lunes, 10 de octubre de 2011

POPURRÍ 20 (PAC y Campo):


PAC o “Para Acallar a Cabreados [o “cabrones”])”
No, no..., no es eso, sino “Política Agraria Comunitaria” -¡a ver si nos aprendemos estas siglas!- La PAC por venir o nueva, debe primar lo agroganadero, y desarrollar el campo (¡que aquí está muerto!, o mortecino), y así sostener o mantener el empleo -que en otro tiempo había y hubo- y conservar el tejido social campesino de toda la vida, desde que la vida es vida. Sin que para ello, haga falta recurso alguno, porque generosa la naturaleza, ya los pone hasta de sobra (agua, tierra, sol...), y así sacar del gravísimo y letal estado a la agricultura, que fenece por inanición...

Los del campo:
De entrada, los del campo somos gente normal; cada vez más, con las exigencias para plantar un cercado de millo –pongo por ejemplo, aunque la agricultura es algo más que un cercadito de millo-, con el libro de cuanta maniobra se haga al respecto, hasta coger las piñas, somos gente culta (agricultura); y, por aquello que estamos en contacto con la madre naturaleza, como que hasta somos más delicados y sensibles (flores y corderos, ¡no te digo!). No sé cuántos de los que me leen adivinan, que uno habla de lo que conoce y practica; y que nació, y se crió en el campo, y que por eso, no habla de teoría, sino desde la experiencia, y desde un presente, en el que con mi condición sacerdotal atiendo tierras, cultivos y animales, además de relacionarme con la gente del gremio, al estar de párroco en lugares donde todavía se cultiva y se cuida del ganado y por tanto sigue habiendo rebaños. Por otro lado, uno conoce y sabe de gente, que desde la mafia en general y mafia de la política, ven la cosa, desde sus oficinas, sin haber dado un timbalazo; y conociendo desde libros y periódicos el campo, pero sin sudarlo, y sin saber sino la teoría (¡muy bucólico todo: salidas y puestas de sol, con caída de hojas y otras lindezas!). Pero la cosa, es bien diferente. Escribir y hablar sobre el campo, no da sudor; que los sudores los pasa el que tiene el sacho en las manos o la jose. También los hay que aunque trabajadores del campo, son unos quejicas, y se pasan la vida llorando y pidiendo ayudas, cuales pedigüeños empedernidos, en lugar de trabajar y callarse, ¿pues qué esperan vengan los banqueros a ponerse trajes de faena con botas de gomas y visera a sustituirlos? Los hay que solo gritan que son unos esclavos; pues dejarían de ser trabajadores del campo, pues éste, sabido es, no termina nunca (el campo no da vacaciones y de sol a sol, si se es agricultor o pastor);  Medios ya tiene: la tierra (¡y de sobra!); otra cosa bien diferente, es que el trabajo esclavizante y esclavizado del campo -y si en el campo, no hay trabajo que no lo sea- debiera compensar sudores y gastos, pero ¡quiá!, ese trabajo no es recompensado con un precio justo, porque sabemos la trampa (traen de eso mismo, más barato de fuera, y te hunden con lo tuyo, al no poder sacar siendo de calidad, tu producto, porque si le sumas los gastos, se pone por encima de lo que viene de fuera, y te aplastan, te destrozan, y quitan ánimos y ¡otro p´al paro! Tampoco es que tenga el campo motorizado todo, cual si de extensiones a lo EE.UU,. europa e incluido espakistania, llana y extensa, y que encima me lo dé, todo papá estado o europa -que nos acostumbró a trabajar con ayudas o subvenciones-, cuando lo mejor es trabajar-trabajar, como siempre se hizo (hay terrenos imposibles entre un tractor, y si entra a riesgo de la vida del campesino motorizado [que más de uno, ha caído]); y siempre el hombre del campo vistió distinto del que va a una oficina, porque los hay que pretenden tener las manos sin callos, y arar con cuello blanco; y no se enteran que el agua es barata, porque es gratis -cuando llueve, y no vale nada-, a no ser que pretenda cosechar en agosto y regar el julio, cuando hay cosechas del tiempo; y los hay emperretados en hacer las cosas al revés, para jeringar y protestar, pedir y llorar, quejarse y criticar; que la cosa se arreglaría, con la desaparición de la mafia y los mafiosos en torno al campo, como es la de importar lo que produzco, y que sea el que no ha dado un golpe el que se lleve mis ganancias (a mí, que cosecho, unos céntimos, y eso mismo para el intermediario, en muchos euros, con permisividad por parte de una organización mafiosa, que explota y se come como sanguijuela, el fruto y el beneficio, del que al que solo le quedan deudas y la ruina, sin que nadie haga nada por cambiar este estado de cosas). Y por otra parte, esas exigencias de la burrocracia, ese papeleo, propio de un administrador, cuando apenas se sabe firmar, porque el estudio no pasa de saber leer despacio y sin acentos el periódico, y que oigamos el “bajemos” por bajamos, o semejantes; a éste, se le exige lo que a un universitario o empresario, con papeles, más que para una industria o alta política de economía en lo que en lugar de cultivar anda entre ventanillas, y sin entender términos o cursos, que no aprueba, sino que les dan pena y dan carnés, que para nada sirven, y es un dejar tradiciones y costumbres, para ponerse al día de una política agraria que asfixia y que vuelve atrás, a más de uno, por no poder o saber seguirla; encima..., ¡me callo! El hecho es que marean, abusan, se pasan con los hombres del campo, que aburridos y machacados, terminan por dejar y abandonar lo único que saben hacer, pero que no están dispuestos a que se rían de ellos, y trabajar para otros, que son los que se enriquecen a su costa, sin que nadie pare este abuso y corruptela. Porque es de tonto, y de remate, que yo trabaje, para que tú a costa mía, vivas como un marqués. Razón ésta de muchos abandonos, entre otros de la agricultura y ganadería (te vendo el queso a 6,00 €, y tú ¡cabrón! -como dijera la mujer de Lalo, el pastor de la Cumbre-, lo vendes a 12,00, cuando no a más, si yo no tengo para el pienso de los animales, ni me los dejan pastar a sus anchas, y ordeño, cuajo la leche, hago el queso...)- Porque, ¿cuándo el benefactor del trabajo va a ser el trabajador, y no ese intermediario que roba y abusa y se aprovecha del pobre que se arruina, y él se sube por las nubes de placeres y riquezas, vacaciones, y vida muelle, con casas, coches, lujos, etc., y todo ello por nada, solo por ir a buscar el producto que otros han producido, quedándose él, con el beneficio ajeno?, ¿qué justicia económica y administrativa es ésta? ¿No va a haber cada vez menos campesinos? Los tontos comienzan a acabarse, cada vez hay menos. Y a todo esto, el autonómico, ciego, importando todo, y dando palos, de muerte a los tres, que quedan todavía, apegado a la tierra, como única manera de sobrevivir, y que el drama es saber, si puede vender su cosecha, siempre regalada, y perdiendo, pero con la esperanza, -si tiene fe- en el cielo (¡por si llueve!, y hay buen año, pero después, ¿qué hacer con sus productos?, ¿tirarlos?, ¿no recogerlos?, ¿regalarlos?, ¿perder?... ). Y no, no hay un sindicato campesino, ni nadie que defienda al campesinado; al contrario, todos los palos -como las pulgas al perro flaco- todos los palos, al campesino, al que se le desaparece, porque la comida viene más barata de fuera, envenenada, y carísima, mala y engañándonos que es de aquí. Y, lo curioso, es que se defiende y ayuda a los intermediarios, a los que importan, al diablo o perro maldito, que son los que se embolsillan a costa de desaparecer el sector primario, los euros. Y lo grave, es que ya puedes gritar, hablar, denunciar, quejarte, defenderte, etc., etc., que no te hacen maldito caso, como si el campesino, no tuviera razón en nada, y se le sigue masacrando. ¡Y vote usted!, ¡bótelos, hombre, y mándelos a freír espárragos (¡que vienen de la Rioja!)!
          ¡Pobre campesino, pobrecito...!

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