(251): JUBILADOS EN ARQUEOLOGÍA

   

 

    Es decir, de cualquier profesión anterior, a engrosar el voluntariado de y en arqueología. ¿Se imaginan ustedes la alegría de estos parados, por la edad, en el ejercicio serio de ex-profesionales, que aportarían la seriedad de sus experiencias a una ciencia que necesita profesionales honestos? A la vez, que sería el mejor medio de luchar contra la depresión, el aburrimiento, la enfermedad...

 

    ¡Cuántos prejubilados, que han dejado la actividad profesional a la que se han dedicados años y años, y ahora ocupando el tesoro de sus tiempos libres y experiencias -aunque haya sido en otros campos- a una disciplina, que les pudieran apasionar, y serían una ayuda a la arqueología impagable, que de la mano de los arqueólogos, estos voluntarios, tomen parte en las excavaciones, y sigan “trabajando”!

 

    Cierto, que no son expertos, pero tienen otros conocimientos, que sí se pueden aprovechar, pues venidos de la construcción, de talleres, de oficinas, etc., siempre hay algo que ver con la “nueva empresa o tarea”. Una colaboración, que ayudará a recuperar  nuestro patrimonio dormido, y hasta pudieran ser guías o acompañantes (piénsese en docentes: historiadores, periodistas, ensayistas, etc.). Y todos tendrían cabida, según afinidad o reciclaje.

 

    ¿Cómo no permitir la participación social en el rescate de nuestro pasado, si toda ayuda es buena si viene, venga de donde venga? La aventura de investigar y descubrir, puede llenar y ampliar una vida, y dejar huellas, siguiendo la de siglos atrás. En toda excavación, debiera haber un grupo de voluntarios mayores, que aporten su saber y su acción.

 

    Hay, pues, que incorporar a la excavación o investigación y en los proyectos a la ciudadanía. Puede ser algo novedoso, y casi pionero.

¡Cuanto pueden aportar tanto cerebro en paro, cuando se trataría de un complemento que redundaría en una doble dirección: en la propia arqueología, y en los voluntarios!

 

    El padre Báez, que hoy, les deja este proyecto, para más luz arrojar sobre nuestro pasado, con la ayuda de quienes pueden reforzar la intervención de tantos jubilados o parados por la edad.