lunes, 20 de abril de 2015

policía

Policía tabaibera (o la del miedo ambiente)...
“... obras... dignas de estudio...” (del salmo 110).
“... peste funesta... peste que se desliza... epidemia que devasta... malvados... desgracia... plaga...” (del salmo 90).
“... alborotaron al pueblo...” (del libro de los Hechos 6, 8-15).
“... se dilata sin término...” (del salmo 118).
“... mano perversa... puño criminal y violento... que buscaban mi daño...” (del salmo 70).
“... no dañéis a la tierra...” (del libro del Apocalipsis 7, 1-17).
“... se hicieron... dignos de rechazo...” (del comentario de san Beda el Venerable, presbítero, sobre la primera carta de san Pedro).
... antes agentes; ahora, ya policía. Les cuento mis amigos: la cosa sucedió en tantos sitios que resumirlos y unirlos, no me va a ser posible, ni fácil. Imaginen fue en Tejeda -caso real- o en cualquier otro sitio igual también, pues de todos los ajuntas y mientos, tengo noticias (me llaman y me las cuentan), y coinciden al 100 % unas con otras salvo pequeños matices.
Que pasas por el rosario y tormento de que te dejen hacer algo en lo tuyo. Pongamos que tienes un terreno a la sombra del Bentayga, con unos almendros viejos, secos, podridos, sin hojas y sin frutos, y pides mil permisos para que te los dejen arrancar-cortar-podar-limpiar; al fin -y a duras penas y mucho tiempo- te dan el permiso, condicionado a muchos artículos, y números. Luego ya, la leña en el terreno, terreno que quieres reconvertir, con nueva y distinta plantación, y he ahí, de nuevo la peregrinación de nuevos permisos, con lo que el segundo año no para y los meses corren y estás a la distancia de dos años en este proceso, y pides y pides y vuelves a pedir, ahora permiso para poder limpiar el terreno de la leña seca obtenida de la arrancada, poda y limpieza pertinente, y la espera camina a ser eterna, después de pedir y más pedir permiso que nunca llega, y pasan los meses, se acerca el verano (y camina hacia los tres años) y entonces ya imposible, con lo cual el la larga espera para poder quemar lo que estorba en el terreno con el permiso pertinente, no llega, y entonces puede suceder -sucede (sucedió)- algo parecido -o exactamente esto-, que: llamas telefónicamente -¡la de llamadas hechas, Dios mío!- a Tafira, donde ellos, y allí te dicen no saben nada de esa solicitud hecha en Las Palmas de G.C., llamas a La Cumbre y te dicen que eso se hace en La Cumbre; le dice el interesado que le dijeron que de Tafira pasaba a Las Palmas de G.C., de Tafira a La Cumbre -te marean-, en La Cumbre te contesta un señor -perdón por lo de señor- que habla en peninsular (porque es peninsular), e insiste enfadadísimo: el permiso se debe solicitar en La Cumbre, porque es donde corresponde según la comarca (?)  y se mete con este pobre desgraciado a quien casi -y sin casi- insulta, humilla, reprocha, etc.,  porque no ha procedido correctamente y le dice, que la policía -con referencia a los agentes del miedo ambiente- , y lo reitera hasta tres o más veces,  que son la policía del miedo ambiente (él decía Medio Ambiente), y que dado el nombre del solicitante, que no aparece entre las solicitudes, y por tanto... y encima, que no le dé el nombre sino el número de registro, y sin querer -en la conversación, citó -el que quiere le permitan quemar los almendros cortados-, a Don Carlos Velázquez, y... ¡en mala hora amigos míos!, porque menos bonito dijo de él: de todo, y entresaco literalmente -y lo dijo enfurecido-  “¡ese señor no es nadie, solo un simple ingeniero, y  el que manda aquí, soy yo; en miedo ambiente, es la policía...!”, insiste humildemente el peticionario, y le anima y pide por favor, visite su terreno y le dé el permiso, que se acerca el verano y ya después, habrá pasado otro año (con lo que la cosa se estirará a los tres o más), y  le dice que él no puede porque ha de hacer un curso, luego presentar una denuncia , después que... pero mi amigo, con tal de animar a que le diera el permiso y le hiciera la visita pertinente, le ofrece -al modo tradicional del campo, y sin mala intención-: “¡venga hombre, por favor, y le regalo un bienmesabe o mazapán de mi tierra (Tejeda)!”, a lo que ya, no es de reproducir, los insultos, amenazas, improperios..., que si usted me quiere comprar, que él no se dejaba coaccionar... que si yo soy peor que la policía, que... (no sigo).  Entonces le pide mande a alguien (¿policía?), y le dijo no iría él, sino que le mandaría un policía (un agente del miedo), y accede con que ya le llamarán y añade: “¡los que fueran no eran más malos que él, porque les gana a todos (¿¡...!?)!”; pasan los días y la llamada no llega; y cuando al fin llega, es para decirle al interesado, que no puede ir, porque bla, bla, bla... En fin todo este rosario (y les ahorro lo que ni se imaginan), y todo por conseguir el permiso para quemar la poda, limpieza y arranque de almendreros secos, que no llega por más que está en ello y va para dos años; ¡toda una odisea!, y sin conseguir lo que solicita, sino esperando, esperando..., se pasa el tiempo. Me dice mi comunicante: “¿quién los abaja?, ¡se han subido tanto, que tienen el cargo en las cabezas! Ellos han conseguido la soledad del campo; no se ve un solo rebaño de nada; todo vacío; solo muerte y desolación; silencio y tristeza; ¡no se mueva usted, que sale en la foto!, ¡y multa!; ¡pague el helicóptero y los bomberos!, o, ¡embargo de tu tierra!; solo queda algún mirlo y los pica-pinos, que no son de esta tierra y los han introducido ellos mismos”; etc., y digo yo (un servidor): no es este el caso más grave -que ya iré sacándolos-, sino uno muy, muy mediano, para no alarmar y echar -hablando de quemar poda- más leña en el fuego. Que son muchas las quejas que a diario recibo de todas partes de la isla con el mismo argumento, ¡y más y peor!: de abusos, atropellos, multas, peticiones negadas, acoso, seguimiento, amenazas, coacciones, etc. La isla está parada; los políticos no se enteran, nada dicen, miran hacia otros lados; Bravo se cambia, y deja todo esto igual, y no hay quien eche este tinglado al suelo. Un servidor, les informa -solo- sobre la situación, para que se sepa, ya que las víctimas, no tienen otros medios, les cierran las puertas en los distintos Medios, y un servidor callará estos desmanes, cuando muera o me maten. Pues, no puede uno callar ante este terrorismo de estado, ante tanto cinismo, robo, desahucio, despojo, arrancan con todo, y este pueblo aletargado, donde se distrae a la juventud con carreras de coches que sin tener donde caerse muertos, pierden el culo `por ver pasar rápido a los mismos... y, ¿para qué seguir?
El Padre Báez.
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Precisamente Don Carlos Velázquez, días atrás me ponía el siguiente correo que les pego o adjunto; ojalá él mismo pueda repetir y decir lo mismo algún día, que habré contribuido a que todo lo anterior  algún día desaparezca:
-----Mensaje original-----
From: Carlos Velázquez Padrón
Sent: Thursday, April 16, 2015 11:58 AM
To: Fernando Báez
Subject: Glifosatos


Querido Padre Báez,

No todo va a ser malo en "Tabaibalandia". A veces el Cabildo tabaibero, como
lo llama usted, hace las cosas derechas. No sé si leyó en la prensa de ayer,
miércoles, que el Cabildo renuncia a echar herbicidas (glifosato) a borde de
carretera.
Siéntase co-responsable de esta decisión
, porque la suma de
muchas quejas ha conllevado que la Consejería de Carreteras (y personalmente
el Consejero, Carlos Sánchez -a cada uno lo que es de cada uno-) haya
adoptado esta medida. Esto no quita, que haya que estar expectante para
después de las elecciones, para que no incumplan.

Saludos

Carlos

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