Pañitos
calientes desde Agaete, con tal de no enfadar al cabildo matacabras...
... que de los otros lugares -que uno sepa- ¡ni eso!
Porque morales, les puede reducir en el reparto de unos ensangrentados euros de
sus cabras. Por eso, tibiamente, queriendo satisfacer al pueblo -a quienes engañan-
y no enfadar al cabildo matacabras, se quedan -no en la denuncia formal y
judicial- sino en la queja -de cara a la galería- y en una mesa -¡eso busquen
buenos bancos donde posar sus posaderas cobardes!-.
Les matan las cabras, y se
quedan tan tranquilos, solo en una plataforma, que solo trata de evitar se repita
lo echo, de lo que no exigen cuentas, ni justificación, solo que no se repita
la salvajada -¡y las cabras, no son salvajes; salvajes los que las matan!- a
esta pobre gente agaetense (también conocidos por “culetos” [y no sean mal
penados, que no viene de donde la espalda pierde su nombre, sino porque cuando
no habían carreteras para llegar hasta ellos, se decía que vivían en el culo
del mundo, y de ahí lo de “culetos”, los que vivían lejos, entonces]), solo les
preocupa que en lugar de escopetas se usaran rifles (1); que no les avisaran
(2) -¡tontos los de miedoambiente cabildicio!- y que pudieran haber herido (3) o
matado a algún humano por aquellos andurriales, ¡pero nada más!, ¡ni menos! Y
no les preocupa a los de Agaete en su ajunta y miento y otros, no ya las cabras,
sino los malos olores de sus carnes putrefactas a orillas de por donde los
senderistas y corredores van a pasar próximamente; lo de matar cabras, cabrones
y sus crías, ¡eso no importa! Además, ellos están dispuestos a colaborar para
exterminar la fauna cáprica o caprina, obedeciendo ciegamente a europa y al
cabildo matacabras- pero dándoles muerte digna, en el matadero, por lo que
además tendrán que pagar, pues, ¡toma café Agaetense entregado y no alzado! Y
ahora la repera: un tal J. R. Martín (alcalde) y su segundo, un tal C. Álamo,
piden les limpie el cabildo el camino de cadáveres de cabras, y nada más. Solo
eso. Y un servidor pregunta: ¿Y el concejal de ganadería y otras áreas, mi
amigo y discípulo Javier Gil Pérez, no tiene nada que decir?
El Padre Báez, un enamorado de Agaete y de su
cultura ancestral y personal actual (incluidos los citados).
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