mientras la humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades. (del obispo de Roma, el papa Francisco de una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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