viernes, 10 de agosto de 2012

Hoy (por ayer)...

Hoy (por ayer),
me llevé otro gran disgusto.


Les cuento: subía un servidor –como todos los días- a celebrar la Eucaristía (la Misa), en mi Parroquia (Ntra. Sra. de las Nieves, en Lomo Magullo), cuando, a la altura del puente que une San José de La Longuera, con Telde, una ranchera, llevaba un chorro de coches detrás; era roja, e iba muy despacio y levantada de la parte delantera, y un tanto hundida –por el peso- por la parte de atrás, y es que la carga, con ser algo muy leve si es poca, apretada, prensada y tal, es un peso enorme, y era plana, más alargada que ancha, y cogía toda la carrocería de la dicha ranchera, y se salía un poco de la puerta, era una gran alpaca de paja, color verde oscuro, a medio secar, y pensé:

¿Pero cómo es posible, que teniendo la isla llena de pasto, de retal, de hierba seca, este hombre venga de comprar no sé de dónde, si desde el Puerto en el muelle, o de cualquier almacén –del que está cerca del Punto, no, porque aún no habíamos llegado, y venía de más abajo- se compre pasto o retal, a espakistania, si es que no viene de Italia, porque de esos rollos de paja prensada, Italia estaba llena por todas partes; menos en este país espakistaní, pero que por venir, puede venir hasta de EE.UU., sin que ese derroche en gastos de dineros en comprar comida seca para los animales que se tenga (ya sean cabras, ovejas, vacas, caballos, etc.), se podría ahorrar y quedar en el Tabaibal, toda vez, que nuestro retal, hierba seca o pasto, es el mejor del mundo, y somos el productor número uno en el mundo, dado que está prohibido tocar el campo, y la hierba seca es tanta que tenemos hasta para exportar, si medio ambiente y el seprona lo permitiera (o el cabildo y gobierno autónomo que está detrás de ambos)?

Y uno se pregunta: ¿Compramos pasto fuera, para preservar el nuestro para previsibles, probables o/y presuntos incendios, que como es lógico, lo necesita para poder arder y mantener el fuego, y transportarlo más allá de cercados, casas, pinares, etc.? Y, es que no me cabe en la cabeza (debo tenerla muy chica), que teniendo lo que tenemos, compramos de eso mismo que tenemos a los que tienen menos que nosotros, y guardamos el nuestro ¿para el fuego?, o para que se pudra con las primeras lluvias y el otoño e invierno?; ¿es que es eso normal?, ¿hay algún país del mundo, que compre de lo que tiene y no usa ni consume lo que tiene porque lo tiene protegido y compra de eso mismo?

Y a la altura de este mi comentario, cabe me siga preguntando o piense en alta voz –y lo comparto con ustedes, mis amigos-: ¿qué politiquillos tenemos, que en época de hambruna, paro, crisis, etc., permite este estado de cosas, que se traiga del fin del mundo a precio de oro, lo que tenemos de sobra en casa, por todas partes, y tanto, que ya no se puede caminar por el campo, porque está todo invadido, enmarañado, cerrado, embreñado, enmagullado, que da hasta pena?; porque si no quieren dar trabajo en segarlo, ni las máquinas prensadoras pueden entrar en el terreno accidentado y estrecho cuando no en laderas y riscos, lomas y trastones, ¿por qué no permiten, que el ganado, los rebaños, se lo coman directamente, con estacarlos o sueltos, y dejarlos que limpien el terreno, que al mismo tiempo lo abonan, e impiden los incendios?

Gatos encerrados, deben haber en todo esto, porque de lo contrario no se comprende, se compre y se arruine el que tenga un animal, porque -¡ya lo dice el refrán o dicho: “come como una vaca”, que no se sacia nunca y es como un estanque!- que un desgraciado pastor o cabrero, vaquerizo o boyero, tenga que comprar fuera lo que tiene dentro, ¿qué explicación tiene?, ¿qué lógica es esa, que teniendo pasto la isla y estando la isla –e islas- llena y a rebosar de pasto, nos lo manden de fuera para que coman nuestros animales, porque el nuestro, no se lo dejan ni “prebar” –como decía mi padre-?

Más tengo sobre el tema, pero temo, y no quiero cansarles; creo, que con lo dicho sobre el tema, es suficiente, pero no bastante.

El Padre Báez, que al adelantar la ranchera, miré al pobre conductor, y me dio mucha pena.

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