sábado, 23 de abril de 2011

(224): ARQUEOLOGÍA BÍBLICA

  
   
    Werner Keller, es el autor del libro que allá hace cuarenta años leí, cuando estudiante, y que lleva por título “Y la Biblia tenía razón”, y que conservo como una joya entre otros en la estantería mejor, la de los buenos. Pues que trata, sobre: la verdad histórica comprobada por las investigaciones arqueológica. El ejemplar que poseo, es de la 13ª edición en castellano, trae 52 ilustraciones y tres mapas, editado por Ediciones Omega (Barcelona), publicado en Düsseldorf en 1956 y en España (ahora espakistania), en 1972, y es un libro de 448 páginas.
 
    El autor, considera a la Sagrada Biblia, como un libro histórico, y ello por excelencia. La arqueología bíblica ofrece conocimientos revolucionarios respecto a preguntas que se oponían al hecho histórico de los libros sagrados. Las distintas y diferentes excavaciones realizadas en otros tantos lugares, han sacado de entre los escombros y bajo tierra, acumulados durante siglos, una gran cantidad de testigos mudos acerca de los hechos que narran la Biblia. Se trata de documentos de tal categoría, que permite a los arqueólogos (y a otros: geólogos, biólogos, botánicos, ornitólogos, filósofos, astrónomos, físicos nucleares, etc.), descubrir y seguir paso a paso, los acontecimientos relatados en la Biblia.
 
    Después de este autor –¡ya un clásico- un servidor, no conoce nadie haya puesto al alcance del público, cotejando las citas bíblicas con el resultado de las investigaciones hechas; y ello, a pesar del inmenso material que se ha venido escondiendo en archivos, un material válido solo para expertos. Nuestro autor, expone una serie casi ininterrumpida que abarca ambos Testamentos. No quedan atrás, ¡ni mucho menos!, pruebas del diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, el maná del desierto, las ciudades del Nilo donde los israelitas sufrieron la esclavitud, las murallas de Jericó, la patria de Abrahán (XX siglos antes de Cristo), las caballerizas de Salomón, minas y hornos, etc. No entro (por brevedad) en los trabajos arqueológicos, que arrojan luz, sobre el Nuevo Testamento.
 
    Los arqueólogos, han descubierto, la huella perceptible, de cuanto la Biblia nos cuenta. Nada digo del espíritu crítico actual basado en la ignorancia o literalidad; nada de los ataques de ateos, laicistas, aconfesionales, el gobierno, la prensa, la escuela, la calle, a todo lo religiosos, e incluso burlas a las Sagradas Escrituras. Sorprende más, el libro sea obra de un laico -que no un laicista-. Incluso, sorprende el silencio de la Iglesia respecto a esta materia, lo cual hace más fiable el libro que comento. Sorprende que un arqueólogo e historiador, escriba sobre teología. El autor, anda entre raspaderas y citas bíblica a la par (numerosísimas éstas).
 
    En boca del autor: “...no es corriente que un autor sin ser teólogo, escriba sobre la Biblia... la arqueología bíblica, la más reciente y menos tratada en la investigación... se sacan a la luz del día sitios y ciudades mencionados en la Biblia... aparecen y están situados tal y como la Biblia dice... se encuentran cada vez más, personajes... Babel, y su torre... el pavimento donde Jesús estuvo ante Pilatos... hallazgos y descubrimientos asombrosos e inabarcables, por su profusión... la investigación coincide exactamente con los relatos bíblicos, aún en los pequeños detalles... más allá de ser un libro con leyendas piadosas, y un libro exclusivamente de Historia Sagrada, es un libro cuyos hechos, fueron auténticamente reales... estos acontecimientos son históricamente verdaderos y se han comprobado con exactitud verdaderamente asombrosa... hay tendencias para las cuales solo cuenta la palabra, pero ¿cómo comprenderla, si no se la encuadra en su exacto marco cronológico, histórico y geográfico?...”
 
    El Padre Báez, que en seta ocasión, en atención al día, les hace partícipes, de estas singulares “buenas nuevas”, que ya tienen más de medio siglo, y que no dejan de ser un buen varapalo a tanta crítica, que hace daño con sus dudas y mala fe, sin atender a la ciencia, y haciendo de continuo blanco sobre la Biblia. y encima, como dice nuestro autor; “¡La Biblia, tenía razón!”

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