domingo, 20 de septiembre de 2015

pebsar

No dejen de pensar en las tabaibas...
“... están sembrando... y su fruto...” (St 3,16-4,3)./ “... un árbol... da fruto...” (Sal 1)./ “... cuanto germina en la tierra...” (Dn 3,57 y ss)./ “... lo que uno siembre, eso cosechará...” (Ga 6, 7b-8). “... hay una auténtica parálisis interior...” (del obispo canario [canarii] san Agustín de Hipona, en su comentario sobre los pastores).
... ¡ellas (las tabaibas) son nuestro éxito y logros! Su impacto es evidente; su producción nula; su comercio, nuestra salvación. Avanza hasta por los acantilados. Y nos desploman. La demanda de ellas, es nula. Su producción industrial, cero. Nos deprimen (más allá de la psicología, que hablo en términos económicos). Nuestro mercado, ha caído. Solo es fuerte, la debilidad política que sufrimos o padecemos (vuelta al fútbol).
El deterioro avanza a pasos de gigante. La Historia lo califica de recesión. No hay manera de que le den la vuelta a la cosa esta de la crisis, que crece. Vamos hacia el desastre total, pues nada, absolutamente nada producimos. Se tolera la destrucción. No nos recuperamos. Disminuye el volumen del comercio (hagan una visita a Mercalaspalmas, por ejemplo). Hay producción global; pero, ¿y la local? A la falta de producción le sigue cual sombra el desempleo. Europa vive en crisis, y sin salida posible de mantenerse en sus treses. Nuestra recesión, es profunda, y con grandes y muchas raíces. ¿Cómo recuperarnos para sostenernos? Bajo, bajísimo es nuestro nivel. Solo es fuerte, nuestra debilidad. Muy débilmente nos sostienen. La responsabilidad es de los que tristemente nos gobiernan, que no saben, a pesar de la nube de asesores que les asisten. Bueno sería estar estancados, pero es que la caída continúa, sigue, no para. Cada vez es más difícil la recuperación (dan limosnas [¡jajajaja....!]). Son medidas ineficaces, contraproducentes, inoportunas..., (buscadoras de aceptación para hoy, votos para mañana). Nada cambia. El empleo no sube, ni a la de tres. Crece el desempleo. Los hay que lo buscan, y los hay que ya ni eso, ¿para qué, si no lo encuentran? Piénsese en la situación de esa pobre gente, más allá de lo económico, en el derrumbe, la desesperación, el suicidio (aunque sigan vivos). El declive, ¿puede ser mayor? La respuesta es: ¡sí! Y pienso en todas las edades de trabajar: juventud, adultos, madurez. Pero, ¡si nada producimos (salvo lo que sabemos y me he propuesto no citar, sino en el encabezado)! No solo perdemos empleo, es que perdemos personas. Y la solución, no está en la construcción; que sobran casas y edificios vacíos. Sin trabajo, aunque los redujeran en horas, para que trabajen más; es que no hay. Cada vez más, se despiden trabajadores. A la sombra de la política, trabajan los que trabajan sin trabajar, pero que cobran por no hacer nada y producir menos (nada). Y son un enjambre (de “zánganos”). Y encima, muy bien recompensados. Son los que consumen algo, y distraen la economía. Que los otros, viven calamidades (que bien conoce Cáritas). Y los profesores de la universidad, no aclaran nada, por temor a recortes (¡cobardes y traidores!). Son la voz pensante, ¡y callan! Que la crisis tiene su madre en la falta de productividad; y su padre es, la falta de empleo...
El Padre Báez.
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166. El movimiento ecológico mundial ha hecho ya un largo recorrido, enriquecido por el esfuerzo de muchas organizaciones de la sociedad civil. No sería posible aquí mencionarlas a todas ni recorrer la historia de sus aportes. Pero, gracias a tanta entrega, las cuestiones ambientales han estado cada vez más presentes en la agenda pública y se han convertido en una invitación constante a pensar a largo plazo. No obstante, las Cumbres mundiales sobre el ambiente de los últimos años no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisión política, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y eficaces.
167. Cabe destacar la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro. Allí se proclamó que «los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible»[126]. Retomando contenidos de la Declaración de Estocolmo (1972), consagró la cooperación internacional para cuidar el ecosistema de toda la tierra, la obligación por parte de quien contamina de hacerse cargo económicamente de ello, el deber de evaluar el impacto ambiental de toda obra o proyecto. Propuso el objetivo de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera para revertir el calentamiento global. También elaboró una agenda con un programa de acción y un convenio sobre diversidad biológica, declaró principios en materia forestal. Si bien aquella cumbre fue verdaderamente superadora y profética para su época, los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos. Los principios enunciados siguen reclamando caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica. (del obispo de Roma, el papa en una de sus encíclicas, la LAUDATO SI).

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