En
El Tabaibal, sin agricultura...
... nos quedamos sin abejas que polinicen nada.
¡Otro de los logros de acabar con el sector primario!: nos quedaremos sin nada
que echarnos a la boca, salvo tabaibas y retamas, que precisamente no son muy
dulce que digamos (se decía: “más amargas
que las retamas”). Es decir: a más agricultura, más abejas; a menos
agricultura, menos agricultura; a ninguna agricultura, ningunas abejas. Y esto,
desde que el mundo es mundo.
Y son verdades de Perogrullo. O más claro todavía:
las abejas “nacen” con el comienzo de la agricultura, y “mueren” o desaparecen
al desaparecer la agricultura que las sostienen. Y no es cosa que haya
investigado la universidad de las palmas del Gran Tabaibal, y ni el cabildo se
haya enterado, porque de lo contrario, “otro
gallo nos cantaría”, u otras mieles comeríamos. Que son otras las
universidades que se meten en panales (la nuestra en pañales). Vamos a
repetirlo: las abejas son inherentes e inseparables a la agricultura; sin ella
(la agricultura), desaparece la apicultura. Y ello, porque la agricultura es el
medio (no miedo) de las abejas; es el lugar apropiado de las mismas, al
ponerles el paisaje adecuado para su multiplicación y persistencia (o
existencia). Más claro todavía: en la medida que la agricultura ganaba terreno,
en esa misma proporción se multiplicaban las abejas (y a la inversa [que
también las ovejas, pero eso, para otra ocasión]). Donde hay agricultura, hay
abejas, donde no hay abejas, ni agricultura, hay hambre y paro. Con la agricultura:
trabajo, comida y con qué endulzar el café con leche (aunque no sea de ovejas
[no confundir ovejas con abejas, ¡digo!]). Y es que: las abejas siguen -como la
sombra- a la agricultura. Y, para que liben, el cabildo le ha plantado toda la
isla (ese es el proyecto) toda de pinos, con el complemento de las tabaibas,
cuya leche amarga (de las tabaibas) y la resina de los pinos, las abejas ¡ni las
prueban! Pues, mis amigos, ¡estas tenemos (o nos dan)!...
El
Padre Báez.
“...
todo esto nos viene encima...” (salmo 43). / “... deseables más que el oro; sí, más
que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal...”
(salmo 19). / “... ¡Cuán dulces son a mi paladar
tus palabras!, más que la miel
a mi boca...” (salmo 119). / “... panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud
para los huesos...” (Proverbios 16). / “... el hombre saciado aborrece la
miel, pero para el hombre hambriento todo lo amargo es dulce...”
(Proverbios 27). / “... miel virgen destilan tus
labios, esposa mía, miel y
leche hay debajo de tu lengua, y la fragancia de tus vestidos es como la
fragancia del Líbano...” (Cantares 4). / “... una
tierra que mana leche y miel,..” (Éx. 3 y Lv. 20)....
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