miércoles, 28 de marzo de 2012

Piedras Sagradas



No me refiero a las que pisara Cristo, nuestro Señor y Dios, sino a las del yacimiento de la necro (muerte) polis (ciudad) o ciudad de los muertos de Arteara, que dicho sea de paso, desde lejos y desde frente parece sin más un corrimiento de piedras caídas de la montana de Las Mesas, y sin embargo alberga con creces el más de millar largo de túmulos, donde la ceniza de los guanches anteriores al siglo XV, descansan.

Pues, que un servidor visitó a los 15 años el yacimiento, y este Domingo último –con muchas otras visitas intermedias en el tiempo- lo volví a visitar (¡y no será la última, si Dios quiere!), y ojalá no hubiera ido, porque lo que vi desde hace ya medio sigo (tengo ya cercano los 65 años), es lo que nunca pensé pudiera suceder: que, dejando los guanches en su “campo santo” o cementerio: sendas, veredas, callejones, idas y venidas, vaguadas, senderos, caminos, regatos para entre los túmulos ir y venir, pasar y visitar, hacer nuevas deposiciones –que no enterramientos (en tierra), sobre piedras...

... lo que vi, fue una auténtica profanación, y un romper un lugar sagrado, con aperturas de zig zag, de caminos con escalones, con sendas paredes de orillas de los caminos abiertos por entre tumbas, cual como hicieran en el Maipés de Agaete, pero aquí –todavía sin las planchas de hierro-, con el destrozo y movimiento de piedras, que removidas de entre los túmulos, a bases de marrón, han sido rotas o partidas para empequeñecerlas, dándoles un aspecto de camino nuevo, entre piedras con la patina del tiempo en ello de varios siglos.

Piedras, que claman al cielo, por lo que supone de absurdo, de romper, de mancillar, de destrozar, de remover, de usar piedras que cubrieron cuerpos y formaron parte de túmulos, y todo lo que hace es en un camino más claro que la luna llenarlo de flechitas amarillas, marcando la ruta cual si gente idiota no supiera ver el camino que nunca se debió hacer, porque del todo innecesario, como lo prueba el caminar por fuera del mismo, sin que éste sea necesario ni útil, más cuando simplemente te indica la dirección, altitud y no sé qué grados absurdamente -como las flechas, éstas sí de hierro-, como no podía ser menos, “¿utilizado por los guanches”?

De pena, que se esté con el pretexto de restaurar, rompiendo los yacimientos; de pena, so pretexto de adecentar, se estén cargando lo que no se debe ni tocar. Y para más inri, en el lugar de limpieza del muerto, o preparación del cadáver, lo que sería la casa mortuoria o tanatorio guanche, y la mismísima morada del “ sepulturero” (excluido de la vida social aborigen, y marginado por su profesión como intocable e impura) te digan que fue un corral, donde los restos de estiércol no aparecen por ningún lado, y encima de un pedregal, a ver a quién se le ocurre poner un corral, y más en el corazón de un cementerio guanche, cosa respetadísima por nuestros antepasados más resientes y de más atrás.

Total un conjunto de despropósitos, que comienzan por la nula indicación, de cara a un turismo que pasa, que viene y que está, y que buscando eso en Egipto, lo tenemos aquí, y no solo no se lo indicamos a ellos, es que ni a los de aquí, pues pasa desapercibido, incluso para los propios lugareños de un poco más arriba.

Me pregunto si será por eso, que el señor Larry Álvarez, no quiere venir a mi programa, al cual por distintos medios y compañeros consejeros, le he pedido que venga y se resiste: la última solicitud, se la hice al mismísimo Presidente del cabildo Don José Miguel Bravo de Laguna, que le diga al consejero de Patrimonio venga a mi programa de “Tierra Guanche”, para que me aclare éste y otros asuntos o despropósitos de los que ya sí él es el responsable, ¿lo conseguiré?

El Padre Báez.

 P.D.- Ya dentro del recinto arqueológico hay tres paneles –que no explican el yacimiento- sino que muestra lagartos, pajaritos, tajinastes y una lección de geología, ¡vamos que pega con goma!

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