miércoles, 27 de abril de 2011

(228): DIVULGACIÓN ARQUEOLÓGICA

   

    Si no divulgamos lo que tenemos, sino que lo ocultamos, lo excluimos, lo cerramos, etc., flaco servicio hacemos a la cultura, y generamos y somos cómplices de un empobrecimiento cultural, del cual seríamos culpables ante la posteridad, y del que no hay precedente, ya que todo el mundo exhibe y propone sus restos arqueológicos como un atractivo –además- turístico.

   Aquí, parece hay miedo a que se sepa lo que tenemos o nos dejaron los guanches, sin poner al conocimiento de los demás, tanta sabiduría y cultura por descubrir y conocer. Y es el triste caso que se excava algo, y nadie sabe nada acerca de lo encontrado, queda todo en un hermetismo o mutismo, que clama al cielo. Tenemos derecho a saber y conocer lo que tenemos.
 
    Por tanto, en línea del comentario anterior –rompiendo un esquema donde nunca hablo en continuidad, respecto al tema anterior, si hoy lo hago y por primera vez me repito, es porque creo es tema central y de máxima importancia: que hay que dar a conocer nuestro legado más preciado, y ello a propios y a extraños.
 
    De nada nos vale o sirve tener todo ese rico material o tesoro  apartado o alejado de su conocimiento y visionado. No es la primera vez, que digo: ¡echo de menos conferencias, seminarios, foros, mesas redondas, debates, cursos, talleres, etc.!, ¡y nada! La nada como respuesta, a tantos comentarios de un servidor, que no va a cejar en el empeño, hasta que tomen en serio algunas de estas –¡y tantas!- iniciativas.
 
    Por ejemplo: ¿qué sabe nuestro pueblo de las murallas que tenemos aún en ruinas o donde estuvieron?, ¿y de las cuevas en torno a la capital?, ¿qué saben de nuestra Historia?, ¿la similitud marroquí-saharaui en nuestros grabados y cerámica? Y esto, por poner unos ejemplos a vuela pluma, sin más rigor ni primacía.
 
    El padre Báez, que anima a los que tienen el deber y la obligación de culturizar a este pueblo, eche mano de ese rico y excepcional patrimonio, que no es privado, sino de todos, por ser los herederos de esa cultura, que es “nuestra”.
   
   
 
 

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