sábado, 4 de abril de 2015

Huertos urbanos...

Huertos urbanos- tabaiberos (¡y más mentiras!)…
“… son unos mentirosos…” (del salmo 115).
“... ¿hasta cuándo... amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?...” (del salmo 4).
… nos prohíben cultivar en el campo y nos animan a cultivar en la ciudad. Todo el interior de la isla vacía de cultivos, y nos traen a cultivar entre los humos de los coches y gases humanos, que son contaminantes, son tóxicos y son cancerígenos. ¿Comer eso producido entre bloques de pisos y casas, y el tránsito rodado de guaguas, camiones, coches, motos, etc.?
Huerto y urbe (urbe: ciudad en latín), es incompatible, contradictorio. El huerto, los huertos, las fincas, el cultivo, etc., o está en su sitio -que es el campo-, o no tienen cabida entre los urbanitas y la urbe. Lo plantado necesita aire puro, sol y agua (y no de retretes y mar). No se puede plantar en la capital, sino los árboles que la adornan y están negros en lugar de verdes por el hollín de los tubos de escapes de los coches. Eso no es ecológico, sino mortífero, veneno, cancerígeno. Nos engañan como a niños. La ciudad (la urbe), es lo contrario del campo, que es donde se debe plantar (y nos lo tienen prohibido). El campo declarado paisajístico y otras leches, y ¡a plantar entre coches y pisos en la ciudad (urbe)! ¿Y es eso ecológico? ¡Ah sanacas del carajo!, ¡cómo se ríen de la gente! Sacan el cultivo del campo y lo meten en la ciudad. ¿Acaso hay huertos en el centro de Madrid, por la Cibeles o tal vez en la Calle Sierpes de Sevilla? Pero, ¿hortelanos entre coches y edificios capitalinos y en grandes ciudades?, ¿y el campo vigilado por el sepro y el miedo para que nadie plante nada? ¿Un mundo al revés? Me imagino al hortelano en la huerta, en el campo, pero no en Triana o en cualquier otra calle o barrio capitalino. ¡Dios, Dios mío!, a lo que nos llevan o quieren llevar. La capital, no es el sitio para cultivar; se cultiva en el campo, y fuera de ahí es contra natura, contaminante, enfermizo, cancerígeno, etc. No puede haber peor noticia que la de huertos capitalinos o urbanos, y encima que te los llamen ecológicos, pero, ¿se ha perdido el juicio y el sentido común?, ¿a dónde nos quieren llevar? Huertos entre el cemento y asfalto, humos y gases, y en el campo: ¿tabaibas, retamas y pinos? ¿Cabe peor noticia dada por algún medio, comprado por el poder para volver todo al revés? Encima nos dicen que el estiércol capitalino es mejor que el de los animales, ¡toma! Ahora hay que hacerse hortelano urbano para aprender a hacer estiércol. ¡Claro que sí, lo que ahí se produzca ya es estiércol!, pero envenenado con tantos gases humanos y de los variados motores, entre otras basuras. Yo (un servidor), primero me muero de hambre que me como algo producido en la ciudad, o en huerto urbano. La urbe (la ciudad), no es para el cultivo, ¡eso es contraproducente!; la comida que salga de la tierra-tierra, y no de la ciudad. Ahora nos enseñan a cultivar en huertos urbanos, y el campo prohibido tocarlo, ¿es eso normal? ¿Y ecológico? La ciudad no ofrece recurso alguno utilizable para el cultivo o agricultura. Contra cualquier técnico municipal que de lecciones sobre agricultura, le pongo a cualquier anciano del campo y le dará cien mil vueltas, y dirá cosas sensatas, pues lo de zapatero a tus zapatos. Y encima dan clases sobre el cultivo entre cemento y alquitrán con olores y gases nocivos y dañinos para la salud, ¡qué bonito!, ¿no? ¡Ah mequetrefes del carajo, cómo se quedan con el populacho futbolero y masqueril! Me hablan de trescientas parcelas en la ciudad y no de las trescientas mil abandonadas en el campo que es donde las hortalizas son hortalizas, y no mierda capitalina en huertos regados con aguas de retretes y del mar. Nueve huertitos en la ciudad y novecientos mil abandonados y prohibidos tocarlos porque se nacieron en ellos las tabaibas protegidas. ¡Protejan al hombre, de los huertos de la ciudad, que son veneno y cáncer segurísimos! Y encima nos dicen que el estiércol obtenido de los huertos urbanos es mejor que el de los animales del campo (ovejas, cabras, vacas, cochinos, etc.). Es decir, termínese con la ganadería, que la ciudad produce un estiércol mejor que el de los ganados. ¡Ya es el colmo, usted! Y nos chupamos los dedos de tontos que somos o semos. ¡No te digo! ¡Hasta libros publican estos canallas acerca de cómo hacer huertos en la ciudad! ¿Por qué no publican a favor del campo que es donde tienen que estar todos los huertos sin más? Y para más inri -que estamos en Semana Santa- dan talleres de unas horas para introducirnos en el arte de los huertos urbanos, ¡y ya se las saben todas, sin más! ¡Ah, más que necios! Te dan talleres sobre huertos, y el campo ¡ni lo toques! Y encima les dicen que esos huertos evitan enfermedades y que no repitas en ellos la misma plantación de papas, porque la tierra se empobrece; pues en el campo todos los años y desde que se conoce la papa, se plantan papas y cada vez, éstas salen mejores de sabor y tamaño. Pues, eso que nos sigan vendiendo huertos en la ciudad. Para mí (un servidor), que se los queden ellos, y de ellos ¡absolutamente nada, por contaminados y cancerígenos! ¿No nos dirán algún día los peces de presas son mejores que los del mar?
El Padre Báez.
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Padre Báez, le deseo un buen día… le confieso que sus correos los leo todos cuando son de tabaibas… le deseo un buen día y le mando abrazos... (Francisco M.).

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